Frases de El mundo es un pañuelo

El mundo es un pañuelo

11 frases de El mundo es un pañuelo (Small world: an academic romance) de David Lodge... Un profesor universitario se enamora perdidamente de una bella y misteriosa muchacha y se lanza en su persecución por medio mundo, conociendo a una variopinta fauna de intelectuales.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de David Lodge son: viaje, ficción universitaria, enamorarse, amor imposible, profesor, pasión prohibida, sátira, búsqueda de placer, intercambio cultural.

Frases de David Lodge Libros de David Lodge

Frases de El mundo es un pañuelo David Lodge

01. Intensidad... Intensidad de experiencia es lo que andamos buscando.


02. Respeto al hombre capaz de reconocer una cita. Se trata de un arte en extinción.


03. ¿Qué estamos buscando todos? ¿Felicidad? Ya sabemos que esta no es duradera. Distracción, tal vez... Distracción respecto a las feas verdades: que hay una muerte, que la enfermedad, que la impotencia y la senilidad le esperan a uno.


04. Yo mismo soy un poco deconstruccionista. Tiene algo de excitante... La última emoción intelectual que nos queda. Es como aserrar la rama en la que uno está sentado.


05. Leer equivale a rendirse a un interminable desplazamiento de curiosidad y deseo de una frase a otra, de una acción a otra, de un nivel del texto a otro. El texto se desvela ante nosotros, pero nunca se deja poseer, y en vez de pugnar por poseerlo deberíamos complacernos en su provocación.


06. Se siente muy satisfecho con su alojamiento, que le facilita todas las comodidades modernas de forma compacta y conveniente, y le deja un máximo de tiempo libre para su trabajo. ¡Cuánto tiempo pierde la gente yendo de una habitación a otra..., especialmente en Occidente! Espacio es tiempo.


07. (...) Este es el atractivo del circuito de congresos, una manera de convertir el trabajo en juego, de combinar el profesionalismo con el turismo, y todo ello a expensas de otros. ¡Escriba una comunicación y vea mundo! Soy jane austen... ¡Hágame volar!


08. Para ciertas personas, no hay en toda la tierra ruido tan excitante como el que producen tres o cuatro grandes motores de reacción al elevar su tono, mientras el avión en el que ellas viajan gira al final de la pista y, pugnando con sus frenos, se dispone a despegar. El propio peligro de la situación es inseparable del efecto estimulante que produce. Uno se encuentra atado a su asiento, sin retirada posible, entregado en manos de la moderna tecnología. Es mejor, pues, arrellanarse y disfrutar del momento.


09. El lenguaje es la malla que mantiene el pensamiento prisionero en una particular cultura. Pero si fuera posible golpear la pelota con suficiente fuerza y con un perfecto timing, tal vez atravesaría la red y continuaría su trayectoria, para no volver a caer en la Tierra y seguir en órbita alrededor del mundo.


10. Ya sé que al final el hábito acaba por arruinarlo todo. Tal vez sea esto lo que todos andamos buscando: un deseo no diluido por el hábito. -Los formalistas rusos tenían un vocablo para eso -dijo Morris. -Seguro que sí -admitió Philip-, pero de nada sirve decirme cuál era, pues estoy seguro de olvidarlo. -Ostranenie -dijo Morris-. Desfamiliarización. Era lo que, según ellos creían, constituía la literatura. "El hábito devora objetos, ropas, muebles, la propia esposa y el temor a la guerra...El arte existe para ayudarnos a recuperar la sensación de vida". Víctor Sklovsky.


11. Fue la excitación, la riqueza de toda la experiencia, la mezcla de placer y peligro y libertad... Y el sol. Has de saber que cuando volvimos aquí, durante largo tiempo seguí viviendo en Euphoria, en el interior de mi cabeza. Exteriormente, volví a mi antigua rutina. Me levantaba por la mañana, me ponía un traje de tweed, leía el Guardian mientras desayunaba, caminaba hasta la Universidad, daba las mismas clases en base a los mismos viejos textos... Y en todo momento llevaba una vida totalmente distinta en el interior de mi cabeza. En el interior de mi cabeza, había decidido no regresar a Inglaterra, por lo que me despertaba en Plotinus, sentado bajo el sol con mi playera, contemplaba la bahía, me ponía mis Levis y un polo, leía el Euphoric Times mientras desayunaba, y me preguntaba qué ocurriría hoy, si habría una protesta o una manifestación, si mi clase tendría que abrirse paso a través de los gases lacrimógenos o los piquetes, o si nos reuniríamos fuera del campus en el apartamento de alguien, sentados en el suelo y rodeados por carteles, octavillas y reediciones sobre grupos de encuentro, teatro de vanguardia y el Vietnam.

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