Frases de Vida de una Geisha

Vida de una Geisha

22 frases de Vida de una Geisha (Geisha, a life) de Mineko Iwasaki... Autobiografía de la autora, donde narra la dura disciplina que recibió en una okiya (casa de geishas), en qué consiste su trabajo, las estrictas y arcaicas normas que lo gobiernan y sus alegrías.

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Frases de Vida de una Geisha Mineko Iwasaki

01. La relación entre los sexos, siempre misteriosa, es desconcertante para la mayoría de los adolescentes, pero yo estaba por completo confundida. Tenía tan poca experiencia con chicos o con hombres que carecía de esa capacidad intuitiva para demostrar afecto sin invitar a la intimidad.


02. El samurái no se amilana ante nada, ni siquiera cuando tiene hambre.


03. De manera que en junio de 1972 regresé a la Okiya. Había aprendido que era capaz de ser independiente, pero también que no necesitaba serlo. (...) Yo era una adulta, una geiko hecha y derecha.


04. Si su rostro refleja que no soporta a ese individuo, no merece ser una geiko, ya que su trabajo consiste en descubrir algo agradable en todo el mundo.


05. (...) Entretanto, yo empezaba a rendirme a sus encantos. Con el tiempo me di cuenta de que sentía por él algo que nunca había sentido por nadie. Aunque no habría podido definir ese sentimiento, tenía la vaga sospecha de que era atracción sexual. Sí lo era; Sin lugar a dudas. Me sentía atraída por él. ¡Conque ésa era la emoción de la que tanto hablaba la gente!


06. Estaba harta del sistema. Había respetado las reglas durante años, pero jamás podría hacer lo que quería si continuaba siendo una pieza más del engranaje.


07. Apuñala el cuerpo y sanará. Pero lastima el corazón y la herida permanecerá abierta durante toda la vida.


08. (...) La sola idea de que las casas de geishas son antros de perdición es ridícula, ya que los hombres apenas sí pueden entrar en estos bastiones de la sociedad femenina y, mucho menos, alternar con las mujeres.


09. El almuerzo constituía el sustento principal de la dieta, ya que las geiko no pueden comer en exceso antes de sus funciones nocturnas. Ni éstas ni las maiko están autorizadas a probar bocado en un ozashiki, por muy suntuoso que sea el banquete que se sirva, ya que están allí para entretener a los invitados; Para dar y no para recibir. La única excepción a la regla es cuando un cliente invita a la geiko a comer a un restaurante.


10. La limpieza constituye una parte esencial del proceso de aprendizaje en todas las disciplinas tradicionales japonesas y es una práctica imprescindible para cualquier aprendiz. Se le atribuye un significado espiritual, pues, en teoría, al purificar un lugar de máculas acrisolamos también nuestra mente.


11. El orgullo está por encima de todo.


12. Existe un gran misterio acerca de lo que significa ser una geisha o, en mi caso, una geiko, y no son pocos los equívocos que suscita nuestra profesión. Espero que mi relato contribuya a esclarecerla y, a la vez, sirva de testimonio de este singular componente de la historia cultural japonesa.


13. En Gion Kobu no nos referimos a nosotras mismas como geishas (que significa "artistas"), sino que usamos un término más específico: geiko o "mujer del arte". Una clase de geiko, famosa en el mundo entero como símbolo de Kioto, es la joven bailarina conocida como maiko o "mujer de la danza".


14. -Escucha a este viejo curandero, mine-chan. Tienes que cuidarte. Ahora debes volver a casa y meterte en la cama. Prométeme que mañana irás al hospital. -Pero si estoy bien. -No me escuchas, mine-chan. -Porque estoy bien. -No estás bien. Si sigues así, podrías morir. -Ah, las mujeres hermosas siempre mueren jóvenes. -Esto no es ninguna broma.


15. En el Japón de antes de la guerra era usual que los hombres prósperos tuvieran amantes, pues los matrimonios no se concertaban por placer, sino para continuar el linaje.


16. La clase de danza era el momento más emocionante de mi jornada. No veía la hora de llegar al estudio y siempre tiraba de la manga de kuniko para que se diese prisa. Entrar allí era como entrar en otro mundo. Yo estaba enamorada del crujir de la seda de las mangas del quimono, de las cadenciosas melodías de las cuerdas, de la formalidad, la gracia y la perfección del ambiente.


17. A veces me veía obligada a ser atenta con personas que me resultaban físicamente repulsivas. Y no resultaba fácil, porque la repulsión es un sentimiento difícil de disimular. Pero los clientes habían pagado por mi compañía y lo menos que podía hacer era tratarlos con cortesía. Uno de los principales retos de esta profesión es aprender a ocultar lo que a una le agrada o le disgusta bajo una máscara de amabilidad.


18. Le pregunté a mamá masako si debía pedirle a mis clientes que se hicieran cargo de los gastos de la ceremonia. - ¿Qué dices? -Respondió riendo-. Te he educado para ser una mujer independiente y profesional. No necesitamos ayuda de los hombres.


19. En los viejos tiempos, los clientes solían ser aficionados a las artes y estudiantes de shamisen o de las danzas tradicionales japonesas. En consecuencia, estaban educados para comprender lo que veían y ansiosos por mantener animadas conversaciones sobre arte, una disciplina en la que destacan las maiko y las geiko. Por desgracia, en la actualidad la gente adinerada ya no tiene tiempo ni interés para dedicarse a esas aficiones. No obstante, la belleza y el talento de las maiko y las geiko se sostienen por sí solos, y cualquiera es capaz de apreciarlos.


20. Una geiko de categoría es un delicado sauce que se inclina a merced de la voluntad ajena, mientras que yo siempre he sido terca, rebelde y extremadamente orgullosa. Una geiko de categoría es maestra en el arte de crear un ambiente de distensión y esparcimiento, sin embargo, yo no disfruto en particular con la compañía de otros. Una geiko de renombre nunca está sola, pero yo siempre he amado la soledad. ¿No es extraño? Parece que hubiese escogido de forma deliberada el camino que entrañaba para mí mayores dificultades, una senda que me obligase a afrontar y superar mis limitaciones personales.


21. (...) La cuestión es que mi amiga Yuriko acabó en un establecimiento de Shimabara, el barrio del placer de Kioto. Shimabara era un distrito autorizado donde ejercían su oficio las cortesanas o prostitutas de categoría, las oiran y las tayu, que, al mismo tiempo, eran expertas en las artes tradicionales. Como las maiko, las jóvenes oirán también celebran su mizuage, pero en su caso el ritual consistía en ser desfloradas por un cliente que pagaba una importante suma de dinero por tal privilegio. Esta ambivalencia de la palabra mizuage ha creado, por otra parte, cierta confusión sobre lo que significa ser geisha.


22. Toshio se negó a aceptar la ruptura y quiso verme, pero no se lo permití. Hasta su madre intervino. Fue varias veces a la Okiya para hablar conmigo y con mamá masako, y me rogó que reconsiderase mi decisión. -Está destrozado, Mineko. ¿No podrías cambiar de opinión? Pero cuanto más suplicaba ella, más me convencía yo de que había obrado como debía. Al final, los dos se rindieron y todo terminó. Así fue como acabó; Así, como maté al amor de mi vida, pues, en mí corazón, Toshio había muerto y ya no era sino Shintaro Katsu, el actor. Y, puesto que estaba sola, empecé a pensar en lograr la auténtica independencia.

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