Frases de Gran Cabaret

Gran Cabaret

13 frases de Gran Cabaret de David Grossman... Dóvale se sube al escenario de un cabaret de provincias, mientras que su amigo, juez jubilado, está entre el público. De a poco ambos hombres comienzan a recordar sus orígenes y sus vidas.

Frases de David Grossman

Frases de Gran Cabaret David Grossman

01. No sé si alcanza a ver mi sonrisa, pero es un obsequio que le hago como vitualla para el camino que nos queda por recorrer.


02. Qué limitadas son las expresiones del rostro, qué pocas opciones nos dejan.


03. No sé lo que me dijo, qué maldición me lanzó, puede que todo fuera fruto de mi imaginación, pero le vi la cara y entendí que se trataba de una maldición muy grande, y eso que entonces todavía no sabía que sería para toda la vida, que siempre me perseguiría, fuera a donde fuera y huyera a donde huyera


04. Que lo que tenía que hacer era desconectar los fusibles del cerebro. Que no me hacía bien pensar en él.


05. El conductor, nada más terminar de contarme el chiste, empieza a reírse como un loco. Más que reírse parece que rebuzna. La verdad es que es muchísimo más graciosa su risa que el chiste que acaba de contar.


06. La justicia además de ser justa, debe parecerlo.


07. Le brinda una sonrisa que pretende ser de macho a macho, pero sin éxito, porque el hombre aparta la mirada como si lo que hubiera visto fuera una herida abierta.


08. -Tus chistes son muy malos, le responde con la mirada fija en la mesa y los dedos acariciando las asas del bolso. - ¿Malos porque no hacen reír, le pregunta él con suavidad, o malos porque, digamos, encierran cierta maldad? Ella no contesta de inmediato. Reflexiona. -Las dos cosas, dice finalmente. -O sea que mis chistes no tienen gracia, repite él, y además contienen maldad. Ella vuelve a reflexionar: Sí. -La comedia en vivo es así.


09. ¿Por qué me he comportado así? ¿Por qué le he negado mi apoyo en un momento como este?


10. Bebe del termo y me dirige una mirada entre indagadora y esperanzada. Como si se preguntara qué opinión tengo hasta ahora de su historia y puede que hasta de toda la función, pero yo, por un ridículo instinto de protección, por miedo, me cierro en banda, borro cualquier expresión de mi cara y aparto la mirada, lo que hace que él se eche hacia atrás como si le hubiera pegado.


11. Y no tengas prisa por volver, hazme caso, porque cuando más te aprecian es cuando no estás, ¿Te has dado cuenta? ¿No sería esa la idea de Dios cuando organizó la campaña publicitaria del Holocausto? ¿No está basado en eso todo el concepto de la muerte?


12. El público también lo nota. Los espectadores se miran unos a otros y se remueven inquietos en los asientos. Cada vez entienden menos cuál es su papel en esta actuación en la que participan a su pesar. No me cabe la menor duda de que hace ya rato que se habrían levantado para marcharse, o que lo habrían echado a él del escenario a abucheos, si no fuera por la tentación a la que tantísimo nos cuesta resistirnos, la tentación de asomarnos al infierno de los demás.


13. Porque a veces pienso que si un científico israelí, y solo es una suposición, inventara de repente un medicamento contra el cáncer, ¿Me seguís? , unas pastillas que terminaran con el cáncer de una vez por todas, os juro por lo que más queráis que al instante empezarían a oírse quejas por todo el mundo, protestas, manifestaciones, habría votaciones en la ONU y artículos en toda la prensa europea preguntándose por qué hay que atacar al cáncer, en realidad, y en caso de que hubiera que hacerlo, ¿Por qué ya mismo y para destruirlo? ¿Por qué no intentar antes llegar a un acuerdo con él? ¿Por qué emplear directamente la fuerza? O ¿Por qué no ponernos primero en su lugar, por ejemplo, para ver cómo es el cáncer y experimentar la enfermedad desde su punto de vista? Porque no debéis olvidar que el cáncer también tiene su lado positivo. ¡Y la prueba está en que son muchos los que os dirán que afrontar un cáncer los ha hecho mejores personas! También hay que recordar que la investigación contra el cáncer ha llevado al descubrimiento de muchos medicamentos que ahora tendrán que dejar de fabricarse. Pero ¿Es que no hemos aprendido la lección del pasado? ¿Ya nos hemos olvidado de las épocas oscuras? Además -y ahora se pone pensativo-, ¿Hay realmente algo en el hombre que lo haga superior al cáncer para que le resulte legítimo destruirlo?

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