Frases de Donde van a morir los elefantes

Donde van a morir los elefantes

12 frases de Donde van a morir los elefantes de José Donoso... Un profesor chileno, acepta una oferta para trabajar en una universidad norteamericana. En ella descubre los contrastes de la vida académica: envidias, resentimientos, ambiciones de poder y relaciones sexuales cruzadas.

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Frases de Donde van a morir los elefantes José Donoso

01. La vida está hecha de fragmentos, y a duras penas uno logra reunirlos. Nada, ninguna relación es completa. Nadie lo es todo para nadie. El amor completo es una invención retórica, una forma de expresar algo mucho más confuso y elemental y que por comodidad o necesidad de estilo bautizaron así los románticos.


02. El Paraíso está aquí; siempre y cuando uno sepa cómo armar los fragmentos.


03. Dentro de muy pocos días -luego de la última tarde sofocante, todavía viscosa de plantas carnudas, húmeda de sapos y crepitante de grillos, bullente con el tráfago de coleópteros inidentificables y el chillido de los pájaros- se apagaría el verano en el bosque que envolvía a San José...


04. Para él San José era un vacío, sin la marca de hierro al rojo ni esos misterios que las palabras van acumulando, brizna a brizna, como un zorzal de garras amarillas que construye su nido.


05. Hay tantas ambivalencias en cada vida, son tantos los recovecos que ni la persona misma se atreve a explorar. Nada tiene existencia mientras uno no lo cuenta, y cuando lo haces, ya es una existencia habitada por la imaginación del que narra.


06. Lo que sí entiendo es que el lenguaje es una convención: las palabras son sólo el uso que yo les asigno, instrumentos que empleo según me acomoden. El lenguaje, las palabras, a fin de cuentas, son un disfraz. Y todo lo que uno dice o viste es, finalmente, literatura.


07. El televisor estallaba en fogonazos lívidos, envolviendo la habitación con los giros de una cámara ingrávida. Enfoques cambiantes, tomas repetidas, bocetos degradados en busca del suceso que urgía narrar (...) Pero la caja idiota no era capaz de emitir más que graznidos electrónicos, rayos fosforescentes que se apagaban en cuanto una nueva imagen inconclusa fundía la anterior. El pasmo era demasiado reciente para componer un relato consecutivo. (...) Habían sido espectadores remotos de la fechoría: babear de miedo ante sobrecogedoras imágenes televisivas no es lo mismo que vivirlas.


08. Todo era posible si se practicaba la proeza de las sustituciones: había que aceptar las jugarretas del tiempo y el espacio trucados...


09. Eran como siamesas, ninguna reconocible, ni con nombre que recordar. Se trataba justamente de borrar identidades particulares: todas vestidas y sonriendo igual, con el propósito de establecer una identidad genérica y seriada, como en los productos de fábrica. Esto constituía la mejor salvaguarda para mantener su anonimato.


10. Las cosas tienen más de una vida, siempre un doble fondo más allá de su destino inicial: vivir era ir descubriendo otras formas, de acuerdo con una sintaxis distinta, con otro vocabulario y otra gramática. Todo traducible y transformable, sin contorno definitivo, porque un vocablo se puede intercalar entre otros para que signifique cosas distintas.


11. ¡Qué infierno es este ambiente de universidad yanqui! Con razón dicen que en Estados Unidos las universidades son los sitios donde van a morir los elefantes. (...) Vuélvete, antes de que sea demasiado tarde y ya no sepas prescindir de esta dieta de placebos engordadores y te conviertas tú también en cadáver de elefante. Es un destino casi peor que ser un escritor latinoamericano expatriado en París.


12. La rara vez que uno recuerda sus raíces es para llorarlas, pintoresca y pasivamente. ¡Malditas raíces! No te engañes: no son más que tentáculos de ese cliché desvanecido que los cursis llaman pérdida de identidad.

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