Frases de Operación Dulce - 2

33. La vida limitada de sus personajes me llevaba a preguntarme cómo relataría él la mía.


34. Aquellos hombres inteligentes, amorales, inventivos, destructivos, resueltos, egoístas, emocionalmente fríos, fríamente atractivos. Creo que les prefería a ellos que al amor de Jesús.


35. Hasta en los asuntos amorosos más profusamente comunicativos y recíprocos, es casi imposible mantener durante más de unas pocas semanas ese estado de rapto inicial.


36. Leía cualquier cosa que tuviera a mano. Literatura barata, gran literatura y todo lo que había por allí: a todo le dispensaba el mismo trato tosco.


37. El MI5 había actuado bien al guardar las distancias con las dudosas técnicas de interrogatorio, es decir, de la tortura, en opinión de todo el mundo.


38. Que las mentes estrechas me acusen de traición a la patria: el hombre racional actúa en favor de la paz mundial y la continuidad de la civilización.


39. Y había algo que desde entonces he advertido con el paso de los años: la cordillera que separa al hombre vestido del hombre desnudo. Dos hombres en un solo pasaporte.


40. Dije que no me gustaban los trucos, que me gustaba ver recreada en la página la vida tal como la conocía. Él dijo que no era posible recrearla sin trucos.


41. Era el más abyecto de los lectores. Lo único que quería era que me devolvieran mi propio universo, y yo dentro de él, con contornos artísticos y una forma asequible.


42. Cuando hay una dificultad, a veces lo mejor es no hablar. La manía de la "verdad" personal y la confrontación estaba haciendo mucho daño, a mi entender, y malogrando muchas amistades y matrimonios.


43. A menos que hagas una operación con ellos no sabes qué están haciendo, en qué consiste su tarea y si la cumplen bien o mal. No sabes si son imbéciles sonrientes o genios amistosos.


44. Me parecía bastante a las personas de la generación de mis padres, que no sólo sentían aversión por el gusto y el olor del ajo, sino que desconfiaban de quienes lo consumían.


45. El amor no envidia; el amor no se jacta, no es pomposo, no se comporta de una forma indecorosa, no busca su provecho, no se deja provocar, no medita maldades; se deleita no en la iniquidad, sino en la verdad...


46. Sólo un equilibrio de poder puede mantener la paz. Hice lo que tenía que hacer. Vivíamos la Guerra Fría. El mundo se había alineado en dos bandos hostiles. Yo no era el único que pensaba así.


47. Era una empirista nata. Creía que a los escritores les pagaban por fingir, y que cuando se terciase debían servirse del mundo real, el que todos compartíamos, con el fin de dar verosimilitud a lo que hubiesen inventado.


48. (...) Lo que preocupa en este edificio es que el IRD se convierta en una criatura del MI6, que lo absorba la falsa propaganda, esos ejercicios de engaño que no engañan a nadie. Sus informes proceden de fuentes poco fiables.


49. Conforme avanzaba nuestro adiestramiento caótico, asimilaba el espíritu general del entorno y, siguiendo el ejemplo de las otras chicas, empecé a aceptar que en aquella pequeña parte del mundo adulto, y a diferencia del resto de la función pública, las mujeres pertenecían a una casta inferior.


50. El MI6 había obtenido el control de una sección secreta del Ministerio de Asuntos Exteriores y el MI5 quería su propio proyecto. Los dos querían impresionar a los americanos, a la CIA, que a lo largo de los años había financiado más iniciativas culturales en Europa de lo que nadie se imaginaba.


51. Tener a un novelista fue una ocurrencia posterior, un capricho...Personalmente creo que es un error: demasiado imprevisible. Pero es lo que estamos haciendo. El escritor no tiene por qué ser un fanático de la Guerra Fría. Basta con que sea escéptico respecto a las utopías del Este o la catástrofe que se avecina en Occidente.


52. Cualquiera que me observase podría haber pensado que estaba consultando un libro de referencia, de tan rápido que pasaba las páginas. Y supongo que era cierto, que de un modo mecánico estaba buscando algo, una versión de mí misma, una heroína en cuyo interior colarme como quien se pone un par de sus viejos zapatos preferidos.

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