Frases de Leonardo Padura - Página 4

01. Conocer una realidad como la cubana es un desafío. Resulta demasiado peculiar, singular, sin paralelos como para poder entenderla por comparación u oposición, o para intentar explicarla a partir de un par de prejuicios, a favor o en contra. La realidad cubana muchas veces toca el absurdo, diría que es una realidad que en ocasiones se convierte en irreal. Por eso la premisa más importante para intentar una interpretación de la realidad y la vida cubana es vivirla, pues sólo así se puede empezar a entender algo, aunque nunca se entenderá todo.

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02. Uno de los errores de los promotores de la literatura policial en Cuba y de muchos escritores cubanos fue querer reproducir en la literatura el trabajo de la policía real. Eso es un error en todos los sentidos porque la realidad se rige por códigos que son propios de la realidad. Un policía de la realidad debe de cumplir un reglamento. Pero esos reglamentos y ese policía real no funcionan en la literatura. La literatura tiene sus propias leyes, sus propias relaciones entre realidad y ficción, que uno tiene que respetar.

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03. He estado en los lugares más hermosos del mundo y me he preguntado lo que tú y la respuesta es... no. Si hubiera sido escritor, hubiera sido un escritor diferente. El escritor es el resultado de su cultura, sus circunstancias y su momento histórico. La cultura cubana es muy generosa en ese sentido, soy escritor porque Abilio Estévez y yo éramos mecanógrafos en la Escuela de Letras, porque estudié Filología en un aula muy competitiva; es decir, por los elementos contextuales e históricos y también por la ambición, el esfuerzo y mis condiciones personales.

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04. Lo que yo no entiendo es para qué carajos hacen falta tantos papeles -protestó Manolo y abrió los brazos, como si tratara de abarcar la inmensidad de la oficina, tomada por la papelería que conformaba la memoria diaria de la Empresa-. Y eso que nada más es del 88. En cualquier momento hay que inventar una empresa para los papeles de esta empresa. -Pero imagínate, Mayo, con todos estos controles y con los arqueos y auditorías, y hay más robo, malversación y desvío de recursos de lo que nadie se pueda imaginar. Sin papeles no habría quien aguantara esto.

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05. La falta de memoria es una de las cualidades sicológicas de este país. Es su autodefensa y la defensa de mucha gente... Todo el mundo se olvida de todo y siempre se dice que se puede empezar de nuevo, y ya: está hecho el exorcismo. Si no hay memoria, no hay culpa, y si no hay culpa no hace falta siquiera el perdón porque esta isla tiene la misión histórica de estar recomenzando siempre, de volver a empezar cada treinta o cuarenta años, y el olvido suele ser el bálsamo para todas las heridas que quedan abiertas...

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06. El avance del turismo en Cuba marchaba -éste sí era un verbo cabalmente complementado- a pasos agigantados, se triplicaban ya las capacidades hoteleras; por su lado, los trabajadores de la gastronomía y los servicios en la capital comenzaban ya una ardua lucha intermunicipal para ganarse el derecho a ser la sede provincial del acto por el 4 de febrero, día de los Trabajadores del ramo: para ello ponían en práctica iniciativas, mejoraban la calidad de los servicios y se esforzaban por erradicar los faltantes, aquella especie de fatalidad ontológica que al Conde le parecía una hermosa y poética manera de bautizar el más elemental de los robos.

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07. La novela policial tiene para mí una virtud muy grande. Es una literatura que cuando uno la intenta hacer desde una perspectiva literaria - se sabe que hay muchas novelas policiales que escasamente rozan lo literario - pero cuando uno la trata de hacer desde una estructura literaria es un género muy agradecido. Es un género muy literario en sí y tiene además la virtud de que te coloca directamente en un lado de la realidad y de la sociedad que siempre es el más oscuro. La novela policial habla de crímenes, violaciones, robo, habla de lo peor de la sociedad. Y esta virtud para mí es muy importante porque yo quería - y fue lo que pensé desde que escribí Pasado perfecto, la primera novela de esta serie - hacer una literatura que de alguna manera fuera dejando también testimonio de lo que ha sido la vida cubana en estos años.

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08. ¿De verdad eres tú? No lo puedo creer... (...) ¿Pero no me digas que eres tú? , había insistido el Conde, abrazado por el júbilo, sin escuchar los reproches de su interlocutor: aquello, claro, estaba deseando ocurrir, y durante muchos años de su vida el Conde lo había deseado, aun cuando sabía imposible que aquello ocurriera: el hombre lento y pálido era uno de sus dioses inamovibles, eso mismo, un ser iluminado, casi un mutka, el que conoce a Dios -o al menos alguien que se le había acercado muchísimo, por vía de la perfección-, y tenerlo allí, a su lado, oírlo, era un inconmensurable privilegio. Siempre había querido tanto hablar contigo, logró decirle, con voz tomada por la emoción, pero no para hablar de la muerte y el sufrimiento, ni siquiera de la reencarnación, que, la verdad, me importa un carajo, con una vida de mierda ya tengo bastante, así que no aspiro a otra. Yo quería hablar contigo de algo más difícil, o más intangible, como tú dices... Dime por favor, ¿Cómo se hace para escribir historias realmente escuálidas y conmovedoras? ¿Cuál es el secreto?

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Influencias

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Leonardo Padura

Leonardo Padura

Escritor, novelista, ensayista, guionista y periodista cubano, autor de "Pasado perfecto" (1991), "Vientos de cuaresma" (1994), "Adiós Hemingway" (2001), "La neblina del ayer" (2005), "El hombre que amaba a los perros" (2009) y "Herejes" (2013).

Sobre Leonardo Padura

Leonardo Padura nació en el barrio de Mantilla (La Habana), donde transcurrió su infancia y adolescencia.

Finalizada su educación secundaria, estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad de la Habana.

En 1980 comenzó su carrera periodística en la revista literaria "El Caimán Barbudo" y en el periódico "Juventud Rebelde".

En 1988 editó su primera novela, "Fiebre de caballos" y tiempo después "Pasado perfecto" (1991), primera obra de la tetralogía conocida como "Las cuatro estaciones" donde lanza a la vida literaria el peculiar personaje del teniente Mario Conde.

"Vientos de cuaresma" (1994), "Máscaras" (1997), y "Paisaje de otoño" (1998), son las tres obras restantes que forman la tetralogía.

En 2009 Leonardo Padura publica "El hombre que amaba a los perros", novela basada en la historia de Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky que vivió sus últimos años en La Habana.

Destacan además los libros "Adiós Hemingway" (2001), "El hombre que amaba a los perros" (2009) y "Herejes" (2013).

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