28. El éxito de una acción militar no depende de ellos, sino del hombre que grita entre las filas "¡Estamos perdidos!" O "¡Hurra!". Sólo en esas filas puede sentirse con certeza que se es útil.
29. En la guerra, un batallón resulta a veces más fuerte que una división entera y otras más débil que una compañía. Nadie puede conocer la fuerza relativa de las tropas.
30. - El éxito en una batalla no ha dependido ni dependerá nunca de las posiciones, del armamento, del número; menos que nada, de las posiciones...- Entonces, ¿De qué? - Del sentimiento que hay en mí, en él y en cualquier soldado.
31. No es posible destruir las pasiones; hay que tratar de dirigirlas hacia un objetivo noble. Es necesario que cada uno pueda satisfacer sus propias pasiones dentro de los límites de la virtud, y que nuestra hermandad le proporcione los medios.
32. La guerra de Rusia debió de ser la más popular de los tiempos modernos; era la guerra del buen sentido y de los intereses verdaderos, del descanso y de la tranquilidad de todos: una guerra puramente pacífica y conservadora.
33. Cuando el hombre se mueve, siempre busca el objetivo de ese movimiento. Para recorrer mil kilómetros debe creer que hay algo bueno después de ese recorrido, y necesita el señuelo de una tierra prometida para tener fuerzas y poder moverse.
34. Basta con ahondar en cada acontecimiento histórico -es decir, en la actuación de toda la masa humana que participa en él- para convencerse de que la voluntad de los héroes, lejos de dirigir las acciones de la masa, es casi siempre dirigida.
35. Si los animales que van a la cabeza del rebaño cambian de dirección, eso significa que la suma de voluntades de todos los animales pasa de un jefe a otro, siempre que ese animal siga la dirección escogida por todo el rebaño.
36. Si lo que se pretende conseguir con la comida es nutrir el cuerpo, quien come de una vez lo correspondiente a dos comidas obtiene tal vez un mayor placer, pero no cumple la finalidad perseguida, porque el estómago no puede digerir dos comidas al mismo tiempo.
37. El ejército consigue una victoria e inmediatamente aumentan los derechos del país victorioso, en detrimento del vencido. Un ejército sufre una derrota y en seguida, según su importancia, el pueblo se ve desprovisto de ciertos derechos; y si la derrota es completa, la sumisión también lo es.
38. Todos los historiadores están de acuerdo en admitir que la actividad exterior de los Estados y los pueblos, en sus colisiones mutuas, se manifiesta en las guerras; y que la fuerza política de esos Estados y pueblos aumenta o disminuye en razón directa a sus mayores o menores éxitos militares.
39. Sí, se me ha revelado una nueva dicha inalienable del ser humano -pensaba en medio de aquella penumbra apacible de la isba con los ojos dilatados, enfebrecidos y fijos-, una felicidad que está más allá de las fuerzas materiales, fuera de toda influencia exterior: la felicidad pura del alma, la dicha del amor.
40. El buen general no necesita cualidades de genio, quizá sea mejor que no tenga las mejores cualidades que hay en el hombre: el amor, la poesía, la ternura, la duda filosófica y analítica. Un militar debe ser limitado, firmemente convencido de que es muy importante todo cuanto hace (de otra manera, no tendría paciencia), y sólo así será un jefe valeroso.
41. La regla táctica, según la cual se debe actuar con las masas para el ataque y en orden disperso para la retirada, confirma, sin querer, la verdad de que la fuerza de un ejército depende de su moral. Para llevar a unos hombres bajo las balas se necesita mayor disciplina que para defenderse de un ataque, disciplina que siempre es el resultado de un movimiento de masas.
42. Mientras se siga escribiendo la historia de algunos personajes, sea la de César o Alejandro, la de Lutero o Voltaire, y no la historia de todos sin excepción, de todos los hombres que han participado en el hecho, es imposible no atribuir a determinados personajes las fuerzas que obligan a otras personas a dirigir sus actividades hacia una sola meta. Y el único concepto que conocen los historiadores es el poder.
43. La guerra no es un intercambio de cumplidos, sino la cosa más odiosa del mundo: hay que comprenderla bien, y no jugar a la guerra. Debe aceptarse severamente esa terrible necesidad. Todo se reduce a eso. Rechazando los engaños y las mentiras, la guerra entonces se llevará con todas sus consecuencias y no será un juego; de otra manera, se convierte en el pasatiempo favorito de gentes ociosas y frívolas...
44. Si los animales que van a la cabeza son relevados constantemente, la dirección de todo el rebaño varía sin cesar; la causa de ello es que, para conseguir la dirección conocida por nosotros, los animales transmiten su voluntad a los más destacados; por eso, para estudiar el movimiento del rebaño hay que observar a todos los animales que se destacan del conjunto y avanzan desde todas partes.
45. Resulta que ellos tienen más miedo que nosotros. Entonces ¿Es a eso tan sólo, y nada más que eso, a lo que se califica de heroísmo? ¿Lo hice acaso por la patria? ¿Y qué culpa tiene ese hombre con sus ojos azules y su hoyuelo en la barbilla? ¡Qué miedo tenía! ¡Creyó que lo iba a matar! ¿Por qué iba a matarlo? La mano me tembló. ¡Y me han dado la cruz de San Jorge! No comprendo nada, nada.
46. El buen general no necesita cualidades de genio, quizá sea mejor que no tenga las mejores cualidades que hay en el hombre: el amor, la poesía, la ternura, la duda filosófica y analítica. Un militar debe ser limitado, firmemente convencido de que es muy importante todo cuanto hace (de otra manera, no tendría paciencia), y sólo así será un jefe valeroso. Dios guarde a ese hombre de amar a alguien, de tener compasión, de pensar en lo que es justo o injusto.
47. Si el terreno del conocimiento humano se limitara al pensamiento abstracto, al analizar con espíritu crítico la explicación que la ciencia nos da sobre el poder, la humanidad llegaría a la conclusión de que el poder no es más que una palabra, y que en realidad no existe. Mas para conocer un fenómeno, además del razonamiento abstracto, el hombre posee otro medio: el experimento, que le permite comprobar los resultados del razonamiento. Y el experimento le dice que el poder no es una palabra, sino un hecho realmente existente.
48. La electricidad produce calor y el calor produce electricidad. Los átomos se atraen y se repelen. Al hablar de las más simples acciones del calor, de la electricidad o de los átomos, no podemos explicar el porqué de esos fenómenos y decimos que ocurre así porque tal es su naturaleza, porque ésa es su ley. Lo mismo sucede en los acontecimientos históricos. ¿Por qué se produce una guerra o una revolución? Lo ignoramos. Lo único que sabemos es que para llegar a ese o a otro hecho, los hombres se unen en determinadas agrupaciones en las cuales todos participan.
49. La inteligencia y la conciencia de aquel hombre se vieron entenebrecidas -no sólo en aquella hora y día- mucho más que las de todos los demás actores del drama; pero jamás, hasta el fin de su vida, pudo comprender ni el bien, ni la belleza, ni la verdad, ni el significado de sus actos, demasiado contrarios al bien y a la verdad, demasiado apartados de todo sentimiento humano para poder entender su sentido. No podía renegar de sus actos, ensalzados por medio mundo, y por eso debía renunciar a la verdad, al bien y a todo lo humano.