01. La propiedad fue la chispa que prendió fuego a la revolución. El gobierno tenía necesidad de dinero. Tenía que mostrar que era absoluto, y por consiguiente, dueño de toda propiedad; tenía que apropiarse de su dinero, que estaba a disposición pero no era propiedad de sus súbditos.
02. Un niño no pone en sus deseos ni ideas ni pensamientos; un joven no persigue más que intereses espirituales, los intereses del hombre, en cambio, son materiales, personales y egoístas.
03. Lo esencial en nosotros no es lo que somos para el estado, es decir, nuestra cualidad de ciudadano, nuestra ciudadanía, sino que existimos los unos para los otros: cada cual existe por y para otro: vosotros cuidáis mis intereses y, recíprocamente, yo velo por los vuestros.
04. ¿Qué causa es la que voy a defender? Ante todo, mi causa es la buena causa, es la causa de Dios, de la verdad, de la libertad, de la humanidad, de la justicia; luego, la de mi príncipe, la de mi Pueblo, la de mi Patria; más tarde será la del Espíritu, y después otras mil... ¡Pero la causa que yo defiendo no es mi causa! ¡Abomino del egoísta que no piensa más que en sí!
05. ¿Cómo podéis ser verdaderamente únicos, si existe en vosotros la menor huella de dependencia, la menor cosa que no sea Vosotros y nada más que Vosotros? ¡Mientras permanezcáis encadenados unos a otros, no podréis hablar de Vosotros en singular, mientras os una un lazo, seguís siendo un plural; de vosotros doce hacéis la docena, mil formáis un pueblo y algunos millones la Humanidad!