Frases de Perdida - 2

27. Porque no se puede estar tan enamorados como lo estuvimos nosotros sin que ese amor te invada hasta el tuétano. Nuestro amor puede entrar en remisión, pero siempre sigue ahí, esperando para regresar. Como el cáncer más dulce del mundo.


28. Nada me molesta. A todo le encuentro el lado positivo, cada molestia transformada en una anécdota entretenida que contar a la hora de la cena. "Cariño, hoy he matado a un vagabundo... ¡Jajajaja! ¡Ah, cuánto nos divertimos!".


29. (...) Su especialidad era la de abalanzarse en picado sobre casos bien publicitados para defender a hombres acusados de haber asesinado a sus esposas. La mitad de las veces con éxito, lo cual no estaba nada mal, teniendo en cuenta que los casos eran habitualmente condenatorios y los acusados extremadamente desagradables, tramposos, narcisistas, sociópatas.


30. Entonces despliego el pedazo de papel arrugado y veo una letra de mujer -Hannah- y un número de teléfono. Desearía que fuese como en el cine, un nombre ridículo, CanDee o Bambie, algo que pudiera tomarme a la guasa. Misti, con dos corazones sobre las íes. Pero es Hannah, una mujer real, presumiblemente como yo.


31. Es una era difícil en la que ser persona. Simplemente una persona real, auténtica, en vez de una colección de rasgos seleccionados a partir de una interminable galería de personajes. Y si todos interpretamos un papel, es imposible que exista nada semejante a un compañero del alma, porque lo que tenemos no son almas de verdad.


32. Me noto intentando parecer encantadora y entonces me doy cuenta de que resulta evidente que estoy intentando parecer encantadora y entonces intento ser más encantadora aún para compensar el falso encanto y para entonces básicamente me he convertido en Liza Minnelli: bailando con mallas y lentejuelas, rogando tu amor. Hay un bombín, manos de jazz y muchos dientes.


33. A la gente le encanta hablar y yo nunca he sido muy hablador. Mantengo un monólogo interno, pero las palabras a menudo no llegan a mis labios. Puede que piense: "Hoy estás muy guapa" pero por algún motivo no se me ocurre decirlo en voz alta. Mi madre hablaba, mi hermana hablaba; yo había sido educado para escuchar. Así pues, quedarme sentado en el sofá completamente a solas, sin tener que hablar con nadie, era como un placer decadente.

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