Frases de Robert Walser - Página 2

01. Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia.

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02. Hace ya tiempo que debería haber acabado mis días y exhalado mi último aliento en interés de las necrológicas, que acaso más de uno habrá querido redactar sobre mi persona. En este aspecto soy muy desconsiderado...

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03. No estaría bien criticar a otros sin compasión y querer tratarme a mí mismo con delicadeza y tan cuidadosamente como sea posible. Un crítico que tal hace no es auténtico, y los escritores no deben abusar de la escritura.

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04. Aquí podrás aprender muy poco, hay una falta de maestros y estudiantes de la Benjamenta no vamos a tener éxito en cualquier cosa, en otras palabras, en nuestra próxima vida todos vamos a ser algo muy pequeño y subordinado.

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05. Quizá hubiera podido convencerla a tiempo de que tenía buenas intenciones, de que su querida persona me era importante, y de que por muchos hermosos motivos quería hacerla feliz, y con ello a mí mismo; pero no me esforcé más, y ella partió.

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06. ¡Y esos ojos! Contemplarlos es como sumergir la mirada en algo profundo, angustiosamente abisal. Con su brillante negrura, esos ojos parecen no decir nada y expresar, a la vez, lo inexpresable, a tal punto resultan conocidos y desconocidos al mismo tiempo.

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07. Al suave viento del Este, colgado de la robusta rama de un roble, un gran duque que se había ahorcado agitaba los pies luchando por abandonar el reino de la absoluta certidumbre. Los idealistas descansaban tiesos en sus tumbas, implacable realidad. Qué cruel y afilada es mi pluma.

+ Frases de Idealista


08. En los cuchillos y tenedores se habían pegado las lágrimas de mis enemigos ajusticiados, y al tintineo de los vasos se unían los sollozos de innumerables desgraciados; sin embargo, las estelas de las lágrimas me daban risa, mientras que los sollozos de desesperación adquirían un sonido musical a mis oídos. Necesitaba música para amenizar el banquete, y la tenía.

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09. Pero ¿Acaso es sensato expresarse con claridad? ¡Oh, cómo me tortura el sol en su cénit! Ella lleva ahora un sombrero de paja y camina algo inclinada, con paso indeciso. La gente insegura puede desconcertar a la gente segura. Es decir, la gente segura convierte en segura a la gente insegura. ¿Tiene de veras el arte la misión de hacer flaquear con las flaquezas? ¡San Sebastián!

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10. Una mañana, un joven que parecía un niño fue a una librería y pidió que se le presentara a su maestro. Ellos hicieron lo que deseaba. El librero, un anciano de aspecto venerable, miró con severidad a los jóvenes un poco intimidado, de pie delante de él, y lo invitó a hablar. "Quiero hacer el librero", dijo el joven principiante: "Tengo un gran deseo y no sé lo que me impediría llevar a mi propósito".

+ Frases de Anciano


11. Ya sus ojos... ¿No han sido siempre para mí como una orden, un mandamiento de intangible belleza? No, no, no le miento. Y cuando aparecía usted en la puerta...Aquí dentro nunca he necesitado el cielo, ni la luna, el sol o las estrellas. Usted, sí, usted ha sido para mí la aparición suprema. Le estoy diciendo la verdad, señorita, y espero que sienta cuán lejos de todo intento de adulación se hallan mis palabras.

+ Frases de Adulación


12. En un paisaje vespertino un dibujante dibujaba un árbol alto. A unos veinte pasos a su espalda, había otro dibujante que dibujaba al dibujante. El primer dibujante era dibujado por el segundo dibujante. (...) Qué raro que un pequeño delantal pueda fascinar tanto y tantas veces. Pero tengo para mí que es lo correcto. (...) Cuánta magnificencia en todas las cosas. Aunque ¿En qué cosas? Pero ¿Acaso es sensato expresarse con claridad?

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Robert Walser

Robert Walser
  • 15 de abril de 1878
  • Biel, Berna, Suiza
  • 25 de diciembre de 1956
  • Herisau, Appenzell Rodas Exteriores, Suiza

Escritor, poeta y dramaturgo suizo dueño de una obra de excepcional singularidad y hermosura y considerado uno de los más importantes escritores en lengua alemana del siglo XX.

Sobre Robert Walser

Robert Walser nace en el seno de una familia numerosa y se cría en la ciudad de Biel, una de las tres ciudades bilingües de Suiza junto con Friburgo y Sierre, por lo que hablaba alemán y francés en forma fluida.

Finalizados sus estudios primarios, ingresó en la escuela de educación secundaria "Gymnasium", pero debió abandonarla por problemas económicos que tuvo la familia.

Entre 1892 y 1895 trabaja como empleado de oficina, trasladándose a Stuttgart en 1895 y a Zürich en 1896, siempre trabajando en empleos temporales.

En 1898 el influyente crítico Joseph Victor Widmann publicó varios poemas de su autoría en el periódico "Der Bund", llamando la atención del escritor y crítico Franz Blei, quien lo introdujo en el mundo literario publicando numerosos relatos y poemas en la revista "Die Insel".

En 1903 Robert Walser cumplió con el servicio militar obligatorio y tiempo después comenzó a trabajar como ayudante de un ingeniero e inventor en Wädenswil (cerca de Zürich), experiencia que se convertiría tiempo después en su novela "El ayudante" (1908).

A finales de 1905 asistió a un curso para convertirse en sirviente del castillo de Dambrau en la Alta Silesia, episodio que se reflejaría luego en su obra "Jakob von Gunten" (1909).

Tras unos años viviendo en Berlín (Alemania), en 1913 volvió a Suiza y vivió en diferentes lugares hasta terminar en una buhardilla en el hotel "Blaues Kreuz" de Biel.

Mientras participaba en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), falleció su padre y su hermano Hernest y tiempo después se suicidó Hermann, otro de sus hermanos.

A principios de 1921 se trasladó a Berna con el fin de trabajar en la oficina de registro público, viviendo en diferentes lugares y siendo una persona muy solitaria.

En 1929 comenzó a sufrir ataques de ansiedad y alucinaciones, internándose voluntariamente y en forma transitoria en el manicomio de Herisau.

En una de las tantas caminatas largas y solitarias que hacía Robert Walser, fue encontrado muerto de un ataque al corazón en un campo de nieve cerca del manicomio.

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