Frases de Alessandro Baricco - Página 9

01. Tocábamos para hacer que bailaran, porque si bailas no puedes morir, y te sientes Dios "Novecento" (1994)

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02. La vida es esencialmente incoherente y la previsibilidad de los acontecimientos un ilusorio consuelo. "Tierras de cristal" (1991)

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03. [Los hijos] Nacen llevando dentro lo que, en los padres, la vida ha dejado a medias. "Tierras de cristal" (1991)

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04. (...) Porque donde la vida arde de verdad la muerte no es nada. "Tierras de cristal" (1991)

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05. Los deseos son la cosa más importante que tenemos y no podemos bromear con ellos en exceso. Así que, algunas veces, merece la pena no quedarse dormidos con tal de ir detrás de un deseo propio. Se hace la asquerosidad y después se paga por ella. Y sólo esto es lo verdaderamente importante: que cuando llegue el momento de pagar uno no piense en escapar y permanezca allí, dignamente, pagando. Sólo esto es lo importante. "Tierras de cristal" (1991)

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06. Porque es así como te fastidia la vida. Te pilla cuando todavía tienes el alma adormecida y siembra en su interior una imagen, o un olor, o un sonido que después ya nunca puedes sacarte de encima. Y aquélla era la felicidad. Lo descubres después, cuando ya es demasiado tarde. Y ya eres, para siempre, un exiliado: a miles de kilómetros de aquella imagen, de aquel sonido, de aquel olor. A la deriva. "Tierras de cristal" (1991)

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07. Dondequiera que estés, padre mío, tú y el horror de tus palabras, tú y el escándalo de tu felicidad, tú y el disgusto de tu vileza...Que revientes de noche con el miedo aferrándote la garganta, y un dolor infernal en tu interior, y el hedor del espanto sobre ti. Y que contigo reviente tu mujer, vomitando blasfemias que le hagan ganar un paraíso infinito de tormentos. La eternidad no le bastará para pagar todas sus culpas. "Tierras de cristal" (1991)

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08. ¿Cómo hemos podido no saber, durante tanto tiempo, nada de lo que era y, a pesar de todo, sentarnos a la mesa de todas las cosas y personas que íbamos encontrando a lo largo del camino? Corazones pequeños -los alimentamos con grandes ilusiones y al final del proceso caminamos igual que discípulos hacia Emaús, ciegos, al lado de amigos y amores que no reconocemos -fiándonos de un Dios que ya no sabe nada sobre sí mismo-. "Emaús" (2009)

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09. Podía suceder cualquier cosa en aquel instante. La verdad es que hay momentos en los que la omnipresente y lógica red de las secuencias causales se rinde, cogida por sorpresa por la vida, y baja al patio de butacas, mezclándose con el público, para dejar que en el escenario, bajo las luces de una libertad vertiginosa y repentina, una mano invisible pesque en el infinito regazo de lo posible y, entre millones de cosas, sólo permita que ocurra una. "Océano mar" (1993)

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10. Así nunca se llega a ningún sitio. Sería todo mucho más sencillo si no te hubieran inculcado esa historia de llegar a algún sitio, bastaría con que te hubieran enseñado, sobre todo, a ser feliz permaneciendo inmóvil. Todas esas historias sobre tu camino. Encontrar tu camino. Ir por tu camino. A lo mejor, en cambio, estamos hechos para vivir en una plaza, o en un jardín público, allí quietos, dejando pasar la vida, a lo mejor somos una encrucijada... "City" (1999)

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11. Nos salvaremos, por el odio que profesamos a los que nos han abandonado, y regresaremos para mirarlos a los ojos, y ya no podrán volver a dormir ni vivir ni escapar a la maldición que seremos para ellos nosotros, los vivos, y ellos, asesinados cada día, para siempre, por su propia culpa –quizás sea esa luz silenciosa o el mar, que oscila perezoso, como una tregua, pero lo que ocurre es que los hombres callan y la desesperación se convierte en mansedumbre y orden y calma. "Océano mar" (1993)

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12. Se considera la guerra un mal que hay que evitar, es cierto, pero se está muy lejos de considerarla un mal absoluto: a la primera ocasión, revestida de hermosos ideales, entrar en guerra se convierte rápidamente en una opción factible. A veces, incluso suele elegirse con cierto orgullo. Siguen estrellándose las falenas con la luz del fuego. Una real, profética y valiente ambición por la paz yo la veo únicamente en el trabajo paciente y escondido de millones de artesanos que cada día trabajan para suscitar otra belleza, y la claridad de luces, límpidas, que no matan. Es una empresa utópica, que presupone una vertiginosa confianza en el hombre. "Homero, Ilíada" (2004)

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Alessandro Baricco

Alessandro Baricco
  • 25 de enero de 1958
  • Turín, Italia

Escritor, novelista, ensayista, dramaturgo, periodista y director de cine italiano, autor de "Tierras de cristal" (1991), "Novecento" (1994), "Seda" (1996), "City" (1999), "Sin sangre" (2003) y "Los bárbaros" (2006).

Sobre Alessandro Baricco

Alessandro Baricco nace en la ciudad de Turín, donde transcurre su infancia y adolescencia.

Tras licenciarse en filosofía, publica sus primeros ensayos sobre crítica musical y colabora con numerosos periódicos, entre ellos "La Repubblica" y "La Stampa".

En 1991 aparece "Tierras de cristal", su primera novela, por la que ganó los premios Campiello y Médicis.

En 1994 fundó la escuela literaria "Scuola Holden" en honor al personaje principal de "El guardián entre el centeno" de Jerome David Salinger.

Un año después publica la obra de teatro "Novecento" (1994) y se consagra con las novelas "Seda" (1996), "City" (1999) y "Sin sangre" (2003).

Otras obras destacadas de Alessandro Baricco son "Los bárbaros" (2006), "Esta historia" (2007) y "Emaús" (2009).

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