Frases de Kazuo Ishiguro - Página 3

01. Estoy segura de que todos, en la niñez, han tenido una experiencia como la nuestra... Sí, en el interior, en los sentimientos. Porque no importa realmente lo mucho que se esfuerzan por prepararte..., nada puede hacer que llegues a comprenderlo cabalmente. "Nunca me abandones" (2005)

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02. Las cenizas de mi hijo habían tardado más de un año en llegar desde Manchuria. Siempre nos decían que era debido a los obstáculos que ponían los comunistas. Y cuando por fin llegaron las cenizas, así como las de otros veintitrés jóvenes caídos como él en una desesperada incursión por un campo de minas, nadie nos garantizó que fueran realmente las cenizas de Kenji. "Un artista del mundo flotante" (1986)

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03. Al ver a mi padre, aquellos hombres tuvieron la misma sensación que la que yo he tenido esta mañana al contemplar el paisaje inglés en todo su esplendor: la sensación de saber que estaban ante algo lleno de grandeza. "Lo que queda del día" (1989)

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04. Y creo que todos los aquí presentes en torno a esta mesa (...) tenemos derecho a estar orgullosos. Si la frivolidad y el mal gusto son dos cosas que han estado predominando a nuestro alrededor, en estos momentos aflora en Japón un espíritu mucho más noble y varonil del que formáis parte todos vosotros. Mi mayor deseo es que no abandonéis este nuevo estilo y lleguéis a convertiros en sus principales representantes. (...) Este rincón nuestro donde nos hallamos reunidos, es una prueba del nacimiento del nuevo espíritu y todos tenemos derecho de sentirnos orgullosos. "Un artista del mundo flotante" (1986)

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05. ¿Por qué nos llevábamos vuestros trabajos artísticos? ¿Por qué hacíamos tal cosa? Has dicho algo muy interesante antes, Tommy. Cuando estabas hablando de esto con Marie-Claude. Has dicho que era porque la obra de arte revelaba cómo era su autor. Cómo era en su interior. Eso es lo que has dicho, ¿No es cierto? Bien, no estabas en absoluto errado en eso. Nos llevábamos vuestros trabajos artísticos porque pensábamos que nos permitirían ver vuestra alma. O, para decirlo de un modo más sutil, para demostrar que teníais alma. "Nunca me abandones" (2005)

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06. (...) No hago más que pensar en ese río de no sé qué parte, con unas aguas muy rápidas. Y en esas dos personas que están en medio de ellas, tratando de agarrarse mutuamente, aferrándose con todas sus fuerzas el uno al otro, hasta que al final ya no pueden aguantar más. La corriente es demasiado fuerte. Tienen que soltarse, y se separan, y se los lleva el agua. Pienso que eso es lo que pasa con nosotros. Qué pena, Kath, porque nos hemos amado siempre. Pero al final no podemos quedarnos juntos. "Nunca me abandones" (2005)

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07. Lo único que me he permitido en este sentido fue ir en el coche a Norfolk sin ninguna necesidad de hacerlo... Fue la única vez en que me permití imaginar una pequeña fantasía. Porque, después de todo, aquello era Norfolk... La fantasía no pasó de ahí –no permití que fuera más lejos–, y aunque las lágrimas me caían por las mejillas, no estaba sollozando abiertamente ni había perdido el dominio de mí misma. Aguardé un poco, volví al coche, y me alejé en él hacia dondequiera que estuviera dirigiendo. "Nunca me abandones" (2005)

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08. ¿A qué se debe exactamente esta calidad de "grandioso" y dónde se aprecia? ¿En qué reside? Reconozco que sería precisa una inteligencia mucho mayor que la mía para contestar a estas preguntas, pero si me viese en la obligación de aventurar una respuesta, diría que el carácter único de la belleza de esta tierra es consecuencia de la falta evidente de grandes contrastes y de espectacularidad, mientras destaca, en cambio por su serenidad y comedimiento, como si el país tuviera una íntima y profunda conciencia de su grandeza y su belleza, y no necesitase lucirlas. "Lo que queda del día" (1989)

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09. Me refiero a que ella siempre me había ocultado ciertas partes de sí misma. Las había preservado, como si el contacto con mi tosquedad hubiera podido contaminarlas. Como digo, señor, yo quizá lo había sospechado siempre. El que hubiera toda una parte de sí misma que preservaba de mí. ¿Quién podía reprochárselo? Una mujer de tal sensibilidad, educada en una familia como la suya... No había dudado en confesárselo abiertamente a Piotrowsky, pero jamás de los jamases, en todos los años que llevábamos juntos, había dejado siquiera entrever su pasión por Baudelaire conmigo. "Los inconsolables" (1995)

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10. (...) ¿Sabe qué hacen ahora los que mandaron al frente a jóvenes como Kenji para que murieran valientemente? Siguen viviendo, y sus vidas no han cambiado gran cosa. Algunos, incluso, viven mejor que antes. Han aprendido cómo comportarse delante de los americanos, y eso que son los mismos que provocaron esta catástrofe. Y fíjese, es por jóvenes como Kenji por los que ahora lloramos. Eso es lo que me irrita. Hombres jóvenes y valientes que han muerto por causas estúpidas, mientras que los verdaderos culpables siguen entre nosotros, temerosos de mostrarse como lo que son y admitir que son los responsables. "Un artista del mundo flotante" (1986)

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11. Como dice usted, es una lástima. Sobre todo cuando vemos que hay quienes deberían pedir perdón entregando sus vidas, pero son demasiados cobardes e incapaces de enfrentarse con sus responsabilidades. Por eso son sólo los hombres verdaderamente nobles, (...) los que aceptan el sacrificio. Sé que hay muchos auténticos criminales de guerra que han recuperado los puestos que ostentaron durante la contienda, y son ellos los que deberían pedir perdón. (...) Pero son los que llevaron al país a la perdición. Por lo menos deberían reconocer que son responsables. No admitir sus errores es una cobardía. Sobre todo errores que cometieron en nombre de todo el país "Un artista del mundo flotante" (1986)

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12. (...) El barrio había sido magnífico, sí. Todos habíamos disfrutado mucho y la alegría y el buen humor que impregnaban nuestras discusiones siempre habían sido sinceros. Pero quizá aquella alegría no fuera tan positiva y, como otras muchas cosas ahora, tal vez sea mejor que todo aquel mundillo haya desaparecido para no volver. Aquella noche estuve a punto de decirle estas mismas palabras a la señora Kawakami; sin embargo, decidí que habría sido una falta de tacto. Naturalmente, su antiguo barrio significaba mucho para ella. La verdad es que le había dedicado todas sus fuerzas y toda su vida; por lo tanto, es fácil comprender que se negase a aceptar que aquello formaba ya, y para siempre, parte del pasado. "Un artista del mundo flotante" (1986)

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Autores relacionados

David Mitchell Haruki Murakami Ian Mcewan Margaret Atwood Salman Rushdie

Kazuo Ishiguro


Escritor, novelista y guionista inglés nacido en Japón, autor de "Un artista del mundo flotante" (1986), "Lo que queda del día" (1989), "Los inconsolables" (1995) y "Nunca me abandones" (2005).

Sobre Kazuo Ishiguro

Kazuo Ishiguro nace en Nagasaki (Japón), pero en 1959 la familia se traslada a Londres (Inglaterra), donde fija su residencia.

En Londres recibe una formación absolutamente occidental, desde la educación primaria hasta los estudios superiores, que cursa en la Universidad de Kent (Kent).

Posteriormente Kazuo Ishiguro realiza un doctorado en Escritura creativa por la Universidad de Anglia del Este (Norwich, Norfolk), donde recibe la influencia del escritor y profesor Malcolm Bradbury.

En 1982 publica su primera novela, "Pálida luz en las colinas", por la que recibe el Premio Winifred Holtby y tiempo después aparece "Un artista del mundo flotante" (1986), por la que se hizo acreedor del premio "Whitbread" de Literatura.

Su tercera novela, "Lo que queda del día" (1989), recibe el Premio Booker y es llevado al cine por el director estadounidense James Ivory en 1993.

En 1995 Kazuo Ishiguro sorprendió con "El desconsolado", un relato introspectivo de una larga pesadilla interior.

Tiempo después aparecen "Cuando fuimos huérfanos" (2001), "Nunca me abandones" (2005), "Nocturnos: cinco historias de música y crepúsculo" (2009) y "El gigante enterrado" (2015).

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