Frases de Victor Hugo - Página 10

01. Porque lo confieso: todavía tenía esperanzas. Ahora, gracias a Dios, ya no las tengo. "El último día de un condenado" (1829)

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02. Entre los dos faroles del muelle había visto una cosa siniestra. ¡Ay, era la realidad! "El último día de un condenado" (1829)

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03. En medio del tumulto que me envolvía, ya no distinguía los gritos de piedad de los de alegría, las risas de los lamentos, las voces del ruido; todo era un rumor que resonaba en mi cabeza como el eco en una marmita. "El último día de un condenado" (1829)

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04. ¿Están seguros de que no se sufre? Que se sepa, nunca una cabeza cortada se ha levantado de la cesta y gritado al pueblo...¡No duele! ¿Acaso los que han muerto así han vuelto para dar las gracias y decirles: Es un buen invento, estad tranquilos? "El último día de un condenado" (1829)

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05. Las emociones carecían de palabras. "El último día de un condenado" (1829)

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06. Yo soy un romántico, aunque moderado. Pasa como con las emociones. Las deseo dulces, soñadoras, melancólicas, pero jamás sangrientas u horripilantes. "El último día de un condenado" (1829)

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07. Los hombres son todos condenados a muerte con sentencias suspendidas indefinidamente. "El último día de un condenado" (1829)

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08. ¡Qué cosa es el dolor físico junto al dolor moral! "El último día de un condenado" (1829)

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09. Declara, pues, o más bien reconoce abiertamente, que Último día de un condenado a muerte no es otra cosa que un alegato, directo o indirecto, como se quiera, a favor de la abolición de la pena de muerte. "El último día de un condenado" (1829)

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10. ¡Ah! ¡Qué cosa tan infame es una prisión! Hay en ella un veneno que todo lo ensucia. Todo en él se marchita, aun la canción de una muchacha de quince años. Si encuentras un pájaro, tendrá lodo sobre su ala; si recoges una flor, su perfume apestará. "El último día de un condenado" (1829)

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11. Por eso no conocería un fin más elevado, más santo, más augusto que éste: promover la abolición de la pena de muerte. Por ello, desde el fondo de su corazón, se adhiere a los esfuerzos y a las voces de los hombres generosos de todas aquellas naciones que trabajan desde hace tantos años en echar abajo el árbol patibulario, el único árbol que las revoluciones no desarraigan. "El último día de un condenado" (1829)

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12. Acabamos de decir que el patíbulo es la única construcción que las revoluciones no demuelen. Es extraño, efectivamente, que las revoluciones se muestren sobrias de sangre humana. "El último día de un condenado" (1829)

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Arthur Conan Doyle Charles Dickens Charlotte Brontë Herbert George Wells Herman Melville

Victor Hugo

Victor Hugo

Escritor, novelista, poeta, dramaturgo y político francés, autor de "Cromwell" (1827), "Hernani" (1830), "Nuestra Señora de París" (1831), "Los castigos" (1853) y "Los miserables" (1862).

Sobre Victor Hugo

Victor Hugo nace en Besanzón, pero más tarde viaja junto a su familia a Nápoles (Italia) y España debido al nombramiento de su padre como comandante general.

En 1918 funda junto a sus hermanos la revista literaria "El conservador literario" y ese mismo año gana el concurso de la Academia de los Juegos Florales.

El comienzo oficial de Victor Hugo en la literatura se dio en 1822, cuando publica su primera obra poética: "Odas y poesías diversas".

En 1823 es nombrado "Caballero de la Legión de Honor" y se lo comienza a considerar uno de los referentes del Romanticismo.

Inmerso en las actividades políticas de su época, Victor Hugo se presenta a las elecciones en 1848 en apoyo de la candidatura de Luis Napoleón Bonaparte, pero sus discursos sobre la miseria, los asuntos de Roma y la ley Falloux anticiparon su ruptura con el Partido Conservador y lo obligan a exiliarse en Bélgica.

En 1852 se traslada a Jersey, pero tras criticar la visita de la reina Victoria a Francia es expulsado (1855), trasladándose a Guernsey. Tras la caída de Napoleón III en 1870, Victor Hugo retorna a París (Francia), donde es aclamado públicamente y elegido diputado y años más tarde senador.

Entre sus obras destacan "Cromwell" (1827), "Hernani" (1830), "Nuestra Señora de París" (1831), "Los castigos" (1853) y "Los miserables" (1862).

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