Frases de Contra la interpretación

Contra la interpretación

30 frases de Contra la interpretación (Against interpretation) de Susan Sontag... Primera colección de ensayos que incluyen textos originales y provocativos sobre Sartre, Simone Weil, Beckett, el cine, el psicoanálisis y el pensamiento religioso contemporáneo.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Susan Sontag son: función de la crítica, obra de arte, sentidos, importancia de la experiencia personal, crítica literaria, cultura de masas, pintura, ansiedad.

Frases de Susan Sontag Libros de Susan Sontag

Frases de Contra la interpretación Susan Sontag

01. En lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte.


02. La interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte.


03. La verdad es equilibrio, pero quizá lo opuesto a la verdad, el desequilibrio, no sea mentira.


04. La actual es una de esas épocas en que la actitud interpretativa es en gran parte reaccionaria, asfixiante.


05. ¿Cómo debería ser una crítica que sirviera a la obra de arte, sin usurpar su espacio?


06. Vivimos en una época en que la tragedia no es una forma de arte, sino una forma de historia.


07. En las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar.


08. Vivimos en el mundo, y es en el mundo donde se hacen y se disfrutan los objetos de arte.


09. La mejor crítica, y no es frecuente, procede a disolver las consideraciones sobre el contenido en consideraciones sobre la forma.


10. No existen obras sin estilo, sino, solamente, obras de arte pertenecientes a tradiciones y concepciones estilísticas diferentes, más o menos complejas.


11. Lo que ahora importa es recuperar nuestros sentidos. Debemos aprender a ver más, a oír más, a sentir más.


12. El mundo, nuestro mundo, está ya bastante reducido y empobrecido. Desechemos, pues, todos sus duplicados, hasta tanto experimentemos con más inmediatez cuanto tenemos.


13. La nuestra es una cultura basada en el exceso, en la superproducción; el resultado es la constante declinación de la agudeza de nuestra experiencia sensorial.


14. El verdadero arte tiene el poder de ponernos nerviosos. Al reducir la obra de arte a su contenido para luego interpretar aquello, domesticamos la obra de arte.


15. La función de la crítica debiera consistir en mostrar cómo es lo que es, inclusive qué es lo que es y no en mostrar qué significa.


16. La finalidad de todo comentario sobre el arte debiera ser hoy el hacer que las obras de arte -y, por analogía, nuestra experiencia personal- fueran para nosotros más, y no menos, reales.


17. Para la conciencia moderna, el artista (que reemplaza al santo) es el sufridor ejemplar. Y entre los artistas, el escritor, el hombre de palabras, es la persona a quien consideramos más capaz de expresar su sufrimiento.


18. En una cultura cuyo ya clásico dilema es la hipertrofia del intelecto a expensas de la energía y la capacidad sensorial, la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte.


19. La huida de la interpretación parece ser especialmente característica de la pintura moderna. La pintura abstracta es un intento de no tener contenido, en el sentido ordinario; puesto que no hay contenido, no cabe interpretación.


20. La alternativa es inexorable: o soy viajero de las antiguas épocas, y me enfrento con un espectáculo prodigioso que me resultaría casi ininteligible o soy viajero de mi época, precipitándome en la búsqueda de una realidad desvanecida.


21. La obra de arte, en la medida en que nos entregamos a ella, ejerce un derecho total o absoluto sobre nosotros. El arte no tiene por finalidad constituirse en auxiliar de la verdad, sea esta particular e histórica, o eterna.


22. Hoy en día, el valor más alto y más liberador en el arte -y en la crítica de hoy- es la transparencia. La transparencia supone experimentar la luminosidad del objeto en sí, de las cosas tal como son.


23. La necesidad de verdad no es constante; como tampoco lo es la necesidad de reposo. Una idea que suponga distorsión puede tener un empuje intelectual superior al de la verdad; puede servir mejor a las necesidades del espíritu, que varían.


24. Todas las condiciones de la vida moderna -su abundancia material, su exagerado abigarramiento- se conjugan para embotar nuestras facultades sensoriales. Y la misión del crítico debe plantearse precisamente a la luz del condicionamiento de nuestros sentidos, de nuestras capacidades (más que de los de otras épocas).


25. (...) Ahí se establece el problema fundamental de la asimilabilidad del mundo en su inmediatez repulsiva, viscosa, vacua u obstrusivamente sustancial: el problema que inspira todos los escritos de Sartre. El ser y la nada es un intento de desarrollar un lenguaje que se enfrente y registre los gestos de una conciencia atormentada por la repulsión.


26. (...) Lo mismo ocurre con nuestras vidas. Si las observamos desde fuera, tal como la influencia y divulgación popular de las ciencias sociales y de la psiquiatría han inducido a la gente a hacer, nos vemos a nosotros mismos como ejemplos de generalidades, y, al hacerlo, caemos en una profunda y dolorosa alienación de nuestra propia experiencia y de nuestra humanidad.


27. Ninguno de nosotros podrá recuperar jamás aquella inocencia anterior a toda teoría, cuando el arte no se veía obligado a justificarse, cuando no se preguntaba a la obra de arte qué decía, pues se sabía (o se creía saber) qué hacía. Desde ahora hasta el final de toda conciencia, tendremos que cargar con la tarea de defender el arte.


28. Algunas vidas son ejemplares, otras no; y entre las ejemplares las hay que nos invitan a la imitación, y otras que contemplamos a distancia, con una mezcla de repulsión, piedad y reverencia. Esta es, en rasgos generales, la diferencia entre el héroe y el santo (si se nos permite usar este último término en un sentido, más que religioso, estético).


29. Varias veces he aplicado ya a la obra de arte la metáfora de un "modo de nutrición". Llegar a implicarse en la obra de arte comporta, sin duda, la experiencia de desprenderse del mundo. Pero la obra de arte por sí misma resulta también un objeto vibrante, mágico y ejemplar, que nos devuelve al mundo de alguna manera más receptivos y enriquecidos.


30. Los héroes de la cultura, en nuestra civilización liberal burguesa, son antiliberales y antiburgueses; son escritores reiterativos, obsesivos y mal educados, que nos impresionan por la fuerza; no simplemente por su tono de autoridad personal y por su ardor intelectual, sino por su carácter de marcado extremismo personal e intelectual. Los fanáticos, los histéricos, los destructores del yo, son precisamente los autores que aportan su testimonio a esta época espantosamente pulcra en que vivimos. En la mayoría de los casos es un problema de tono: resulta difícil dar crédito a ideas expresadas en los tonos impersonales de la cordura.

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