Frases de Roland Barthes por Roland Barthes - 2

16. ¿Para qué sirve la utopía? Para sacar el sentido. Frente al presente, a mi presente, la utopía es un segundo término que permite hacer funcionar el resorte del signo: el discurso sobre lo real se hace posible, salgo de la afasia en que me hunde todo lo que anda mal dentro de mí, en este mundo que es el mío.


17. En cuanto se rechaza la alternativa (en cuanto se enturbia el paradigma), comienza la utopía: el sentido y el sexo se convierten en el objeto de un juego libre dentro del cual las formas (polisémicas) y las prácticas (sensuales), liberadas de la prisión binaria, van a ponerse en un escajo de expansión infinita. Así pueden nacer un texto gongorino y una sexualidad dichosa.


18. Las divisiones de la relación social existen de veras, son reales, él no las niega y escucha con confianza a todos los que (muy numerosos) hablan de ellas; pero para él, y sin duda porque fetichiza un tanto el lenguaje, estas divisiones reales quedan absorbidas por su forma interlocutiva: es la interlocución lo que está dividido, alienado: vive así toda la relación social en términos de lenguaje.


19. En plenos disturbios políticos, él toca piano, pinta acuarelas: todas las falsas ocupaciones de una joven burguesa del siglo XIX. –Invierto el problema: ¿En las actividades de la joven burguesa de antes, qué es lo que excedía su feminidad, su clase? ¿Cuál era la utopía de su conducta? La joven burguesa producía inútilmente, tontamente, para ella misma, pero producía: esa era su forma de prodigarse.


20. La escritura me somete a una exclusión severa, no sólo porque me separa del lenguaje corriente ("popular") sino más esencialmente porque me impide "expresarme": ¿a quién podría esto expresar? Al poner al vivo la inconsistencia del sujeto, su atopía, al dispersar las ilusiones del imaginario, este hace insostenible todo lirismo (como dicción de una "emoción" central). La escritura es un goce seco, ascético, nada efusivo.


21. Para que el psicoanálisis pueda hablar, es necesario que pueda apoderarse de un discurso Otro, de un discurso. Un poco torpe, que no es todavía psicoanalítico. Este discurso distante, este discurso en retroceso –recargado de cultura vieja y de retórica–, es aquí, por placas, el discurso psicológico. La función de la psicología sería, en resumidas cuentas, la de ofrecerse como un buen objeto para el psicoanálisis.


22. El teatro (la escena recortada) es el lugar mismo de la venustidad, es decir, del Eros mirado, alumbrado (por Psiquis y su lámpara). Basta con que un personaje secundario, episódico, presente algún motivo para desearlo (este motivo puede ser perverso, no estar relacionado con la belleza sino con un detalle de su cuerpo, con la textura de su voz, su forma de respirar y aun con alguna torpeza), para que se salve todo un espectáculo


23. Liberación política de la sexualidad: es una doble transgresión de lo político por lo sexual y viceversa. Pero eso no es nada: imaginemos ahora introducir de nuevo en el campo político-sexual así descubierto, reconocido, recorrido y liberado...Una pizca de sentimentalidad: ¿No sería esto la última de las transgresiones? ¿La transgresión de la transgresión? Porque a fin de cuentas esto sería el amor: que regresaría, pero en un lugar distinto.


24. X me decía: "¿Es posible imaginar alguna frustración en los libertinos de Sade?" Y, sin embargo, su fuerza inusitada, su prodigiosa libertad aun se quedan pálidas comparadas con mi propia fantasmagoría. No es que tenga ganas de añadir ninguna práctica a la lista aparentemente exhaustiva de sus goces, sino que la única libertad de la que yo puedo disfrutar, ellos no la tienen: la de poder gozar instantáneamente de la persona con quien me cruzo y a la que deseo.


25. Fuera del libro, su vida era continuamente la de un sujeto pasado de moda: cuando estaba enamorado (tanto por la manera como por el hecho mismo), estaba fuera de moda; cuando amaba a su madre ( ¡Qué no habría sido si hubiese conocido bien a su padre y por desgracia lo hubiese amado! ), estaba fuera de moda; cuando se sentía demócrata, estaba fuera de moda, etc. Pero bastaría con que se imprimiese a la Moda un pequeño giro adicional para que se tratase entonces de una suerte de Kitsch psicológico, en suma.


26. No podía salir de la sombría idea de que la verdadera violencia es la de lo que se da por sentado: lo que es evidente es violento aun si esta evidencia está representada suavemente, liberalmente, democráticamente; lo paradójico, lo que no entra dentro del sentido común lo es menos, aun si se le impone arbitrariamente: un tirano que promulgara leyes estrafalarias sería, a fin de cuentas, menos violento que una masa que se contentase con enunciar lo que se da por sentado: en suma, lo "natural" es el último de los ultrajes.


27. El amateur (el que practica la pintura, la música, el deporte, la ciencia, sin espíritu de maestría o de competencia) conduce una y otra vez su goce (amator: que ama y ama otra vez); no es para nada un héroe (de la creación, de la hazaña); se instala graciosamente (por nada) en el significante: en la materia inmediatamente definitiva de la música, de la pintura; su práctica, por lo regular, no comporta ningún rubato (ese robo del objeto en beneficio del atributo); es –será tal vez– el artista contra–burgués.


28. Diferente a la sexualidad de segunda mano, lo sexy de un cuerpo (que no es su belleza) depende de que sea posible marcar (fantasmar) en él la práctica amorosa a la cual se le somete en pensamiento (se me ocurre precisamente ésta, y no tal otra). Asimismo, distinguidas dentro del texto, se diría que hay frases sexy: frases que turban por su aislamiento mismo, como si detentaran la promesa que se, nos hace a nosotros, lectores, de una práctica de lenguaje, como si fuéramos a buscarlas en virtud de un goce que sabe lo que quiere.


29. Marx: "Así como los pueblos antiguos vivieron su prehistoria imaginariamente, en la mitología, nosotros, los alemanes, hemos vivido nuestra post historia en el pensamiento, en la filosofía. Somos contemporáneos filosóficos del presente, sin ser sus contemporáneos históricos". De la misma manera, yo no soy más que el contemporáneo imaginario de mi propio presente: contemporáneo de sus lenguajes, de sus utopías, de sus sistemas (o sea, de sus ficciones), en suma, de su mitología o de su filosofía, pero no de su historia, de la cual sólo habito el reflejo danzante: fantasmagórico.


30. Trata de sostener un discurso que no se enuncie en nombre de la Ley y/o de la violencia: un discurso cuya instancia no sea ni política, ni religiosa, ni científica; que sea, de alguna manera, el residuo y el suplemento de todos estos enunciados. ¿Cómo llamaríamos este discurso? Erótico, sin duda, pues tiene que ver con el goce; o tal vez también: estético, si se prevé darle poco a poco a esta vieja categoría una ligera torsión que la alejaría de su fondo regresivo, idealista, y la acercaría al cuerpo, a la deriva.

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