01. Ver es algo más que mirar. Ver consiste en advertir los detalles. Para ver bien una flor se ha de mirar con lupa, por dentro.
02. La anomalía de la guerra es que los mejores hombres mueren mientras que los hombres astutos encuentran su oportunidad de gobernar injustamente.
03. La cortesía es para las personas hacia quienes sentimos indiferentes, y los estados de ánimos, tanto buenos como malos, son para aquellos a los que amamos.
04. La humanidad tendrá que liberarse de las bolsas creadas por los falsos moralistas, que saborean la felicidad y luego emiten juicios sobre ella, como si fuera una fruta.
05. Uno debe predicar la vida, no la muerte; propagar la esperanza, no el miedo y cultivar la alegría, el tesoro más preciado del hombre. Ese es el gran secreto de la sabiduría.
06. Muchos hombres han refutado el miedo, y con argumentos sólidos. Pero un hombre que tiene miedo no escucha argumentos; escucha los latidos de su corazón y el pulsante de su sangre.
07. Todos tendemos a la vida, no a la muerte, y buscamos a los que viven, esto es, a los que se dicen contentos. ¡Qué cosa tan maravillosa sería la sociedad de los hombres si cada uno aportara su haz de leña para mantener el fuego, en vez de lloriquear sobre las cenizas!
08. Siempre es difícil ser feliz, pero nuestro deber es no darnos por vencidos antes de haber luchado con todas nuestras fuerzas. Y, sobre todo, lo que me parece evidente, es que es imposible que se sea feliz si no se quiere serlo. Por lo tanto, hay que querer la felicidad y buscarla.
09. En el momento en que escribo cae la lluvia; suenan las tejas; se oye el chapoteo de mil canalones; el aire está como lavado y filtrado; las nubes parecen magníficos jirones. Hay que aprender a captar esas bellezas. "Pero, dirá el uno, la lluvia echa a perder las cosechas". Y el otro: "El barro lo ensucia todo". Y un tercero: "¡Es tan agradable sentarse sobre la hierba!" De acuerdo; ya lo sabemos. Pero vuestras quejas no remedian nada y yo recibo una lluvia de lamentaciones que me persiguen por toda la casa. Y es precisamente en tiempo lluvioso cuando se requieren rostros alegres. Así pues, a mal tiempo buena cara.