Frases de Abaddón el exterminador

Abaddón el exterminador

21 frases de Abaddón el exterminador de Ernesto Sabato... La novela más experimental en la obra del escritor argentino, con una estructura narrativa fragmentaria que mezcla sucesos autobiográficos, historias paralelas, análisis filosóficos, hipótesis y crítica literaria.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Ernesto Sabato son: segunda guerra mundial, guerra de vietnam, bomba atómica, bombardeos atómicos de hiroshima y nagasaki, golpe de estado, revolución argentina (dictadura cívico-militar), dictadura.

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Frases de Abaddón el exterminador Ernesto Sabato

01. Creamos lo que no tenemos, lo que ansiosamente necesitamos.


02. Porque el deseo de vivir es así: incondicional e insaciable.


03. Es que para admirar se necesita grandeza, aunque parezca paradójico.


04. ¿Por qué no me hace el obsequio de irse al mismísimo carajo?


05. Le expliqué que el mundo es una sinfonía, pero que dios toca de oído.


06. Los seres humanos que más lo quieren a uno pueden ser utilizados por las fuerzas malignas para embromarlo.


07. Porque no hay poesía festiva, alguien había dicho, pues quizá sólo del tiempo y de lo irreparable puede hablar.


08. La verdadera justicia sólo la recibirás de seres excepcionales, dotados de modestia y sensibilidad, de lucidez y generosa comprensión.


09. Las Fuerzas no temen a las ideas, los Dioses ni se molestan. Los sueños, las oscuras imaginaciones, eso es lo que temen.


10. El silencio se hacía más grave a medida que avanzaba la noche, como se recibe siempre a los heraldos de las tinieblas.


11. Y así terminó un día más en Buenos Aires, algo irrecuperable para siempre, algo que lo acercaba un poco más a su propia muerte.


12. En ocasiones, lo sentía como si formara parte de su propio espíritu, podía imaginar casi en detalle lo que habría sentido frente a ciertos acontecimientos.


13. Como acabo de decirle, no hay que buscar coherencia en el poder diabólico, pues la coherencia es propia del conocimiento luminoso, y en particular de su máximo exponente, las matemáticas.


14. Porque toda revolución, por pura que sea, y sobre todo si lo es, está destinada a convertirse en una sucia y policial burocracia, mientras que los mejores espíritus concluyen en las mazmorras o los manicomios.


15. ¿Para qué crear si esta realidad que nos fue dada nos satisface? Dios no escribe ficciones: nacen de nuestra imperfección, del defectuoso mundo en que nos obligaron a vivir. Yo no pedí que me nacieran, ni vos: nos trajeron a la fuerza.


16. (...) Haberte vaciado por entero de vos mismo, porque no sólo has descargado lo que sabés de vos sino también lo que sospechás y suponés, así como tus estremecimientos, tus fantasmas, tu vida inconciente. Y haberlo hecho con sostenida fatiga y tensión, con cautela y temblor, con descubrimientos y fracasos.


17. Me pedís consejos, pero no te los puedo dar en una simple carta, ni siquiera con las ideas de mis ensayos, que no corresponden tanto a lo que verdaderamente soy sino a lo que querría ser, si no estuviera encarnado en esta carroña podrida o a punto de podrirse que es mi cuerpo.


18. ¡Detente! Casi dijo con ingenuidad, tratando de instaurar una disparatada magia. ¡Detente, oh tiempo! Volvió casi a murmurar, como si la forma poética pudiera lograr lo que las simples palabras no pueden. Deja a esos niños para siempre ahí, en esa vereda, en ese universo hechizado! No permitas que los hombres y sus suciedades los lastimen, los quiebren.


19. Hace un tiempo, un crítico alemán me preguntó por qué los latinoamericanos teníamos grandes novelistas pero no grandes filósofos. Porque somos bárbaros, le respondí, porque nos salvamos, por suerte, de la gran escisión racionalista. Como se salvaron los rusos, los escandinavos, los españoles, los periféricos. Si quiere nuestra Weltanschauung, le dije, búsquela en nuestras novelas, no en nuestro pensamiento puro.


20. Cada uno busca lo que no tiene, y si Sócrates busca la Razón es precisamente porque la necesita con urgencia contra sus pasiones: todos los vicios se leían en su cara, ¿Recordarás? Sócrates inventó la Razón porque era un insensato y Platón repudió el arte porque era un poeta. ¡Lindos antecedentes para estos propiciadores del Principio de la Contradicción! Como ves, la lógica no sirve ni para sus inventores.


21. Pero, para colmo, nadie te podrá garantizar lo porvenir, porvenir que en cualquier caso es triste: si fracasás, porque el fracaso es siempre penoso y, en el artista, es trágico; si triunfás, porque el triunfo es siempre una especie de vulgaridad, una suma de malentendidos, un manoseo; convirtiéndote en esa asquerosidad que se llama un hombre público, y con derecho (con derecho?) un chico como vos mismo eras al comienzo te podrá escupir. Y también deberás aguantar esa injusticia, agachar el lomo y seguir produciendo tu obra, como quien levanta una estatua en un chiquero.

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