Frases de Ana María Matute - Página 5

01. Tal vez la infancia es más larga que la vida. "Paraíso inhabitado" (2008)

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02. Por primera vez en mi vida, sentí lo que puede ser una atracción. Algo así como aquella vez que se desparramaron por el suelo todos los alfileres del costurero de Tata María, y vino Fabián, y con un diminuto imán que usaban Jerónimo y él cuando armaban el Meccano y se les caían piezas al suelo, los recogió todos. "Paraíso inhabitado" (2008)

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03. No se qué edad tenía -nunca lo supe- pero todo él respiraba paz, sosiego, casi felicidad. Si la felicidad existiera, él la conocía. "Paraíso inhabitado" (2008)

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04. (...) Me inundaron de paz, de bienestar. Hacía mucho, mucho tiempo que no sentía una paz y un bienestar parecidos. "La felicidad...", Me dije, como una palabra oída, o leída, y hasta aquel momento sin sentido. Una especie de sonrisa múltiple que por primera vez conocía e inundaba todo cuanto miraba. Como si sonriera con todo mi ser. "Paraíso inhabitado" (2008)

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05. A veces, los recuerdos se parecen a algunos objetos, aparentemente inútiles, por los que se siente un confuso apego. Sin saber muy bien por qué razón, no nos decidimos a tirarlos y acaban amontonándose al fondo de ese cajón que evitamos abrir, como si allí fuéramos a encontrar alguna cosa que no se desea, o incluso se teme vagamente. "Paraíso inhabitado" (2008)

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06. (...) Pero el hambre es cruel, pesa de un modo material y terrible, recordándonos que estamos vivos. "Luciérnagas" (1955)

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07. Las cosas acaban. Las cosas pasan pronto. Hay que aprovechar el momento bueno. Mañana, tal vez, todo vuelva a ser amargo, duro. Tal vez mañana despertemos de nuevo en el polvo seco, sin una brizna, sin una sonrisa. "Luciérnagas" (1955)

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08. Sobraban hombres por todas partes, hombres innecesarios y míseros, que nadie se explicaba por qué crecían y se alistaban en las filas del hambre, con deseos de continuar viviendo. Pero era humano, simplemente. "Luciérnagas" (1955)

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09. Sí, creía en Dios. Se advertía que tenía miedo a algo impalpable, sólo al decirlo. No miedo de los hombres, sino a algo distinto, más grande, más vago. "Luciérnagas" (1955)

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10. Es grato, cómodo, depender siempre de alguien, aunque sea renunciando a la libertad. "Luciérnagas" (1955)

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11. El hombre no debe vivir para comer, sino comer para vivir, recordaba, con ironía. "Luciérnagas" (1955)

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12. En el fondo, no existen personas serias, moderadas, llenas de calma y suavidad. Es un dominio adquirido que, luego, se va al diablo con un simple pinchazo. "Luciérnagas" (1955)

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Carmen Gaite Carmen Laforet Esther Tusquets Miguel Delibes

Ana María Matute

Ana María Matute
  • 26 de julio de 1926
  • Barcelona, España
  • 25 de junio de 2014
  • Barcelona, España

Escritora y novelista española, autora de "Los Abel" (1948), "Luciérnagas" (1955), "Primera memoria" (1959), "Los soldados lloran de noche" (1963), "La trampa" (1969) y "Olvidado rey Gudú" (1996).

Sobre Ana María Matute

Ana María Matute fue la segunda hija de cinco hermanos que tuve el matrimonio formado por el empresario catalán Facundo Matute Torres y María Ausejo.

En 1930 por cuestiones de salud su familia la lleva a vivir con sus abuelos en Mansilla de la Sierra (La Rioja), un pueblo pequeño en las montañas riojanas.

De nuevo en Madrid, Ana María Matute vive la Guerra Civil Española (1936-1939), hecho que la marca profundamente.

En 1948 publica su primera obra, "Los Abel", seguida por "Fiesta al Noroeste" (1952), "La pequeña vida" (1953) y "Pequeño teatro" (1954).

En 1952 Ana María Matute contrae matrimonio con el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea y dos años después nace su único hijo, Juan Pablo.

En 1963 se separa de su esposo y tiempo después conoce al empresario francés Julio Brocard, el gran amor de su vida.

De la extensa obra de Ana María Matute destacan los libros "Primera memoria" (1959), "Los soldados lloran de noche" (1963), "La trampa" (1969) y "Olvidado rey Gudú" (1996).

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