9 frases de Las hijas del frío (Stenhuggaren) de Camilla Läckberg... Esta novela, parte de la exitosa serie de Fjällbacka, transporta al lector a un pintoresco pueblo costero en Suecia donde los oscuros secretos y asesinatos del pasado amenazan con emerger.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Camilla Läckberg son: sentido común, depresión, tormentoso pasado, asesino en serie, ambientada en suecia, secreto de su pasado, conflictos familiares, crítica social.
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Frases de Las hijas del frío Camilla Läckberg
01. Las informaciones anónimas no suelen ser muy fructíferas.
02. Pero no puedo cambiar el pasado, sólo prometerte que a partir de ahora todo será distinto. ¿Me crees? Por favor, Charlotte, necesito oír que me crees.
03. La amistad se demostraba en los malos momentos y ella no quería pertenecer al tipo de personas que, por exceso de celo y quizá también de cobardía, se apartaban de los amigos cuando estaban en dificultades.
04. Los autores hablaban de las hormonas de la felicidad y de cómo una flotaba sobre una nube rosa al tener a su hijo en los brazos y, por supuesto, sentía un amor absolutamente subversivo por aquella pequeña criatura nada más verla.
05. Le daría las gracias por sus desvelos, por las reprimendas, por el destello de inquietud que veía en su mirada cuando temía que estuviese cometiendo un error. Le daría las gracias por todo lo que para ella fueron entonces ataduras y limitaciones.
06. Patrik era consciente de que se estaba comportando de un modo sentimental y patético, pero a aquella hora del medio día empezaba a comprender el alcance de la responsabilidad que había asumido al nacer su hija y el alcance del amor y del miedo que implicaba.
07. Él le había explicado muchas veces que el sentido común de las mujeres no era de fiar y que por eso se había asignado al hombre el cometido de guiarla. [...] De modo que el único mundo que ella conocía era aquél en el que los hombres decidían.
08. Por algún misterio de la naturaleza, los sentimientos, la imaginación, los sueños y los cuentos no tenían cabida en su cerebro; en cambio, dominaba lo lógico, lo fácilmente predecible de los unos y los ceros, los pequeños impulsos eléctricos del ordenador que se hacían visibles en la pantalla.
09. Por lo general, aquellas cavilaciones no lo llevaban más que a encogerse de hombros y a desecharlas como algo carente de importancia, pero en los períodos de depresión profunda que a veces sufría, podía sentir todo el peso de su limitación y desesperar al saberse tan distinto del resto de la gente.