Frases de Los inconsolables

Los inconsolables

8 frases de Los inconsolables (The unconsoled) de Kazuo Ishiguro... Ryder, un famoso pianista, es recibido como un ídolo musical en una pequeña ciudad, pero descubrirá que se espera más de lo que puede dar y que los habitantes esconden oscuras culpas, antiguas heridas y demandas insaciables.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Kazuo Ishiguro son: pianista, depresión, absurdo, música, amor, verdadero amor, surrealismo.

Frases de Kazuo Ishiguro Libros de Kazuo Ishiguro

Frases de Los inconsolables Kazuo Ishiguro

01. Muchos que opinan que no sólo es usted el pianista más genial del momento, sino también posiblemente el más grande del siglo.


02. El silencio puede ser revelador de que se están fraguando ideas muy profundas, de que se está haciendo acopio de las más hondas energías.


03. El mejor pianista del mundo... ¿De qué ha servido traerlo? ¿Para qué lo he traído? ¿Para que participe en este desastre? ¿Cómo se me ha permitido jamás poner estas torpes manos en algo tan divino como la música, el arte, la cultura?


04. Espero no molestarle...Pero en cuanto le vi hace un instante, decidí que tenía que acercarme para expresarle la alegría que siento de tenerlo aquí. Verá..., soy pianista también. Un simple aficionado nada más, por supuesto. Y..., bueno..., siempre le he admirado muchísimo.


05. Tengo el presentimiento de que no tardará más que un instante en suceder, un mínimo instante incluso..., siempre que sea el instante justo... Como una cuerda que súbitamente se rompe o una cortina que de pronto se desploma y deja al descubierto un mundo nuevo, un mundo lleno de sol y de calor.


06. Pensaré detenidamente en su ofrecimiento...Pero no puedo evitar pensar que me está usted confundiendo con alguien que ciertamente no soy. Lo digo porque el mundo está lleno de individuos que se creen genios de un tipo o de otro, cuando en realidad no se distinguen sino por una colosal inepcia para organizar sus propias vidas.


07. Me refiero a que ella siempre me había ocultado ciertas partes de sí misma. Las había preservado, como si el contacto con mi tosquedad hubiera podido contaminarlas. Como digo, señor, yo quizá lo había sospechado siempre. El que hubiera toda una parte de sí misma que preservaba de mí. ¿Quién podía reprochárselo? Una mujer de tal sensibilidad, educada en una familia como la suya... No había dudado en confesárselo abiertamente a Piotrowsky, pero jamás de los jamases, en todos los años que llevábamos juntos, había dejado siquiera entrever su pasión por Baudelaire conmigo.


08. ¡Tu herida, tu pequeña y estúpida herida! Ése es tu verdadero amor, Leo: esa herida. ¡El verdadero amor de tu vida! Sé cómo sería todo si volviéramos a intentarlo; por mucho que lográramos volver a construir algo juntos...Y la música. Tampoco sería diferente con la música. Por mucho que te hayan aceptado esta noche, por mucho que volvieras a ser apreciado en esta ciudad, lo destruirías todo, echarías por tierra todo lo que te rodea, como hiciste antes...Y todo por esa herida. Yo, la música, no somos para ti más que concubinas en las que buscar consuelo. Porque siempre volverás a tu amor verdadero. ¡A esa herida! Y ¿Sabes lo que me pone realmente furiosa? Leo, ¿Me escuchas? Que tu herida no tiene nada de especial, nada en absoluto. En esta ciudad, sin ir más lejos, conozco muchas personas con heridas peores. Y sin embargo siguen adelante, todos ellos, con mucho más coraje que el que tú has tenido en toda tu vida. Ellos siguen con sus vidas. Llegan a ser personas de provecho. Pero tú, Leo, mírate. Siempre volviendo a tu herida.

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