01. Y en esta muchacha no había afirmación ni negativa, no había ninguna respuesta. Lo único que la distinguía de un cadáver era que respiraba y que tenía la sangre caliente. De hecho, cuando se despertara a la mañana siguiente, ¿Acaso sería muy distinta de un cadáver con los ojos abiertos? Ahora no había en la muchacha amor, vergüenza ni miedo. Cuando se despertara, podría haber amargura y remordimiento. No sabría quién la había poseído. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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02. (... ) ¿Sería que una muchacha profundamente dormida, que no dijera nada ni oyera nada, lo oía todo y lo decía todo a un anciano que, para una mujer, había dejado de ser hombre? "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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03. El templo de las camelias se encontraba en una zona ruidosa y vulgar de la ciudad, y en el jardín no había nada digno de verse, excepto la camelia. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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04. Le gustaría verla antes de que se durmiera, podría haber dicho. Pero por alguna razón las palabras se le ahogaron en la garganta. Habría desafiado la regla secreta de la casa. Precisamente por ser una regla tan extraña, tenía que ser cumplida del modo más estricto. Una vez transgredida, la casa no sería más que un burdel ordinario. Las tristes peticiones de los ancianos, la atracción, todo desaparecería. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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05. Del camino del Go, la belleza de Japón y del Oriente se habían desvanecido. Todo se había vuelto ciencia y reglas. El camino hacia el ascenso de categoría, que controlaba la vida de un jugador, se había convertido en un meticuloso procedimiento de puntaje. Uno conducía el enfrentamiento con la única meta de ganar, y no había margen para recordar la dignidad y la fragancia del Go como arte. "El maestro de Go" (1954)
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06. Un extraño pensamiento lo asaltó: ¿Por qué, entre todos los animales, en el largo curso del mundo, sólo los pechos de la hembra humana habían llegado a ser hermosos? ¿No era para gloria de la raza humana que los pechos femeninos hubiesen adquirido semejante belleza? "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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07. El sonido profundo de una enorme campana de templo budista resonaba con largos intervalos y la prolongada reverberación traía a la conciencia el Japón de antaño. "Lo bello y lo triste" (1965)
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08. (...) Y ahora sabía que los ancianos que venían aquí llegaban con una felicidad más melancólica, un anhelo más fuerte y una tristeza mucho más profunda de lo que había imaginado. Aunque la suya era una especie de aventura fácil para ancianos, un modo simple de rejuvenecimiento, en su esencia ocultaba algo que no volvería pese a todas las nostalgias, que no se curaría por muy grandes que fuesen los esfuerzos. El hecho de que la hechicera "experimentada" de esta noche fuera todavía virgen no era tanto la señal del respeto de los ancianos hacia sus promesas sino la triste señal de su decadencia. La pureza de la muchacha era como la fealdad de los ancianos. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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09. Podía imaginárselos como hombres socialmente exitosos. Pero entre ellos debía de haber algunos que habían prosperado practicando el mal y que conservaban sus ganancias con reiteradas malas acciones. No serían hombres en paz con ellos mismos. Estarían entre los derrotados, o más bien entre las víctimas del terror. Mientras yacían al lado de la carne de muchachas desnudas que dormían un sueño inducido, en sus corazones habría algo más que temor a la muerte cercana y nostalgia de su juventud perdida. Podría haber también remordimiento, y hasta inquietud, tan común en las familias de los prósperos. No tendrían ningún buda ante quien arrodillarse. La muchacha desnuda no sabría nada, no abriría los ojos si uno de los ancianos la tomaba con fuerza en sus brazos, no derramaría lágrimas ni sollozaría, ni siquiera gemiría. El anciano no necesitaría sentir vergüenza, su orgullo permanecería intacto. Los remordimientos y la tristeza podrían fluir libremente. ¿Y acaso no podría ser la propia bella durmiente una especie de Buda? Era de carne y hueso, y su piel joven y su fragancia podían significar el perdón para los tristes ancianos. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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10. Detrás de los ojos cerrados surgió y desapareció una interminable sucesión de fantasmas. Al cabo de un rato empezaron a adquirir cierta forma. Una serie de flechas doradas voló muy cerca y se alejó. Había en sus puntas jacintos de un profundo violeta. En los extremos había orquídeas de diversos colores. Era extraño que las flores no se cayeran a semejante velocidad... Había empezado a adormecerse. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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11. Casarse, criar a sus hijas, todas esas cosas, en la superficie, eran buenas; pero haberlas tenido durante largos años en su poder, haber controlado sus vidas, haber deformado sus naturalezas, todas esas cosas podían ser malas. Tal vez, engañado por la costumbre y el orden, nuestro sentido del mal se atrofiaba. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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12. Las olas rompían con suavidad contra el acantilado. El lugar era como una casa encantada en medio del silencio y la soledad. Se estremeció. Había salido con un quimono de algodón. "La casa de las bellas durmientes" (1961)
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