Frases de El testigo

El testigo

11 frases de El testigo de Juan Villoro... Julio vuelve a su país después de una larga ausencia. Pero esta vuelta a un presente muy distinto del que dejara cuando se fue, se convertirá en una oportunidad de descifrar su pasado.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Juan Villoro son: méxico, tormentoso pasado, ficción histórica, profesor, paso del tiempo, historias cruzadas.

Frases de Juan Villoro Libros de Juan Villoro

Frases de El testigo Juan Villoro

01. La realidad podía ser horrenda, pero no concebía la posibilidad de abandonarla.


02. Ya lo dijo Marx: la historia ocurre dos veces, primero como tragedia, luego como telenovela.


03. La vida privada del conservador ilustrado no había estado libre de rumores. Soltero hasta los cuarenta y dos, fomentó leyendas de donjuanismo que fueron relevadas por sospechas de homosexualidad hasta que, hacía apenas unos cuatros años, se casó con una japonesa a la que conoció en Kioto, mientras estudiaba los haikus de Tablada.


04. Ten cuidado con la gente, no les vayas a hacer un chistecito que te cueste caro. Los indios no son irónicos.


05. Nadie conoce una ciudad como los policías y los mendigos. Perdón por este arrebato sociológico, pero a veces me da por la Escuela de Frankfurt, y yo estoy en una interesante intersección sociométrica: un mendigo con alma de investigador de homicidios.


06. Desde su regreso a México, el pasado fluía hacia adelante y la vida fluía hacia atrás. Demasiadas cuentas pendientes. El cambio, del que tanto habló en París con Jean-Pierre, parecía una cripta mal cerrada.


07. El desorden no era el de una habitación revisada por extraños sino el de alguien que vive en una confusión de actividades.


08. El silencio trabajaba en favor de su desprecio. No iba a decir lo que sabía y su mirada implicaba que sabía lo suficiente.


09. Julio pensó en las piernas de Ignacia, en la línea blanca que le atravesaba un muslo, como una cicatriz en diagonal. "Es mi marca", le decía ella. A veces, después de hacer el amor, la línea parecía borrarse, luego reaparecía, trazada por un lápiz afilado.


10. El tiempo había pasado con suficiente fuerza para reducir su nerviosa pasión de entonces al rango de las anécdotas curiosas, que envejecen mal y empiezan a parecer artificiales, como si dependieran de una tecnología del recuerdo ya obsoleta que revelaba que el drama se montó en un escenario de cartón piedra.


11. Tengo una teoría: la televisión no pertenece a la cultura sino a la neurología; estimula un enlace de neurocircuitos que te permite ver en estado de zombi, suspendiendo el juicio. Y no sólo eso, también los que están dentro de la pantalla se encuentran alterados; el efecto de las cámaras produce una especie de trance, como el aura luminosa que ven los afectados de jaquecas y que tantas veces se confundió con las apariciones religiosas.

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