Frases de Primera nieve en el monte Fuji

Primera nieve en el monte Fuji

23 frases de Primera nieve en el monte Fuji (Fuji no hatsuyuki) de Yasunari Kawabata... Relatos seleccionados por el propio autor, siendo éstos a la vez una ventana al muy específico mundo doméstico de la posguerra japonesa y una reflexión sobre los sentimientos y las contradicciones humanas.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Yasunari Kawabata son: vida en pareja, muerte, cultura oriental, soledad, tristeza, amantes, falta de comunicación, consecuencias de la guerra, olvido, belleza estética, transgénero.

Frases de Yasunari Kawabata

Frases de Primera nieve en el monte Fuji Yasunari Kawabata

01. ¡Suéltame! ¡Suéltame!... ¿Qué mal te he hecho? Perdóname... Ay, te odio a ti y a todo lo que tenga que ver contigo -dijo entrecortadamente. Su rostro había perdido el color.


02. (...) Es como el balbuceo de un niño, ¿Verdad? El amor materno lo comprende... El balbuceo de un niño es el principio de la palabra, por lo tanto el amor es el principio de la palabra.


03. Mientras uno está vivo no hay razón para ponerse a pensar en la tumba que tendrá cuando muera. Pero cuando empiezan a multiplicarse las tumbas de los amigos y conocidos, hay momentos en que la idea nos pasa por la cabeza.


04. (...) Supongo que la moralidad y la felicidad natural consisten en llevar una vida así, ¿No es cierto? Creo que si una persona vive hasta los cien años y muere de muerte natural no necesita la meditación del budismo zen de Daruma.


05. El espectro de la cabeza de la mujer se desvaneció. La flor de un crisantemo quedó flotando como una ilusión. La nieve comenzó a caer sobre la roca. La roca y el crisantemo se tiñeron de la misma blancura. Se hizo imposible percibir la flor. Después, el gris ceniza del crepúsculo lo envolvió todo: la nieve, la roca, el crisantemo.


06. Los postigos exteriores de las ventanas no tenían rendijas. Sólo había una débil claridad en la habitación. Jiro se quedó mirando la cara de Utako y sintió revivir el amor que en otro tiempo había sentido por ella. Tuvo la impresión de que su rostro no había cambiado.


07. No es sólo un asunto de ser hermoso o feo. Si uno no lleva una mujer adentro, entonces... pienso que dentro de mí había una muchacha. Si no hubiésemos tenido guerra esa muchacha habría quedado reprimida. Pero gracias a la guerra la muchacha salió al mundo.


08. Me sorprendió la hermosura de su cuello alargado visto de perfil. Aun en una mujer hubiese sido un cuello largo y delgado. Pero sus dimensiones no daban la sensación de ser exageradas. Poseía una hermosa forma natural. La exquisitez de su curvatura era indecible.


09. La sirena de una ambulancia se fue acercando por entre las calles oscuras. Producía una opresiva sensación de angustia. - ¡Odio ese sonido! Hoy ya lo he oído tres veces... Hay numerosos accidentes por ser final de año. Los transeúntes van deprisa y los autos volando. Es peligroso. Me dijeron que casi siempre que salen las ambulancias es porque hay personas heridas. No tanto por enfermos.


10. ¡Qué extraño! Supongo que lo del retrovisor es porque los fantasmas no se reflejan en los espejos. -Eso es lo que dicen, que los fantasmas no producen reflejo aunque puedan ser vistos por ojos humanos...-Sí, pero me imagino que los ojos de las personas sí la ven. Los espejos no son tan impresionables -quise explicar. Pero no continué porque advertí que son humanos los ojos que miran los espejos. -Sin embargo, sólo dos o tres personas la han visto -dijo el conductor.


11. El telón de hojas amarillas, al tener delante esos árboles despojados de hojas, parecía ascender hacia lo alto del camino en capas sucesivas de un color cada vez más intenso. Tanto en los árboles desnudos como en los cubiertos de hojas era impresionante esa sensación de inmensidad que hace notables a los árboles ginkgo. Por un lado, la figura apretada de los árboles desnudos se levantaba hacia el cielo como abrazando los troncos con innumerables ramitas pequeñas. Por otro, el esplendor de los colores del otoño reunido en el volumen de capas de hojas espesas, al absorber la luz de la mañana, aquietaba la soledad del paisaje.


12. Me vienen también a la mente la lápida conmemorativa de Kurihara en Goshojinja, la pagoda de siete pisos dedicada a Hojo Dogo y el Buda de piedra en Fukomyoji. La época de Kamakura fue el periodo de esplendor de la escultura en piedra. Y sin embargo, son muy pocos los que se pasean contemplando estos monumentos. Yo mismo, a pesar de haber vivido durante quince años en Kamakura, nunca sentí, hasta este otoño, curiosidad de mirarlas. No son más que tumbas, me decía a mí mismo cuando sin invitar a nadie, salía solo a mirarlas. Decía, no son más que tumbas, pero a decir verdad, fue eso lo que me llevó a buscarlas la primera vez. Muchos de mis amigos y conocidos han muerto, y como ya habían mandado construir su tumba, he tenido la oportunidad de ver gran cantidad de sepulcros de diferentes formas. Cuando uno se para frente a una tumba piensa en la muerte. Y de pronto, de manera natural, empieza uno a pensar en la forma de la piedra.


13. En este "valle de lágrimas" nada que se haga después de la muerte puede ser bello.


14. Por muy confusas que sean las palabras, ciertamente son más fáciles de entender que un gesto torpe.


15. (...) Así también aparecen hombres que, solos o en compañía de otro hombre, se vuelven mujeres. Estoy seguro de que además de mí hubo otros.


16. Cuando nos separamos, también yo creí desesperadamente que era el final. Pero entre los dos todavía quedaba algo importante. Conservémoslo con cuidado.


17. Estoy agotada y no me quedan ánimos. Tal vez cuando estamos cansados la tolerancia es la actitud más cómoda.


18. Alguna vez, después de mi metamorfosis, alguien me dijo que había una muchacha que se parecía a mí.


19. Hay cosas que poseen lo que se llama el "paso del tiempo", una cualidad que se adhiere aun a las piedras.


20. En tiempos de guerra la gente se transforma en toda clase de cosas. El destino de cada cual se enloquece.


21. ¿A mí mismo no me había enseñado la experiencia que ninguna palabra puede decir tanto como el silencio?


22. He oído que no habla. Sería bueno que al menos diera las gracias, ¿No? Pero claro, cuando los fantasmas hablan no hacen otra cosa que quejarse.


23. Lo que llamamos pasado no es propiedad de nadie. Pero si me presionaran a decir algo diría que tal vez sólo ejercemos propiedad sobre las palabras presentes que cuentan el pasado.

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