
18 frases de La subasta del lote 49 (The crying of lot 49) de Thomas Pynchon... Cuando la señora Edipa Maas es nombrada albacea de una inmensa fortuna por su ex amante Pierce, una serie de sorprendentes coincidencias la pondrán sobre la pista de un delirante misterio.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Thomas Pynchon son: conspiración, sociedades secretas, otros mundos, california, misterio, herencia, paranoia, correo postal.
Frases de La subasta del lote 49 Thomas Pynchon
01. Algún día repondría lo perdido mediante un artificio protésico, un vestido de cierto color, una expresión en una carta, otro amante...
02. Trabajo en equipo... Sí, es una manera de decirlo. Pero en el fondo es una forma de eludir responsabilidades. Un síntoma de la pusilanimidad del cuerpo social.
03. En Ciudad de México, sin darse cuenta, habían acabado por entrar en una exposición de cuadros de la guapa española exiliada Remedios Varo; en el panel central de un tríptico titulado Bordando el manto terrestre había una serie de niñas delgaduchas con cara de corazón, ojos grandes, cabellera de oro en rama, encerradas en el habitáculo superior de una torre circular, bordando una especie de tapiz que se salía por las troneras y caía al vacío, tratando inútilmente de llenarlo: pues los demás edificios y criaturas, olas, barcos y bosques de la Tierra estaban dentro del tapiz y el tapiz era el mundo.
04. Las ilustraciones eran grabados en madera, hechos con esa tosca premura por ver el resultado final que caracteriza al aficionado. La verdadera pornografía nos la proporcionan profesionales que saben sentarse en el banco de la paciencia.
05. Usted sabe lo que es un milagro. No lo que decía Bakunin, sino la invasión de este mundo por otro. Coexistimos en paz la mayor parte del tiempo, pero en cuanto entramos en contacto, hay un cataclismo.
06. Soñaba... Con mi abuelo. Era muy viejo, por lo menos tanto como yo en la actualidad, que tengo noventa y un años. Cuando yo era pequeño pensaba que mi abuelo siempre había tenido noventa y un años. Y ahora me parece que soy yo quien siempre ha tenido noventa y un años.
07. Todos los que dicen las mismas palabras son la misma persona cuando el espectro coincide, sólo que en un tiempo distinto, ¿Lo captas? Pero el tiempo es contingente. Se escoge el punto cero donde se quiere, así puede eludirse la andadura cronológica del prójimo hasta que se da la coincidencia.
08. - ¿Perteneces a una de esas bandas paramilitares de derechas? -le preguntó el discreto de Metzger. Los ojos de Falopio se iluminaron. -Nos acusan de paranoicos. - ¿Quiénes? -preguntó Metzger, cuyos ojos se habían iluminado también. - ¿A nosotros? -preguntó Edipa.
09. Soñaba -le dijo el señor Thoth- con mi abuelo. Era muy viejo, por lo menos tanto como yo en la actualidad, que tengo noventa y un años. Cuando yo era pequeño pensaba que mi abuelo siempre había tenido noventa y un años. Y ahora me parece -continuó, echándose a reír- que soy yo quien siempre ha tenido noventa y un años.
10. ¡Trátela con amor! (...) ¿Qué otra cosa le queda? Sujétela bien por su minúsculo tentáculo, no permita que los freudianos se la arrebaten con zalamerías ni que los farmacéuticos se la eliminen a fuerza de pócimas. Sea cual fuere, cuídela con cariño, porque si la perdiese, por ese pequeño detalle sería usted como los demás. Y empezaría a dejar de existir.
11. ¿De qué deseaba tanto huir? Una doncella cautiva de esta índole, con tiempo de sobra para pensar, advierte muy pronto que la torre, su altitud y formas arquitectónicas son como el ser de la doncella casualidad pura: y que lo que en realidad la mantiene donde está es la magia, sin nombre, perversa, que le cayó encima desde el exterior y sin el menor motivo. Al no tener más instrumental que miedo instintivo y astucia femenina para analizar esta magia sin forma, para comprender su funcionamiento, medir su radio de acción, contar sus líneas de fuerza, puede caer en la superstición, o adoptar una distracción aprovechable como el arte de la aguja, o volverse loca, o casarse con un pinchadiscos. Si la torre está en todas partes y el caballero libertador es impotente frente a su magia, ¿Qué más puede hacerse?
12. (...) Estaba ya a punto de darse el chisquerazo fatal con su fiel Zippo, que le había acompañado por entre la maleza de Normandía, las Ardenas, Alemania y la Norteamérica posbélica, cuando oyó una llave en la cerradura y voces en la puerta. Eran su mujer y cierto sujeto a quien no tardó en reconocer, dado que era el experto en rendimiento de Yoyodyne por culpa del cual le habían sustituido por un IBM 7094. Intrigado por la ironía de la situación, se quedó en la cocina y permaneció a la escucha, dejando la corbata dentro de la gasolina, a modo de mecha. Por lo que pudo deducir, el experto en rendimiento quería tener comercio carnal con su mujer en la alfombra de tafilete del salón. A ella no le disgustaba la idea. El ejecutivo oyó risas lascivas, cremalleras, golpes sordos de zapatos, respiración agitada, gemidos. Sacó la corbata de la gasolina y se puso a reír con risa mal disimulada. Cerró el Zippo. "Oigo risas", dijo de pronto la mujer. "Huele a gasolina", dijo el experto en rendimiento. Entraron en la cocina cogidos de la mano y desnudos. "Estaba a punto de convertirme en bonzo", les explicó el ejecutivo. "Y ha tardado casi tres semanas en decidirse", dijo con asombro el experto en rendimiento. " ¿Sabes cuánto tardaría el IBM 7094? Doce microsegundos. No me extraña que te sustituyeran".
13. Estoy alucinando en este momento, no me hacen falta drogas.
14. La desesperación se apoderó de ella, como suele suceder cuando la gente que nos rodea no nos afecta sexualmente.
15. Como si los muertos siguieran existiendo de verdad, aunque sólo fuese en una botella de licor.
16. La muerte pasó en vuelo rasante, sin arrojar sombra, por los espacios sin hierba del césped.
17. Pero nuestra belleza -dijo Metzger- estriba en esta dilatada capacidad para las circunvoluciones.
18. Si la torre está en todas partes y el caballero libertador es impotente frente a su magia, ¿Qué más puede hacerse?