Frases de Italo Calvino - Página 5

01. Era una idea de sociedad universal, lo que tenía en mente... Pero, aunque de vez en cuando se lanzase, en cuerpo y alma, a organizar una nueva sociedad, estableciendo meticulosamente los estatutos, las finalidades, la elección de los hombres más adecuados para cada cargo, nunca sus compañeros sabían hasta qué punto podían contar con él, cuándo y dónde podían encontrarlo, y cuándo se vería ganado por su naturaleza de pájaro y no se dejaría atrapar jamás. "El barón rampante" (1957)

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02. El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio. "Las ciudades invisibles" (1972)

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03. En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, husmean otras miradas, no se detienen. (...) Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura a la otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que todas las combinaciones en un instante se agotan, y otros personajes entran en escena... "Las ciudades invisibles" (1972)

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04. Mis sueños los compone o la mente o el azar... Pero ni la una, ni el otro, bastan para mantener en pie sus muros... Ocurre con las ciudades lo que en los sueños: todo lo imaginable puede ser soñado, pero hasta el sueño más inesperado, es un acertijo que esconde un deseo, o más bien su inversa: un temor. Las ciudades como los sueños, están construidas de sueños y temores, aunque el hilo de su discurrir sea secreto, sus normas absurdas, sus perspectivas engañosas y cada cosa esconda otra...

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05. No se asombre de verme siempre vagando con los ojos. En realidad éste es mi modo de leer, y sólo así la lectura me resulta fructífera. Si un libro me interesa realmente, no logro seguirlo más que unas cuantas líneas sin que mi mente, captando un pensamiento que el texto le propone, o un sentimiento, o un interrogante, o una imagen, se salga por la tangente y salte de pensamiento en pensamiento, de imagen en imagen, por un itinerario de razonamientos y fantasías que siento la necesidad de recorrer hasta el final, alejándome del libro hasta perderlo de vista. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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06. Estaba entero y todas las cosas eran para mí naturales y confusas, estúpidas como el aire; creía verlo todo y no veía más que la corteza. Si alguna vez te conviertes en la mitad de ti mismo, muchacho, y te lo deseo, comprenderás cosas que escapan a la normal inteligencia de los cerebros enteros. Habrás perdido la mitad de ti y del mundo, pero la mitad que quede será mil veces más profunda y valiosa. Y también tú querrás que todo esté demediado y desgarrado a tu imagen, porque belleza y sabiduría y justicia existen sólo en aquello que está hecho a trozos. "El vizconde demediado" (1952)

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07. He experimentado una sensación de vértigo, como si no hiciera más que precipitarme de un mundo a otro y a cada cual llegase poco después de que el fin del mundo se hubiera producido. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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08. Estoy convencido hace tiempo de que la perfección sólo se produce accesoriamente y por azar; por tanto no merece el menor interés, pues la verdadera naturaleza de las cosas sólo se revela en la destrucción. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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09. Me gusta saber que existen libros que podré aún leer. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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10. Sólo cuando me salga con naturalidad usar el verbo escribir en impersonal podré esperar que a través de mí se exprese algo menos circunscrito que la individualidad de un ser aislado. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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11. El aspecto en el cual el abrazo y la lectura se asemejan más es que en su interior se abren tiempos y espacios distintos del tiempo y del espacio mensurables. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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12. Los lectores son mis vampiros. "Si una noche de invierno un viajero" (1979)

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Italo Calvino

Italo Calvino
  • 15 de octubre de 1923
  • Santiago de las Vegas, La Habana, Cuba
  • 19 de septiembre de 1985
  • Siena, Italia

Escritor, novelista, ensayista y periodista italiano nacido en Cuba, autor de "El barón rampante" (1957), "Cosmicómicas" (1965), "Las ciudades invisibles" (1972), "Si una noche de invierno un viajero" (1979) y "Por qué leer los clásicos" (1991).

Sobre Italo Calvino

Italo Calvino nació en Santiago de las Vegas (Cuba), de padre ingeniero agrónomo Mario Calvino y madre Evelina Mameli, licenciada en ciencias naturales.

Siendo ambos padres italiano, en 1925 volvieron a su patria, instalándose en la ciudad de San Remo (Imperia), donde transcurrió su infancia.

Asistió a las escuelas primarias "St. George College" y "Scuole Valdesi" y luego cursó estudios secundarios en el regio "Ginnasio-Liceo G.D. Cassini".

En 1943 se matriculó en la facultad de agronomía de la Universidad de Turín, donde su padre dictaba clases.

Al poco tiempo de haber ingresado en la universidad, fue llamado al servicio militar por la República Social Italiana en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), pero desertó y se unió a las Brigadas Partisanas Garibaldi.

Finalizada la guerra se trasladó a Turín, donde comenzó a trabajar de periodista, se matriculó en Letras y se afilió al Partido Comunista Italiano (PCI).

En este periodo conoció al escritor Cesare Pavese, quien hizo que fuese contratado por la editorial Einaudi e influyó notablemente el su formación cultural.

Tras las primeras publicaciones encuadradas dentro de la estética del neorrealismo italiano, publicó la trilogía fantástica "Nuestros antepasados", conformada por las novelas "El vizconde demediado" (1952), "El barón rampante" (1957) y "El caballero inexistente" (1959).

Tras un viaje a Cuba en 1964, donde se casa con Esther Judit Singer, se traslada a París (Francia), donde estudia ciencias naturales y sociología y entra en contacto con el grupo literario Oulipo.

De este periodo son las obras "Las ciudades invisibles" (1972) y "Si una noche de invierno un viajero" (1979), entre otras.

Tras un viaje a Roma, Italo Calvino sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) y falleció en el hospital de Santa Maria della Scala.

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