Frases de Todas las almas

Todas las almas

14 frases de Todas las almas de Javier Marías... Historia de los dos brumosos y singulares años que el narrador pasó en la Universidad de Oxford, una ciudad fuera del mundo y del tiempo con cautivadores personajes.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Javier Marías son: galería de la academia de venecia, amante, homosexualidad, vidas solitarias, sospechas de infidelidad, indiferencia, conciencia de la muerte, espionaje.

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Frases de Todas las almas Javier Marías

01. A veces el saber verdadero resulta indiferente, y entonces puede inventarse.


02. Nos condenamos siempre por lo que decimos, no por lo que hacemos


03. Los amores pasados siempre ofenden a los amantes nuevos, por muy muertos que estén aquellos


04. La muerte no nos quita sólo nuestra propia vida, sino las vidas de los demás.


05. Eres tan imbécil que aún confías en la posibilidad de no serlo. Aún te esfuerzas.


06. Basta con la facultad de la memoria para que alguien siga siendo el mismo en diferentes tiempos y en diferentes espacios.


07. Para mí este territorio es territorio de paso, pero se trata de un paso lo bastante dilatado para que deba procurarme lo que se llama un amor mientras estoy aquí.


08. Un imbécil detectivesco es un imbécil listo, un imbécil lógico, los peores porque la lógica de los hombres en vez de compensar su imbecilidad la duplica y la triplica y la hace ofensiva.


09. (...) Y lo que me hace levantarme por las mañanas sigue siendo la espera de lo que está por llegar y no se anuncia, es la espera de lo inesperado, y no ceso de fantasear con lo que ha de venir


10. (...) La oportunidad de descubrir lo mismo que yo en mi tiempo en Oxford, a saber: que eavesdropping no sólo era y es una práctica vigente en ambas ciudades, sino el mejor medio siempre (aunque primitivo) de obtener la información precisa para no ser un marginado de los que no poseen ni transmiten ninguna.


11. Todo lo que nos sucede, todo lo que hablamos o nos es relatado, cuanto vemos con nuestros propios ojos o sale de nuestra lengua o entra por nuestros oídos, todo aquello a lo que asistimos (y de lo cual, por tanto somos algo responsables), ha de tener un destinatario fuera de nosotros mismos, y a ese destinatario lo vamos seleccionando en función de lo que acontece o nos dicen o bien decimos nosotros.


12. La fidelidad (lo que así se llama para referirse a la constancia y exclusividad con que un determinado sexo penetra o es penetrado por otro igualmente determinado, o se abstiene de ser penetrado por otro igualmente determinado, o se abstiene de ser penetrado o penetrar en otros) es producto de la costumbre principalmente, como lo es también la llamada -contrariamente- infidelidad (la inconstancia y alternación y el abarcamiento de más de un sexo).


13. Todo lo que nos sucede, todo lo que hablamos o nos es relatado, cuanto vemos con nuestros propios ojos o sale de nuestra lengua o entra por nuestros oídos, todo aquello a lo que asistimos (y de lo cual, por tanto, somos algo responsables), ha de tener un destinatario fuera de nosotros mismos, y a ese destinatario lo vamos seleccionando en función de lo que acontece o nos dicen o bien decimos nosotros. Cada cosa deberá contarse a alguien -no siempre el mismo, no necesariamente-, y cada cosa va poniéndose aparte como quien ojea y aparta y va adjudicando futuros regalos una tarde de compras. Todo debe ser contado una vez al menos, aunque, como había dictaminado Rylands con su autoridad literaria, deba ser contado según los tiempos. O, lo que es lo mismo, en el momento justo y a veces ya nunca más si ese momento justo no se supo reconocer o se dejó pasar deliberadamente.


14. Lo que más me sorprende es que la enfermedad no me impida de momento interesarme por las cosas de los demás. He decidido comportarme como si no me sucediera nada y no decir nada a nadie excepto a B, y a B sólo si se confirmara lo peor. Eso no resulta difícil, una vez tomada la decisión. Pero lo raro no es que sepa comportarme secretamente y como es debido, sino mi propio interés inmutable por cuanto me rodea. Todo me importa, todo me afecta. En realidad no tengo que disimular, porque no logro convencerme de que esto pueda o vaya a pasarme a mí. No logro hacerme a la idea de que según como sean las cosas podría acabar ¡Muriéndome! , y de que si eso sucediera (cruzo los dedos) dejaría de enterarme de lo que seguiría sucediendo a partir de entonces a los demás. Como si me quitaran de las manos un libro que estoy leyendo con curiosidad infinita. Es inconcebible. Aunque si sólo fuera eso no sería grave, lo malo es que tampoco habría ya otros libros, la vida como códice único. La vida es aún medieval.

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