Frases de Todos los hermosos caballos

Todos los hermosos caballos

27 frases de Todos los hermosos caballos (All the pretty horses) de Cormac McCarthy... Ambientada en 1949 en las tierras fronterizas entre Texas y México, la historia se centra en John Grady Cole, un muchacho de dieciséis años que huye a México para encontrarse con un mundo marcado por la dureza y la violencia.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Cormac McCarthy son: ambientada en texas (estados unidos), ambientada en oaxaca (méxico), cárcel, encarcelado, violencia, escapar, caballos, adolescencia, opresión, valor de la amistad, sentido del honor, muerte, supervivencia, amor a los animales.

Frases de Cormac McCarthy

Frases de Todos los hermosos caballos Cormac McCarthy

01. Humedeció el cigarrillo, se lo puso en la boca, sacó cerillas, encendió el cigarrillo y apagó la cerilla con el humo. Se volvió a mirar a Rawlings, pero Rawlings estaba dormido.


02. ¿Qué quiere que haga? Preguntó. Quiero que seas considerado con la reputación de una muchacha. Nunca fue mi intención no serlo. Ella sonrió. Te creo, dijo, pero debes comprenderlo. Esto es otro país. Aquí la reputación de una mujer es todo lo que tiene.


03. Eligió el primero que arrancó, desenrolló el lazo y trabó las dos patas del potro, que cayó al suelo con un tremendo ruido sonoro. Los otros dos caballos se encabritaron y agruparon y miraron atrás con furia. No olían a caballo. Olían a lo que eran, animales salvajes. Sujetaba la cara del caballo contra su pecho y podía sentir en la parte inferior de sus muslos palpitar la sangre a través de las arterias y el miedo... Puso la mano sobre los ojos del caballo y los acarició y no dejó de hablarle en voz baja y serena, diciéndole todo lo que se proponía hacer.


04. Vio a su padre en el funeral. Solo en el pequeño sendero de grava junto a la cerca. Salió una vez a la calle hacia su coche. Luego volvió...Al atardecer ensilló su caballo y se alejó de la casa, cabalgando hacia el Oeste. El viento había amainado bastante y hacía mucho frío y el sol estaba rojo sangre y elíptico bajo los arrecifes de nubes rojas que tenía frente a él, en la hora que siempre elegiría cuando las sombras eran largas y el antiguo camino se perfilaba ante él a la luz rosa y oblicua como un sueño del pasado.


05. La llama de la vela y la imagen de la llama de la vela reflejada en el espejo de cuerpo entero se retorció y enderezó cuando el hombre entró en el vestíbulo y cerró la puerta...Se quitó el sombrero y avanzó lentamente. Las tablas del suelo crujían bajo sus botas...Oscuro, frío, sin viento, y un delgado arrecife gris insinuándose en el borde oriental del mundo. Salió a la pradera y se quedó con el sombrero en la mano como suplicando a la oscuridad que los envolvía a todos, y así permaneció durante mucho rato.


06. Perdí los dedos en un accidente de caza, digo. En el tiro al pichón. El cañón derecho explotó. Yo tenía diecisiete años. La edad de Alejandra. No es nada bochornoso, pero la gente es curiosa. Es natural. Adivino que la cicatriz de tu mejilla se debe a un caballo. Sí, señora. Fue culpa mía. Le observó, no sin simpatía. Sonrió. Las cicatrices tienen el extraño poder de recordarnos que nuestro pasado es real. Los sucesos que las causan no se pueden olvidar nunca, ¿Cierto?


07. Durante los días siguientes cabalgaron a través de las montañas y cruzaron una garganta yerma y detuvieron los caballos entre las rocas para poder inspeccionar el terreno hacia el sur donde las últimas sombras se extendían sobre la tierra antes de que el viento y el sol del Oeste se sumergieran en un rojo sangre entre las nubes superpuestas... Las distantes cordilleras se alineaban en las terminales del cielo para difuminarse del pálido al más pálido azul y después a nada en absoluto.


08. Cabalgaron a lo largo de la cerca y a través de los pastos abiertos. El cuero crujía bajo el frío de la madrugada. Pusieron los caballos a medio galope. Las luces quedaron atrás...En aquella noche desierta oyeron en alguna parte el tañido de una campana que cesó donde no había campanas y cabalgaron sobre el redondo dosel de la tierra que era lo único oscuro, sin ninguna luz, y que llevaba sus figuras y las acercaba al enjambre de estrellas.


09. Cabalgaron todo el día siguiente hacia el Oeste a través de un paisaje de colinas... Cuando cruzaban la llanura, a la mañana siguiente, encontraron agua estancada en las bajadas y abrevaron los caballos y ellos bebieron agua de lluvia de las rocas y subieron hacia la frescura de la montaña hasta que en el crepúsculo de aquel día vieron, desde la cresta de las cordilleras, el territorio del que les habían hablado.


10. John Grady abrió su ennegrecida mochila de lona, sacó una pequeña cafetera de hojalata esmaltada y fue a llenarla al arroyo. Se sentaron a observar el fuego y contemplaron la delgada media luna sobre las colinas negras del oeste. Rawlings se lió un cigarrillo, lo encendió con un carbón y se echó contra la silla. Voy a decirte algo. Dímelo. Podría acostumbrarme a esta vida.


11. ¿Has pensado alguna vez en la muerte? Sí. A veces, ¿Y tú? Sí, a veces. ¿Crees que existe un cielo? Sí. ¿Y tú no? No lo sé. Quizá sí. ¿Crees que puedes creer en el cielo si no crees en el infierno? Creo que puedes creer lo que quieras. Rawlins asintió. Piensas en todo lo que puede sucederte, dijo, y no tiene fin.


12. En la meseta observaron una tormenta que se desencadenaba en el norte. Las oscuras formas color verde jade de las lagunillas que tenían sus pies en el lecho de la sabana desierta parecían perforaciones a través de otro cielo. Las franjas laminares de color en el Oeste se desangraban bajo las nubes batidas: un súbito encapuchamiento violeta de tierra.


13. Casi había intentado hablarle pero aquellos ojos habían cambiado el mundo para siempre en el espacio de un latido.


14. Sólo hay una verdad, dijo John Grady. La verdad es lo que ocurrió. No es lo que sale de la boca de alguien.


15. Supe que algunos conseguían el valor con menos lucha que otros, pero creía que todos cuantos lo querían podían conseguirlo. Que el deseo era la cuestión en sí misma. La cuestión en sí misma. No podía pensar en nada más que contuviera esta verdad.


16. Al final todos llegamos a curarnos de nuestros sentimientos. Aquellos a quienes no cura la vida, les curará la muerte. El mundo es totalmente implacable en la selección entre el sueño y la realidad, incluso cuando nosotros no queremos serlo. Entre el deseo y lo que el mundo está esperando.


17. Apenas tenía aliento para hablar y le dijo que era muy hermosa y ella sonrió y en sus ojos estaba la tristeza que él vio por primera vez la noche que fue a su habitación y supo que, aunque estaba contenido en aquella tristeza, no constituía su totalidad.


18. Va a morir, dijo. Dejaremos que Dios lo decida. Vámonos. ¿No teme a Dios? No tengo motivos para temerle. Incluso hay una o dos cosas que debo discutir con Él. Debería temerle, dijo el capitán. Usted no es un agente de la ley. No tiene ninguna autoridad.


19. Se considera cierto que quienes no conocen la historia están condenados a repetirla. Yo no creo que su conocimiento pueda salvarnos. Lo constante en la historia es la codicia, la necedad y una avidez de sangre que incluso Dios (que sabe todo cuanto puede saberse) parece impotente para cambiar.


20. Lo constante de la historia es la codicia, la necedad y una avidez de sangre que incluso Dios parece impotente para cambiar... Mucho antes de la montaña supe que aquello que ansiaba descubrir era algo que siempre había sabido. Que todo valor era una forma de constancia. Que lo primero que abandonaba el cobarde era siempre a sí mismo. Después de esto, todas las traiciones resultaban fáciles. Supe que algunos conseguían el valor con menos lucha que otros, pero creía que todos cuantos lo querían podían conseguirlo. Que el deseo era la cuestión en sí misma. No podía pensar en nada más que contuviera esta verdad: tanto depende de la suerte.


21. Se detuvo a medio camino para mirar atrás. De pie y temblando en el agua y no de frío porque no hacía ninguno. No le hables. No la llames. Cuando se acercó, él le tendió la mano y ella la tomó. Era tan pálida en el lago que parecía estar ardiendo. Como luz fosforescente en un bosque tenebroso. (...) Como la luna que ardía sin llama. Sus cabellos negros flotaban en el agua a su alrededor, caían y flotaban en el agua. Ella le rodeó el cuello con su otro brazo y miró hacia la luna en el oeste no le hables no la llames y entonces volvió el rostro hacia él. Más dulce por el hurto de tiempo y carne, más dulce por la traición.


22. Los hombres dicen que esto sólo lo aprenden pero dijo que ninguna criatura puede aprender lo que no cabe en la forma de su corazón.


23. El desierto por el que cabalgaba era rojo y rojo el polvo que levantaba... El polvo de color rojo sangre bajaba soplando desde el sol. Y caballo, jinete y caballo y sus largas sombras pasaban en tándem como la sombra de un solo ser. Pasaban y palidecían en la tierra oscurecida... El mundo venidero.


24. Cabalgaron de nuevo hacia el atardecer. Cuando se ponía el sol oyeron camiones en una carretera lejana y en el largo y fresco crepúsculo cabalgaron hacia el Oeste por una elevación desde la que podían ver los faros de la carretera desaparecer y volver, fortuitos y periódicos en el lento intercambio.


25. El dinero temeroso no puede ganar y un hombre preocupado no puede amar.


26. En mi experiencia, las dificultades de la vida no hacen más caritativas a las personas.


27. Normalmente puedo decir lo inteligente que es un hombre por lo estúpido que se imagina que soy.

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