Frases de José María Arguedas - Página 3

01. Bien sabes tú la esperanza que se pierde cuando el tam tam demanda desolación.

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02. Vuelve hacia mí tu labio purpurino que ríe los silencios del Destino.

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03. Continúa, ignorado por la región atea; y nada crea el dios cansado.

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04. Dulce le ríe, dulce la espía la hermosa de melancolía.

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05. No hay que hablar cuando la sangre está hirviendo.

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06. El hombre hace la literatura y después la literatura contribuye a modelar al hombre. Las artes forman la médula de un país, rigen al ser humano; su propia libertad, la más alta y absoluta es posible; y los frutos de ella, llevan el sello de lo antiguo, de la obra de los predecesores, cuando éstos han existido.

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07. La literatura, poesía o novela requiere, como bien lo sabes tú, el don especial, raro, de sentir el vínculo que existe entre el universo, el hombre y el mundo que el hombre mismo ha creado en la tierra, de tal manera, y con tanta intensidad, que ya no pueda dedicarse a otra cosa que a expresar esa experiencia y a perfeccionar el lenguaje del que se vale para interpretarlo.

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08. Resumiendo: La doctrina que sustenta el autor es que el individualismo agresivo no es el que va a impulsar bien a la Humanidad sino que la va a destruir. Es la fraternidad humana la que hará posible la grandeza no solamente del Perú sino de la Humanidad. Y esta es la que practican los indios y la practican con un orden, con un sistema, con una tradición. Eso es todo.

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09. Caminé frente al muro, piedra tras piedra. Me alejaba unos pasos, lo contemplaba y volvía a acercarme. Toqué las piedras con mis manos; seguí la línea ondulante, imprevisible, como la de los ríos, en que se juntan los bloques de roca. En la oscura calle, en el silencio, el muro parecía vivo, sobre la palma de mis manos llameaba la juntura de las piedras que había tocado.

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José María Arguedas

José María Arguedas
  • 18 de enero de 1911
  • Andahuaylas, Perú
  • 2 de diciembre de 1969
  • Lima, Perú

Escritor, novelista, poeta, profesor, traductor, antropólogo, etnólogo, editor y periodista peruano, autor de "Yawar fiesta" (1941), "Los ríos profundos" (1958), "El Sexto" (1961), "Todas las sangres" (1964) y "El zorro de arriba y el zorro de abajo" (1971).

Sobre José María Arguedas

José María Arguedas nació en el seno de una familia mestiza y acomodada, de padre abogado Víctor Manuel Arguedas Arellano y madre Victoria Altamirano Navarro, quien falleció dos años después de su nacimiento.

En 1917 su padre se casó en segundas nupcias y lo dejó al cuidado de su madrastra, quien junto a su hijo lo maltrataban.

Junto a su hermano en 1921 se escaparon, refugiándose en la hacienda Viseca, donde aprendió la lengua y las costumbres andinas que modelaron su personalidad.

Realizó estudios primarios en San Juan de Lucanas, Puquio y Abancay, y secundarios en Ica, Huancayo y Lima.

En 1931 ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos (UNMSM), licenciándose en Literatura, y posteriormente cursó Etnología, terminando un doctorado en 1963.

Entre 1937 y 1938 estuvo preso por participar en una manifestación estudiantil a favor de la República Española y contra un enviado del dictador italiano Benito Mussolini.

Tiempo después comenzó a trabajar como profesor y representó al profesorado peruano en el Congreso Indigenista Interamericano de Pátzcuaro (1942).

En 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore en el Ministerio de Educación, y posteriormente Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo ministerio (1950-1952).

En 1953 José María Arguedas fue nombrado Jefe del Instituto de Estudios Etnológicos del Museo de la Cultura Peruana, luego fue director de la Casa de la Cultura del Perú (1963-1964) y director del Museo Nacional de Historia (1964-1966).

En 1966 sufrió una crisis por depresión e intento suicidarse sin éxito, renunció a todos los cargos tiempo después y se aisló, hasta que en 1969 se disparó un tiro en la cabeza en la Universidad Agraria.

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