Frases de El mercader de Venecia

El mercader de Venecia

11 frases de El mercader de Venecia (The merchant of venice) de William Shakespeare... Historia en torno a la anécdota del fracaso de un aval y la sanguinaria reclamación del usurero Shylock, y la relación amorosa entre el noble Bassanio y Porcia, rica y hermosa huérfana.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de William Shakespeare son: comedia, adaptada al cine, drama, ambientada en venecia (italia), usureros, huérfanos, historia de amor, violencia, egoísmo, teatro isabelino.

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Frases de El mercader de Venecia William Shakespeare

01. Si la fortuna es mujer, conoce su oficio.


02. El mal puede citar las sagradas escrituras para sus propósitos.


03. El contrato no te da ni una gota de sangre: dice expresamente "una libra de carne". Conque llévate lo tuyo, tu libra de carne; mas, si al cortarla viertes una gota de sangre cristiana, tus tierras y bienes serán confiscados, según las leyes de Venecia, en favor del Estado.


04. El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen.


05. La cabeza podrá dictar leyes contra la pasión, pero el ardor puede más que la frialdad de una sentencia.


06. Ah, las palomas de Venus son diez veces más veloces en sellar un pacto de amor que en cumplir las promesas de fidelidad.


07. Lee el decreto tú mismo: ya que pides justicia, ten por cierto que tendrás más justicia de la que deseas.


08. El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe.


09. El diablo cita la biblia en su provecho. El alma perversa que alega santo testimonio es como un canalla de cara sonriente o hermosa manzana podrida por dentro. ¡Qué buena presencia tiene la impostura!


10. -Nunca estoy alegre oyendo una música dulce. -Porque tienes ocupados los sentidos. Observa un rebaño indómito y salvaje o una manada de potros aún sin desbravar, saltando locamente, bufando y relinchando, como es propio de la sangre que les bulle. Si oyen un toque de trompeta o llega a sus oídos una melodía, verás cómo todos se paran al instante y se aquieta su briosa mirada con el grato poder de la música. Por eso fingió el poeta que Orfeo movía los árboles, las piedras y los ríos. Pues nada hay tan robusto, duro ni violento que no cambie por efecto de la música. El hombre sin música en el alma, insensible a la armonía de dulces sonidos, solo sirve para intrigas, traiciones y rapiñas. Sus impulsos son más turbios que la noche y sus propósitos, más oscuros que el Erebo. No te fíes de ese hombre. Escucha la música.


11. (...) Para cebo de peces. Si no sirve para más, saciará mi venganza. Me deshonra y me fastidia medio millón, se ríe de mis pérdidas, se burla de mis ganancias, se mofa de mi pueblo, me estropea los negocios, enfría a mis amigos, calienta a mis enemigos. ¿Y por qué? Soy judío. Un judío, ¿No tiene ojos? Un judío, ¿No tiene manos, órganos, miembros, sentidos, deseos, emociones? ¿No come la misma comida, no le hieren las mismas armas, no le aquejan las mismas dolencias, no se cura de la misma manera, no le calienta y enfría el mismo verano e invierno que a un cristiano? Si nos pincháis, ¿No sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿No reímos? Si nos envenenáis, ¿No morimos? Y si nos ofendéis, ¿No vamos a vengarnos? Si en lo demás somos como vosotros, también lo seremos en esto. Si un judío ofende a un cristiano, ¿Qué humildad le espera? La venganza. Si un cristiano ofende a un judío, ¿Cómo ha de pagarlo según el ejemplo cristiano? ¡Con la venganza!

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