Frases de Alejo Carpentier - Página 3

01. Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos. "El reino de este mundo" (1949)

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02. Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas. "El reino de este mundo" (1949)

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03. Nunca estaba solo aunque estuviese solo. Desde hacía mucho tiempo había adquirido el arte de conversar con las sillas, las ollas, o bien con una vaca, una guitarra, o con su propia sombra. "El reino de este mundo" (1949)

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04. No le bastaba ser ganso para creerse que todos los gansos fueran iguales. "El reino de este mundo" (1949)

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05. ¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso? "El reino de este mundo" (1949)

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06. El Dios de los blancos ordena el crimen. Nuestros dioses nos piden venganza. "El reino de este mundo" (1949)

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07. Todos los árboles se acostaron, de copa al sur, sacando las raíces de la tierra. Y durante toda la noche, el mar, hecho lluvia, dejó rastros de sal en los flancos de las montañas. "El reino de este mundo" (1949)

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08. ¿Pero acaso una persona culta podía haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoraban una serpiente? "El reino de este mundo" (1949)

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09. Sus ataduras cayeron, y el cuerpo del negro se espigó en el aire, volando por sobre las cabezas, antes de hundirse en las ondas negras de la masa de esclavos. "El reino de este mundo" (1949)

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10. Esta vez la letra entraría con fuego y no con sangre, y ciertas luminarias, encendidas para ser recordadas, resultaban sumamente dispendiosas. "El reino de este mundo" (1949)

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11. Abajo, cada vez más apretados y sudorosos, los negros esperaban un espectáculo que había sido organizado para ellos; una función de gala para negros, a cuya pompa se habían sacrificado todos los créditos necesarios. "El reino de este mundo" (1949)

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12. Hacia la ciudad del Cabo el cielo se había vuelto de un negro de humo de incendios como la noche en que habían cantado los caracoles de la montaña y de la costa. "El reino de este mundo" (1949)

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Alejo Carpentier

Alejo Carpentier
  • 26 de diciembre de 1904
  • Lausana, Vaud, Suiza
  • 24 de abril de 1980
  • París, Francia

Escritor, novelista, ensayista y musicólogo cubano, autor de "Viaje a la semilla" (1944), "El reino de este mundo" (1949), "Los pasos perdidos" (1953), "El Siglo de las Luces" (1962).

Sobre Alejo Carpentier

Hijo de una profesora de idiomas y un arquitecto francés, realizó sus primeros estudios en La Habana.

Se trasladó con su familia a París y asistió al liceo de Jeanson de Sailly, donde empezó a estudiar Teoría de la música.

A su regreso a Cuba, Alejo Carpentier comenzó estudios de arquitectura pero dejó trunca la carrera.

En 1924 empezó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos de izquierda.

Fue encarcelado y a su salida se exilió en Francia.

En 1945 viajó a Caracas (Venezuela) y se quedó allí hasta 1959, año en que regresa a Cuba tras la Revolución y trabaja como director de la Imprenta Nacional y luego en diversos cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario.

Alejo Carpentier recibió la influencia directa del surrealismo, llegando a escribir para la revista "Révolution surréaliste", por encargo expreso del poeta y crítico literario francés André Breton.

En 1977 recibe el Premio Cervantes y en 1979 el Premio Médici francés.

Murió en 1980 en París, donde era embajador de Cuba.

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