
25 frases de El hombre que ríe (L'homme qui rit) de Victor Hugo... Historia de Gwynplaine, un niño con la boca deforme que es salvado por Ursus, un cómico ambulante. Crecerá junto a Dea, una niña ciega y vivirán un amor casto y puro.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Victor Hugo son: historia de amor, crueldad, muerte, huérfanos, vivir en la calle, silencio, tempestad, derecho a la alegría.
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Frases de El hombre que ríe Victor Hugo
01. Una prisión no se abre, bosteza, tal vez de aburrimiento.
02. La aristocracia, ese buitre, ha empollado un huevo de águila: la libertad.
03. El solitario es un diminutivo del salvaje, aceptado por la civilización.
04. Quien haya vivido solitario sabe hasta qué punto es natural el monólogo.
05. Todo era silencio, apaciguamiento, ceguedad. El silencio de las cosas es tal vez taciturnidad.
06. La vida no es sino una larga pérdida de todo lo que se ama.
07. Un cadáver es un bolsillo al que la muerte da vuelta y vacía.
08. Nada es tan temible como las cosas oscuras a las que se llega por pendientes imperceptibles.
09. El arte por el arte se da en la naturaleza más de lo que se cree.
10. Hacer reír es hacer olvidar. ¡En este mundo no hay un bienhechor mayor que el que distribuye el olvido!
11. El oso vive de lamerse la garra, pero no indefinidamente. Hay que abastecer a esa garra, hay que ponerle algo debajo.
12. La tempestad es un pulmón que agrega sin cesar lúgubres agravaciones a lo que ya no tiene matiz, a lo negro.
13. La muerte es una cesación que no exceptúa a miembro alguno. Cuando la noche llega nadie conserva su rincón de luz.
14. La nieve iluminaba a la muerta. El invierno y la tumba no se dañan. El cadáver es el témpano del hombre.
15. La luz falta, el aire falta, la virtud falta, ya no se espera, se prevé lo temible. Daos cuenta de esas angustias. Hay seres que viven en la muerte.
16. El viento, el granizo, la borrasca, el torbellino, son combatientes desordenados a los que se puede vencer. Se puede encontrar algún defecto en la armadura de la tempestad.
17. En la noche hay lo absoluto; en las tinieblas lo múltiple. La gramática, esta lógica no admite singular para las tinieblas, la noche es una, las tinieblas son varias.
18. El espíritu, como la naturaleza, tiene horror al vacío. En el vacío la naturaleza pone el amor; el espíritu pone con frecuencia el odio. El odio lo llena.
19. En ese pozo el mar era un charco de plomo líquido. El agua no se movía. Su inmovilidad era lúgubre. El océano nunca es más feroz que cuando se estanca.
20. Los vicios tienen en nuestro organismo un trazado invisible completamente preparado. Aun siendo inocentes y en apariencia puros, tenemos eso en nosotros. No tener tacha no es no tener defectos. El amor es una ley. La voluptuosidad es una trampa.
21. ¿Quién es el padre del privilegio? El azar. ¿Y quién es su hijo? El abuso. Ni el azar ni el abuso son sólidos. Uno y otro tienen un mal porvenir. Vengo a advertiros. Vengo a denunciar vuestra dicha. Está hecha con la desgracia ajena.
22. Se está en plena tormenta, se brega en las invisibles convulsiones del alma, ya no se sabe si se está muerto o vivo, y se tiene con los que se ama toda clase de delicadezas; en eso se reconocen los verdaderos corazones. En el naufragio de todo sobrenada la ternura.
23. Erráis el camino. Aumentáis la pobreza del pobre para aumentar la riqueza del rico. Es lo contrario de lo que se debería hacer. ¡Cómo, quitar al trabajador para darlo al ocioso, quitar al andrajoso para darlo al harto, quitar al indigente para darlo al príncipe! ¡Oh, sí, tengo vieja sangre republicana en las venas! Me horroriza eso.
24. La risa se había convertido en una vía de hecho. Los chistes llovían. La necedad de las asambleas consiste en tener ingenio. Su befa ingeniosa e imbécil descarta los hechos en vez de estudiarlos y condena los problemas en lugar de resolverlos. Un incidente es un punto de interrogación. Tomarlo a risa es reír del enigma.
25. Todos somos ciegos. El avaro es ciego: ve el oro y no ve la riqueza. El pródigo es ciego: ve el comienzo y no ve el fin. La coqueta es ciega: no ve sus arrugas. El sabio es ciego: no ve su ignorancia. El hombre honrado es ciego: no ve al bribón. El bribón es ciego: no ve a Dios. Dios es ciego: el día en que creó el mundo no vio que el diablo se introducía en él. Yo soy ciego: hablo y no veo que estáis sordos.