19 frases de La vida entera de David Grossman... Durante la Guerra de los Seis Días, Orah conoce a Ilian, se casan y tienen dos hijos. Tiempo después, uno de ellos participa en una operación militar y Orah camina, pues mientras lo haga nadie podrá anunciarle la muerte de su hijo.
Frases de La vida entera David Grossman
01. Él se estremeció entre risas. Tenía una risa que chirriaba como el rebuzno de un burro, una risa que parecía retroalimentarse, y ella, a escondidas, se tomó esa risa como un medicamento, como un premio.
02. ¿Tiene forzosamente que haber una explicación? , ¿No puede ser que algo sencillamente suceda? , ¿Hay que analizarlo todo hasta en su detalle más mínimo?
03. Cuando eres niño y un adulto está jugando a algo contigo siempre estás temiendo que llegue el momento en que se canse. ¿Cuándo empezará a mirar el reloj? , ¿Cuándo dirá que tiene que hacer algo más importante que estar contigo?
04. Miles de momentos, de horas, de días, miles de hechos, infinidad de acciones, de intentos, de errores, de palabras, de pensamientos, todo para poner a una persona en el mundo.
05. En las cosas más importantes de la vida eres un auténtico analfabeto...No sé ni por dónde empezar a enseñarte algo. Te lo juro, en estos asuntos eres como un verdadero salvaje.
06. La carretera no es especialmente ancha pero pasan muchísimos coches a una velocidad salvaje haciendo que ellos se sientan lentos y embotados a su lado.
07. Eso es lo que es, la vejez, porque uno debe despedirse de sí mismo antes de que los demás empiecen a despedirse de uno, debe irse preparando para lo que de cualquier modo acabará por llegarle.
08. Suspira ella, cogiéndose la cabeza entre las manos y estrujándola con fuerza, maldiciendo desde el fondo de su corazón esa guerra, la misma, la eterna, que ha vuelto a conseguir metérsele en el alma...
09. Era una chica tan joven. Ni siquiera sabía que era posible, que estaba permitido reírse así cuando se estaba en la cama con alguien, que su cuerpo era tan despreocupado, tan insensato y tan risueño como ella.
10. (...) Suspira y se levanta de repente, echa a andar muy deprisa, casi corre. ¿Cómo puede contarse una vida entera? Para eso no bastaría toda una vida.
11. Y habrá un tiempo, no mucho, me basta con un mes, con una semana, durante la que todas las personas, todas y cada una, podrán experimentar lo que habrían podido ser, todo lo que el alma y el cuerpo podría haberles ofrecido, y no lo que otras personas les impusieron.
12. No te vayas, tengo miedo / ¿Lo oyes? / ¿Si oigo qué? / El silencio que hay de repente. / ¿Ha habido algún bum antes? / Cañonazos. / He estado todo el rato dormida y de repente vuelve a ser de noche. / Aunque esté acostado, siento como si me cayera. / Cada vez que abro los ojos, es de noche. Porque lo tienen todo cerrado y a oscuras. Creo que ellos nos están venciendo. / ¿Quiénes? / Los árabes
13. (...) Lo único que tengo que hacer es escuchar. No hace falta más. Ella me lo va a contar y después se habrá acabado. Una historia no puede durar eternamente. Mientras tanto me puedo dedicar a pensar en cualquier otra cosa. Que hable. No es más que una historia. Una palabra y otra palabra más.
14. ¡Qué imagen! , ¡Qué visión interior! La sencillez de un hombre sentado por la tarde en una habitación, o de una mujer sola en un café. O dos personas que pasean por un campo y van hablando, o un niño haciendo un globo de chicle. Habrá muchísima belleza hasta en la cosa más pequeña...
15. (...) Y casi se le escapa cuando seas mayor lo entenderás, pero no lo dice porque en realidad es al revés, ella bien que lo sabe, cuando seas pequeño lo entenderás, cuando vuelvas a ser un niño pequeño, cuando conjures los ruidos de la noche y las pesadillas con ridículas promesas y disparatadas negociaciones, puede que entonces lo comprendas.
16. Las familias son alta matemática para mí... Demasiadas incógnitas, demasiados paréntesis, elevaciones al cuadrado y potencias, en definitiva, todo un lío..., y esa necesidad de mantener siempre una relación con todos los demás miembros de la familia, en todo momento, de día y de noche, y hasta en sueños. Es como estar en un estado de electrocución perpetuo.
17. Decía que estaba convencido de que ningún instrumento futuro podría llegar a sustituir al ser humano en la sencillísima operación de atar los cordones de unos zapatos. Sin que importe lo que lleguen a inventar, siempre nos quedará esto y así podremos recordar cada mañana que somos humanos.
18. Cómo es posible que un dedo tan fino pueda detener, evitar, cambiar el destino de alguien? Qué dedos tan delicados tiene en ocasiones la arbitrariedad. El policía llamó a uno de los oficiales, pero este estaba ocupado hablando por teléfono. En lo más profundo de su ser ora sabía que era precisamente ella la que despertaba sus sospechas. Había algo en su persona que parecía hacerle señales al policía de que eran culpables de algo, porque el agente volvió a dirigir su rostro hacia ella, que pensó que si seguía mirándola así, aunque solo fuera un momento más, acabaría por venirse abajo.
19. Al momento se levanta. Lo que sea con tal de no estar sentada. No tiene que resultar blanco fácil para el asta que ya se abre camino a tientas hacia ella, ni para la gigantesca red de pesca que está cayendo lentamente sobre ella. Presta oído en dirección a la puerta. Nada. Desde la ventana ve la lengua de la calzada y el labio de la acera. Peina ese espacio con la mirada pero sigue sin ver ningún coche extraño o desconocido; tampoco hay ningún vehículo militar, no se oye ladrar nerviosamente a los perros de los vecinos, ni ha llegado ninguna misión de ángeles maléficos, aunque para qué engañarse, todavía es demasiado pronto.