Frases de La fiesta del Chivo

La fiesta del Chivo

22 frases de La fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa... Novela ambientada en la República Dominicana que retrata el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y sus secuelas, desde dos puntos de vista con una generación de diferencia.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Mario Vargas Llosa son: ambientada en la república dominicana, dictadura, asesinato, ambición de poder, represión, manipulación, venganza, tortura, libre albedrío, historias cruzadas, relación entre la sexualidad y el poder, lucha por el poder, traición, corrupción política, persecución ideológica, naturaleza del poder, machismo, perversión sexual.

Frases de Mario Vargas Llosa Libros de Mario Vargas Llosa

Frases de La fiesta del Chivo Mario Vargas Llosa

01. Franquezas valen franquezas.


02. Algo en los dominicanos se aferra a esa forma prerracional, mágica: ese apetito por el ruido.


03. La eliminación física de la Bestia es bien vista por Dios si con ella se libera a un pueblo.


04. No era el deseo de aprender, de triunfar, lo que te confinaba en la biblioteca, sino de marearte, intoxicarte, perderte en esas materias.


05. Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.


06. ¿Sería por fin la República Dominicana un país normal, con un gobierno elegido, prensa libre, una justicia digna de ese nombre?


07. Yo no quería creer que hubiera traicionado a su compañero de toda la vida. Bueno, la política es eso, abrirse camino entre cadáveres.


08. Nunca, en sus diez años de Manhattan, han registrado sus oídos nada que se parezca a esta sinfonía brutal, desafinada, en la que está inmersa hace tres días.


09. Pensó que su inacción podría deberse al hecho de que aunque el cuerpo del Jefe podría estar muerto, su alma, espíritu, como lo llamaran, todavía lo esclavizaba.


10. Dudaba a veces de la trascendencia, de Dios, pero nunca de la función irremplazable del catolicismo como instrumento de contención social de las pasiones y apetitos desquiciadores de la bestia humana.


11. Habían olvidado los abusos, los asesinatos, la corrupción, el espionaje, el aislamiento, el miedo: el horror se había convertido en mito. Todo el mundo tenía trabajo y no había tanto crimen.


12. Anticipó con alegría el paseo de hora y media que daría, después de saludar a su madre, por la Máximo Gómez y la Avenida, oliendo el aire salado, arrullado por las olas.


13. Trujillo lo premió con una sonrisa. Siempre sintió simpatía por Modesto, que, además de inteligente, era ponderado, justo, afable, sin dobleces. Sin embargo, su inteligencia no era controlable y aprovechable, como la de Cerebrito, el Constitucionalista Beodo o Balaguer.


14. Nada de lo que el hombre ha sido, es o será, lo ha sido, lo es ni lo será de una vez para siempre, sino que ha llegado a serlo un buen día y otro buen día dejará de serlo.


15. Luego de tantos años de servir al jefe, habías perdido los escrúpulos, la sensibilidad, el menor asomo de rectitud. Igual que tus colegas. Igual que el país entero, tal vez. ¿Era ése el requisito para mantenerse en el poder sin morirse de asco?


16. La religión le dio un orden espiritual, un sistema ético con el que afrontar la vida. A veces dudó de la trascendencia, dudó de Dios, pero nunca de la función insustituible del catolicismo como instrumento de contención social de las pasiones y apetitos irracionales del animal humano.


17. Tal vez era cierto que por los gobiernos desastrosos que vinieron después, muchos dominicanos extrañaban Trujillo ahora. Habían olvidado los abusos, los asesinatos, la corrupción, el espionaje, el aislamiento, el miedo: el horror se había convertido en mito. "Todo el mundo tenía trabajo y no había tanto crimen".


18. Todos, en el rincón más roñoso de su alma, habían vivido temiendo que el régimen se derrumbara. Bah, basuras. La lealtad no era una virtud dominicana. Él lo sabía. Durante treinta años lo habían adulado, aplaudido, endiosado, pero, al primer cambio de viento, sacarían los puñales.


19. ¿Valía la pena, papá? ¿Era por la ilusión de estar disfrutando del poder? A veces pienso que no, que medrar era lo secundario. Que, en verdad, a ti, a Arala, a Pichardo, a Chirinos, a Alvarez Pina, a Manuel Alfonso, les gustaba ensuciarse. Que Trujillo les sacó del fondo del alma una vocación masoquista, de seres que necesitaban ser escupidos, maltratados, que sintiéndose abyectos se realizaban.


20. Desde ese momento, y en todos los minutos y horas siguientes, tiempo en el que se decidió su suerte, la de su familia, la de los conjurados, y, a fin de cuentas, la de la República Dominicana, el general José René Román supo siempre, con total lucidez, lo que debía hacer. ¿Por qué hizo exactamente lo contrario? Se lo preguntaría muchas veces los meses siguientes, sin encontrar respuesta.


21. La taza de café o el trago de ron debían saber mejor, el humo del tabaco, el baño de mar un día caluroso, la película de los sábados o el Merengue de la radio, debían dejar en el cuerpo y el espíritu una sensación más grata, cuando se disponía de eso que Trujillo les arrebató a los dominicanos hacía ya treinta y un años: el libre albedrío.


22. ¿Qué pasa con el orden? ¿Estabilidad? ¿Seguridad? He tratado de mantenerte alejado de cosas desagradables. Pero no me digas que no sabes cómo se logra la paz. Con cuánto sacrificio y cuánta sangre. Agradece que te he permitido ver el otro lado y dedicarte al bien, mientras yo, Abbes, el teniente Peña Rivera y otros manteníamos el país en orden para que escribieras tus poemas y tus discursos. Estoy seguro que con tu aguda inteligencia, me entiendes perfectamente.

Obras similares

Obras que comparten tramas, ideas o sucesos históricos con "La fiesta del Chivo" de Mario Vargas Llosa.

Libros parecidos

Síguenos