22. El tiempo, el lugar, el movimiento, tomados en concreto, son lo que todo el mundo sabe; pero si pasan por el tamiz de los metafísicos, se vuelven tan abstrusos y sutiles que no hay quien sea capaz de comprender lo que puedan ser.
23. La extensión, figura y movimiento no pueden concebirse sin las demás cualidades sensibles. O dicho en otros términos: donde se hallen las cualidades secundarias, las sensibles, tienen que encontrarse también las primarias, esto es, en la mente y no en otra parte.
24. Me inclino a creer que todos o la mayor parte de los tropiezos que hasta ahora han detenido a los filósofos y han obstruido el camino del conocimiento, son debidos por entero a nosotros mismos. Primero hemos levantado el polvo, y luego nos lamentamos de que no se ve.
25. Aun cuando fuera posible que las sustancias sólidas, dotadas de figuras determinadas y movibles existieran sin la mente y fuera de ella, correspondiendo a las ideas que tenemos de los cuerpos, ¿Cómo llegaríamos a conocer todo esto? Habrá de ser o por medio de los sentidos o por la razón.
26. Es evidente, para quien haga un examen de los objetos del conocimiento humano, que éstos son las ideas. (... ). Además de esta innumerable variedad de ideas u objetos de conocimiento, existe igualmente algo que las conoce o percibe y ejecuta diversas operaciones con ellas,(...) un ser activo al que llamamos mente, alma, espíritu, yo.
27. El fuego que veo no es causa del dolor que experimento al tocarlo con los dedos; es sólo una señal que me lo advierte. De igual manera, el ruido que oigo no es el efecto de tal o cual movimiento, o del choque de cuerpos que me rodean, sino que es un signo.
28. (...) Porque es incomprensible la afirmación de la existencia absoluta de los seres que no piensan, prescindiendo totalmente de que puedan ser percibidos. Su existir consiste en esto, en que se los perciba; y no se los concibe en modo alguno fuera de la mente o ser pensante que pueda tener percepción de los mismos.
29. Sabemos por experiencia que podemos despertar a voluntad las ideas en nuestra mente y variar, siempre que nos acomode, la escena que nos representan. Basta que lo queramos, e inmediatamente surge en nosotros esta o aquella idea, la cual, también con sólo quererlo, se oscurece para dejar paso a otra. Este hacer y deshacer las ideas, se llama con propiedad inteligencia activa.
30. Si en un día claro abrimos los ojos, no está en nuestro poder el ver o no ver, ni tampoco el determinar los objetos particulares que han de presentársenos delante. Y análogamente en cuanto a los demás sentidos: las ideas en ellos impresas no son criaturas de mi voluntad. Por consiguiente: tiene que haber otra voluntad o espíritu que las produzca.
31. Si sabemos que el alimento nutre, que el sueño repara, que el fuego calienta, que el sembrar en tiempo oportuno es medio indispensable para recoger la cosecha, y en general que para conseguir determinados fines hay ciertos medios conducentes a ellos, si sabemos todo esto, lo debemos no al descubrimiento de una relación necesaria entre nuestras ideas, sino únicamente a la observación de las leyes que la naturaleza tiene establecidas.
32. Es evidente para quienquiera que haga un examen de los objetos del conocimiento humano que éstos son: o ideas impresas realmente en los sentidos, o bien percibidas mediante atención a las pasiones y las operaciones de la mente; o, finalmente, ideas formadas con ayuda de la imaginación y de la memoria, por composición y división o, simplemente, mediante la representación de las ideas percibidas originariamente en las formas antes mencionadas.
33. Si sabemos que el alimento nutre, que el sueño repara, que el fuego calienta, que el sembrar en tiempo oportuno es medio indispensable para recoger la cosecha, y en general que para conseguir determinados fines hay ciertos medios conducentes a ellos, si sabemos todo esto, lo debemos no al descubrimiento de una relación necesaria entre nuestras ideas, sino únicamente a la observación de las leyes que la naturaleza tiene establecidas. Sin este conocimiento, un adulto no estaría en mejores condiciones que un recién nacido para gobernar su vida.