01. Dos ideas fijas no pueden existir al mismo tiempo en el ámbito de lo moral, de igual modo que en el mundo físico dos cuerpos no pueden ocupar idéntico lugar.
02. En aquella época, su esposo no era más que su novio, y ella suspiraba involuntariamente por otro que, por su inteligencia y su corazón, le gustaba mucho más.
03. Pasa el amor, aparece la musa y se despeja mi sombría inteligencia; otra vez libre, busco la unión entre los mágicos sonidos, los sentidos y los pensamientos.
04. Se puede ser un hombre activo y pensar en el cuidado de las uñas al mismo tiempo. ¡Para qué discutir con nuestro siglo inútilmente! La costumbre es déspota entre los hombres.
05. Perder, como de costumbre. He de admitir que no tengo suerte: juego sin subir las apuestas, nunca me acaloro, no hay modo de sacarme de quicio, ¡Y de todos modos sigo perdiendo!
06. Amargo sabe el pan ajeno, dice Dante, y pesados los escalones de una casa extraña, ¿Y quién mejor que la pobre pupila de una vieja aristócrata para conocer la amargura de la dependencia?
07. Empezó a caer una nieve menuda, y de repente cayeron grandes copos. Aullaba el viento; había empezado la tormenta. En un instante, el cielo se juntó con el mar de nieve. Todo desapareció.
08. Es insoportable ver sólo ante sí la larga hilera de comidas, mirar la vida como una ceremonia y seguir a la solemne multitud, sin compartir con ella ni las opiniones generales ni las pasiones.
09. Es triste pensar que la juventud nos fue dada inútilmente, que a todas horas la hemos traicionado, que ella nos engañó, que nuestros mejores deseos y nuestros sueños sagrados pasaron en rápido giro, cual hojas en el otoño desolado.
10. Sí, sí, el ataque de celos es una enfermedad como la peste, como el tenebroso esplín, como las fiebres, como la lesión cerebral. Consume como la fiebre; posee su ardor, su delirio, sus pesadillas y sus vestigios. ¡Dios os libre, amigos míos!
11. ¡Ay, durante mucho tiempo yo no pude olvidar dos piernecitas! Triste y desencantado, todavía me acuerdo de ellas y en sueños me perturban el corazón. ¿Cuándo y dónde, en qué desierto las olvidarás, insensato? ¡Ay, piernecitas, piernecitas! ¿Dónde estáis ahora?
12. Con ansia deseamos conocer prematuramente la vida, y la aprendemos en las novelas. Hemos conocido todo; pero entretanto, no hemos gozado de nada. Adelantando la voz de la Naturaleza no hacemos más que perjudicar nuestra dicha, y la ardiente juventud vuela demasiado tarde tras ella.