Frases de Aforismos sobre el arte de vivir - 2

25. ¡Cuánto depende nuestra dicha de aquello que somos; mientras que casi siempre sólo se toma en cuenta nuestro destino, es decir, a aquello que tenemos o que representamos! (...) Si se goza de riqueza interior, no habrá que pedirle mucho al destino.


26. Es una gran torpeza perder en lo interno para ganar en lo externo, es decir, sacrificar parcial o totalmente la tranquilidad, la independencia y el ocio de uno mismo en aras del brillo, el rango, el lujo, los títulos o los honores.


27. La sociabilidad es una de las inclinaciones más peligrosas, y hasta perversas, puesto que nos pone en contacto con seres cuya inmensa mayoría es moralmente mala e intelectualmente estúpida, o se halla trastornada. El insociable es un hombre que no necesita de ellos.


28. Aristóteles: "La naturaleza es segura, pero no lo son las posesiones". A esto se debe que soportemos con mayor entereza una desgracia que nos viene completamente de fuera que una de la que somos en parte responsables: pues el destino puede cambiar, pero la naturaleza propia, jamás.


29. Podemos comparar la sociedad con una hoguera cerca de la cual se calienta la persona prudente, pero a la debida distancia y sin meter las manos en ella, como hace el necio. Éste, tras haberse quemado, huye al frío de la soledad y se lamenta de que el fuego queme.


30. El dolor y el aburrimiento son los dos mayores enemigos de la felicidad humana. Al respecto cabe observar que cuanto más conseguimos sustraernos a uno de ellos, más nos acercamos al otro, y viceversa; por lo que nuestra vida representa en el fondo un movimiento de oscilación más o menos rápido entre ambos.


31. Lo más importante para el bienestar del hombre, incluso para todo el estilo de vida que adopte, es aquello que existe o sucede en su fuero interno. De ello dependen directamente su satisfacción y su desdicha más profundas, que no son, en primera instancia, otra cosa que el resultado inmediato de sus sentimientos, su voluntad y sus pensamientos.


32. Es muy poco lo que la riqueza como tal, es decir, el exceso de bienes, puede aportar a nuestra felicidad. (...) Y sin embargo, los hombres se afanan cien veces más en adquirir riquezas que en cultivar su espíritu; y ello a pesar de que está fuera de toda duda que lo que uno es contribuye mucho más a nuestra felicidad que lo que uno tiene.


33. Los bienes subjetivos, como un carácter noble, una inteligencia capaz, un temperamento afortunado, un ánimo alegre y un cuerpo bien formado y totalmente sano, y en suma, mens sana in corpore sano (juvenal, sat. X , 356), son para nuestra felicidad los principales y los más importantes; Por lo que debemos atender mucho más a su generación y conservación que a obtener los bienes y el honor exteriores.

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