01. Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia.
02. Hace ya tiempo que debería haber acabado mis días y exhalado mi último aliento en interés de las necrológicas, que acaso más de uno habrá querido redactar sobre mi persona. En este aspecto soy muy desconsiderado...
03. No estaría bien criticar a otros sin compasión y querer tratarme a mí mismo con delicadeza y tan cuidadosamente como sea posible. Un crítico que tal hace no es auténtico, y los escritores no deben abusar de la escritura.
04. Aquí podrás aprender muy poco, hay una falta de maestros y estudiantes de la Benjamenta no vamos a tener éxito en cualquier cosa, en otras palabras, en nuestra próxima vida todos vamos a ser algo muy pequeño y subordinado.
05. Quizá hubiera podido convencerla a tiempo de que tenía buenas intenciones, de que su querida persona me era importante, y de que por muchos hermosos motivos quería hacerla feliz, y con ello a mí mismo; pero no me esforcé más, y ella partió.
+ Frases de Buenas intenciones
06. ¡Y esos ojos! Contemplarlos es como sumergir la mirada en algo profundo, angustiosamente abisal. Con su brillante negrura, esos ojos parecen no decir nada y expresar, a la vez, lo inexpresable, a tal punto resultan conocidos y desconocidos al mismo tiempo.
07. Al suave viento del Este, colgado de la robusta rama de un roble, un gran duque que se había ahorcado agitaba los pies luchando por abandonar el reino de la absoluta certidumbre. Los idealistas descansaban tiesos en sus tumbas, implacable realidad. Qué cruel y afilada es mi pluma.
08. En los cuchillos y tenedores se habían pegado las lágrimas de mis enemigos ajusticiados, y al tintineo de los vasos se unían los sollozos de innumerables desgraciados; sin embargo, las estelas de las lágrimas me daban risa, mientras que los sollozos de desesperación adquirían un sonido musical a mis oídos. Necesitaba música para amenizar el banquete, y la tenía.
09. Pero ¿Acaso es sensato expresarse con claridad? ¡Oh, cómo me tortura el sol en su cénit! Ella lleva ahora un sombrero de paja y camina algo inclinada, con paso indeciso. La gente insegura puede desconcertar a la gente segura. Es decir, la gente segura convierte en segura a la gente insegura. ¿Tiene de veras el arte la misión de hacer flaquear con las flaquezas? ¡San Sebastián!
10. Una mañana, un joven que parecía un niño fue a una librería y pidió que se le presentara a su maestro. Ellos hicieron lo que deseaba. El librero, un anciano de aspecto venerable, miró con severidad a los jóvenes un poco intimidado, de pie delante de él, y lo invitó a hablar. "Quiero hacer el librero", dijo el joven principiante: "Tengo un gran deseo y no sé lo que me impediría llevar a mi propósito".
11. Ya sus ojos... ¿No han sido siempre para mí como una orden, un mandamiento de intangible belleza? No, no, no le miento. Y cuando aparecía usted en la puerta...Aquí dentro nunca he necesitado el cielo, ni la luna, el sol o las estrellas. Usted, sí, usted ha sido para mí la aparición suprema. Le estoy diciendo la verdad, señorita, y espero que sienta cuán lejos de todo intento de adulación se hallan mis palabras.
12. En un paisaje vespertino un dibujante dibujaba un árbol alto. A unos veinte pasos a su espalda, había otro dibujante que dibujaba al dibujante. El primer dibujante era dibujado por el segundo dibujante. (...) Qué raro que un pequeño delantal pueda fascinar tanto y tantas veces. Pero tengo para mí que es lo correcto. (...) Cuánta magnificencia en todas las cosas. Aunque ¿En qué cosas? Pero ¿Acaso es sensato expresarse con claridad?