Frases de La soledad de los números primos

La soledad de los números primos

27 frases de La soledad de los números primos (La solitudine dei numeri primi) de Paolo Giordano... Alice y Mattia, dos personas unidas por un destino tan común como imposible de compartir.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Paolo Giordano son: soledad, amor, conflictos familiares, formación de la personalidad, adaptada al cine, matemáticas, adolescencia, anorexia, autismo, accidente automovilístico.

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Frases de La soledad de los números primos Paolo Giordano

01. Luchar contra ciertas partes de nuestro ser es imposible.


02. Pensar que podía ser tan delgada que resultase invisible le produjo un agradable cosquilleo en el estómago.


03. El día que conduzcas tú, podrás llevarme a donde quieras.


04. (...) Sabía cómo contar una historia. Conocía lo expresivo que puede ser un detalle.


05. Era solo un juego, bien lo sabía; un simple pasatiempo, una broma tonta como tantas otras.


06. (...) No entraba en el despacho de su padre. Un invisible muro de hostilidad le impedía franquear el umbral.


07. Estaba cansada, con ese cansancio que es simple vacío...


08. (...) Aunque luego pensó que era lo más natural del mundo, y por eso precisamente él era incapaz de hacerlo.


09. (...) Porque cuando estaba con ella sentía que valía la pena hacer todas esas cosas normales que hacen las personas normales.


10. Me estoy volviendo loca, pensaba a veces. Pero no le importaba. Al contrario, sonreía satisfecha, porque por fin elegía ella.


11. Entre ellos había un espacio compartido de confines imprecisos en el que nada parecía faltar, en el que flotaba un aire puro y sereno.


12. (...) Ella sentía que el peso de aquel cuerpo conjuraba todos sus miedos; porque, aunque no lo amaba, él amaba por los dos y eso los salvaba...


13. Ella seguía en el salón y lo esperaba; los separaban dos tabiques de ladrillos, unos centímetros de enlucido y nueve años de silencio.


14. - Te acostumbras, al final ni repararás en él. - Y... ¿Cómo, si lo tendré siempre a la vista? - Por eso, por eso mismo dejarás de verlo.


15. Estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que sólo podía existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían.


16. Estaba segura de que apenas pisara el parqué, de hipnótico dibujo geométrico, la madera cedería bajo su peso y ella se precipitaría en un oscuro abismo.


17. Sí, lo había aprendido. Las decisiones se toman en unos segundos y se pagan el resto de la vida. (...) Esta vez los reconocía: eran esos segundos y no volvería a equivocarse.


18. Ella iba pensando en el ridículo espacio de soledad que los separaba, y armándose de valor para ocuparlo... pensó que esas cosas pasan; que al final pasan aunque no se sepa cómo.


19. Pero tampoco se decidía a marcharse, porque a esas alturas dependía de aquel mundo, se había atado a él con la obstinación con que uno se ata a las cosas que lo perjudican.


20. Se preguntó por qué no era capaz de ponerlo todo patas arriba, dar rienda suelta a la rabia que sentía, maldecir, romper objetos; por qué prefería que todo pareciera en orden aunque no lo estuviera.


21. La voz de Mattia no le producía ya vuelcos de corazón, aunque lo tenía y lo tendría siempre presente como el único punto de comparación con todo lo que había venido después.


22. Suspendía con frecuencia las frases a la mitad, como si mientras las pronunciara se olvidara del final. Aquellas interrupciones dejaban en sus ojos y en el aire como burbujas de vacío que se imaginaba haciendo explotar con el dedo.


23. Con las fotos hacía lo mismo, pensaba: atrapar el tiempo en su salto de un instante al siguiente y fijarlo...se preguntó si eso bastaba para ser fotógrafa, donde estaba el límite entre el ser y el no ser algo.


24. Su madre ya vivía en ella en forma de recuerdo, como un grano de polen que se hubiera posado en algún rincón de su memoria, donde permanecería el resto de su vida convertida en unas cuantas imágenes sin sonido.


25. Los desórdenes del mundo, del tipo que fueran, no le afectaban, no tenían cabida en su mente equilibrada y racional, para la cual simplemente no existían. Cuando un obstáculo se interponía en su camino, él lo sorteaba sin variar el paso y seguía como si tal cosa. No dudaba casi nunca.


26. Con cierto alivio se entregó al abandono. Se dijo que todo lo había hecho siempre por alguien, y que ahora que estaba sola bien podía por fin, rendirse, abandonarse... Observaba con curiosidad distante el resurgir de sus flaquezas y obsesiones, y se decía que esta vez se rendiría a ellas, ya que sus propias decisiones no le habían llevado a nada.


27. Todos tenían un amor del alma contrariado, como él tenía a Mattia. Todos tuvieron miedo y muchos aún lo tenían, menos cuando estaban allí, entre personas que podían entenderlos, protegidos por el "ambiente", como ellos decían. Conversando con aquellos desconocidos, Denis se sentía menos solo y se preguntaba cuándo llegaría su hora, el día en que tocaría fondo y podría por fin emerger y respirar también él.

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