
11 frases de En terreno vedado: historias de Wyoming (Close range: Wyoming stories) de Annie Proulx... Dos vaqueros se conocen de casualidad. Cuando su jefe los envía a cuidar ganado a la montaña Brokeback, entre ambos surge un sentimiento especial que deriva en una relación íntima.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Annie Proulx son: homosexualidad, vida rural, adaptada al cine, amor imposible, amor auténtico, amores secretos, descubrimiento de la orientación sexual, relaciones personales, divorcio, matrimonio sin amor, historias de vaqueros.
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Frases de En terreno vedado: historias de Wyoming Annie Proulx
01. Ojalá supiera cómo dejarte.
02. Nada terminó, nada comenzó, nada se resolvió
03. (...) Se sentía peor que en toda su vida y esa sensación no lo abandonó en mucho tiempo.
04. Se despertaba apesadumbrado, otras con la antigua sensación de dicha y liberación; la almohada estaba a veces húmeda, otras veces las sábanas.
05. ¿Sabes una cosa? He pasado mucho tiempo tratando de averiguar si era...Y sé que no lo soy. Y si no, mira cómo estamos, los dos con mujer e hijos...
06. Había un espacio abierto entre lo que sabía y lo que trataba de creer, pero no podía hacer nada al respecto, y cuando algo no tiene remedio, hay que aguantarse.
07. Había algo de espacio abierto entre lo que él sabía y lo que intentaba creer, pero no se podía hacer nada al respecto, y si no puede solucionarlo, tiene que soportarlo.
08. (...) Cabalgando contra el viento para volver con el rebaño en La Traicionera y luz, pensó que en su vida lo había pasado mejor, se sentía capaz de quitarle el blanco a la luna de un zarpazo.
09. Todo lo que no se habían dicho durante años y ya no se podían decir, confesiones, declaraciones, vergüenzas, culpas, miedos, se alzó entre ellos como enormes nubes de vapor de un manantial de aguas termales en invierno.
10. (...) Arrojó leña seca al fuego, del que saltaron chispas llevándose sus verdades y mentiras; unas cuantas ascuas aterrizaron en sus manos y sus caras, una vez más, y ellos se revolcaron en el suelo. Había algo que nunca cambiaba: la luminosa intensidad de sus infrecuentes acoplamientos siempre quedaba oscurecida por la sensación de que el tiempo volaba, nunca había suficiente tiempo, nunca.
11. Y así fue. Nunca hablaban de sus relaciones sexuales, dejaban que surgieran, al principio solo en la tienda de noche, luego a plena luz del día con el sol cayendo a plomo, y de noche en el resplandor de la hoguera, deprisa, a lo bruto, riendo y resoplando, no sin ruidos, pero sin pronunciar una maldita palabra a excepción de la vez que Ennis dijo: "Yo no soy maricón", y Jack se apresuró a dejar claro: "Yo tampoco. Una y no más. Esto queda entre nosotros".