38. No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que no lo seamos nunca.
39. Dicen que el hábito es una segunda naturaleza. Quien sabe, empero, si la naturaleza no es primero un hábito.
40. La reina del mundo es la fuerza y no la opinión; pero es la opinión quien usa de la fuerza.
41. Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; más para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad.
42. Nuestra imaginación nos agranda tanto el tiempo presente, que hacemos de la eternidad una nada, y de la nada una eternidad.
43. No poseemos la verdad ni el bien nada más que en parte y mezclados con la falsedad y con el mal.
44. El espíritu cree naturalmente y la voluntad naturalmente ama; de modo que, a falta de objetos verdaderos, es preciso apegarse a los falsos.
45. Sólo hay dos clases de personas coherentes: los que gozan de dios porque creen en él y los que sufren porque no le poseen.
46. ¿Qué es el hombre dentro de la naturaleza? Nada con respecto al infinito. Todo con respecto a la nada. Un intermedio entre la nada y el todo.
47. A fuerza de hablar de amor, uno llega a enamorarse. Nada tan fácil. Nada tan fácil. Esta es la pasión más natural del hombre.
48. Los que poseen el espíritu de discernimiento saben cuanta diferencia puede mediar entre dos palabras parecidas, según los lugares y las circunstancias que las acompañen.
49. ¿Por qué la costumbre no es natural? Mucho me temo que la naturaleza no es más que una primera costumbre, como la costumbre es una segunda naturaleza.
50. La razón obra con lentitud, y con tantas miras, sobre tantos principios, que a cada momento se adormece o extravía. La pasión obra en un instante.
51. La elocuencia es una pintura del pensamiento, y por esto los que después de haber pintado añaden algo más, hacen un cuadro en lugar de un retrato.
52. El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón.
53. El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en ello.
54. Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen.
55. Por muchas riquezas que el hombre posea y por grandes que sean la salud y las comodidades que disfrute, no se siente satisfecho si no cuenta con la estimación de los demás.
56. Es sin duda un mal, estar lleno de defectos; pero es todavía un mal mayor estar lleno de ellos y no quererlo reconocer, porque es añadir todavía el de una ilusión voluntaria.
57. ¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?
58. Prefiero equivocarme creyendo en un dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo.
59. ¿Por qué me matas? ¿Y qué, no estás al otro lado del agua? Amigo mío, si estuvieras de este lado sería injusto matarte y yo sería un asesino. Pero, como estás al otro lado, esto es justo y yo soy un valiente. ¡Bonita justicia la que tiene por límite un río!
60. Justicia, fuerza. Es justo que lo justo sea obedecido, es necesario que lo más fuerte sea obedecido. La justicia sin la fuerza es impotente; la fuerza sin la justicia es tiránica; la justicia sin fuerza encuentra oposición, porque siempre hay malvados; la fuerza sin la justicia es indeseada. Hay, pues, que unir la justicia y la fuerza, y conseguir así que lo justo sea fuerte, y que lo fuerte sea justo.
