Frases de Los peces no cierran los ojos

Los peces no cierran los ojos

26 frases de Los peces no cierran los ojos (I pesci non chiudono gli occhi) de Erri De Luca... Un hombre recuerda el verano de sus diez años en un pueblo costero cerca de Nápoles, los años en que se anhela un futuro desde el que sólo se puede mirar atrás.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Erri De Luca son: autobiografía, pescador, infancia, recuerdos, ambientada en nápoles (italia), navegar, búsqueda de justicia, amor por la naturaleza, amor inquebrantable.

Frases de Erri De Luca

Frases de Los peces no cierran los ojos Erri De Luca

01. El amor sería una parada breve entre los aislamientos. Hoy pienso en un tiempo final en común con una mujer, con la que coincidir como lo hacen las rimas, al término de la palabra.


02. En los relatos de mamá, de la abuela, de la tía, estaban los grandes almacenes de historias. Sus voces han formado mi sintaxis, mis frases escritas no son más largas que el aliento que se precisa para pronunciarlas.


03. ¿Te gusta el amor? Es peligroso. Provoca heridas y después, a causa de la justicia, más heridas. No es una serenata en el balcón, se parece a una marejada de ábrego, revuelve el mar por encima y por debajo lo remueve. No sé si me gusta.


04. Me atraía un lugar donde volver a empezar sin conocer a nadie. Podría quitarme el uniforme de invisible, lo sería sin esfuerzo de imaginación. Podía ser un buen sitio para mí un país llamado allá.


05. Conocí entonces el peso y la amplitud del pronombre nosotros. Era un experto, no excluía a los demás, consternaba a los poderes. Llevó a las cárceles las revueltas y los libros, que no existían allí. Son la más potente contradicción de los barrotes, los libros. Al prisionero tumbado en un catre le abrían de par en par el techo.


06. Me gustaba estar resguardado del ocaso, no ver el fin certificado del día, con el sol embutido dentro del mar. Entonces prefería el alba. Hoy busco el ocaso en cada isla a la que llego. Voy al Oeste a la hora en que se vacía dentro del agua. Hoy rebaño hasta la última luz del plato del horizonte.


07. Seguía leyendo algunos tebeos, pero más los libros que me llenaban el cráneo y me ensanchaban la frente. Leerlos se parecía a adentrarse en el mar con la barca, la nariz era la proa, las líneas, olas. Iba despacio, a golpes de remo, ciertas palabras que no entendía las dejaba correr, sin rebuscar en el diccionario.


08. En septiembre, la primera lluvia sobre la isla se recibía con recipientes al aire libre. Era alegre el ruido de las gotas dentro de las palanganas, los cubos, las ollas y las sartenes. El agua de lluvia después de tanto seco era una tarantela desatada entre los patios.


09. Te lo voy a decir una vez y ya es demasiado: enjuágate las manos en mar antes de poner el cebo en el anzuelo. El pez nota el olor, rehuye el bocado que viene de tierra. Haz exactamente lo que veas hacer, sin esperar a que nadie te lo diga. En el mar no es como en el colegio, no hay profesores que valgan. Está el mar y estás tú. Y el mar no enseña nada, el mar hace, y a su manera.


10. La infancia acaba oficialmente cuando se añade el primer cero a los años. Acaba, pero no ocurre nada, uno se queda dentro del mismo cuerpo de crío atascado de los demás veranos, revuelto por dentro e inmóvil por fuera.


11. Nos encaminamos a la playa de los pescadores, despejada por la noche. Las barcas en seco alineadas ofrecían un apoyo para la espalda y entre ellas toda la quietud que hacía falta. Nos sentamos en la arena muy cerca, hombro con hombro, no nos entraban ganas de hablar. Algunas voces salían de las habitaciones de los pescadores. Del mar no, que hacía cosquillas a la orilla.


12. En el instituto de enseñanza media no había sección femenina, era de sexo único. Al terminar las clases, los chicos corrían a la salida del instituto femenino. A ratos perdidos los seguía, me pillaba de camino para volver a casa. Allí delante, el sonido de las voces alcanzaba la histeria. Llamadas, chillidos, carcajadas, empujones, una multitud de hombrecillos se enfilaba en la contraria y obtenía los primeros contactos de restregaduras con los cuerpos del misterioso sexo opuesto. Eran dos barajas de cartas nuevas, intersecadas, densas y fragorosas. Masculino y femenino exasperaban sus diferencias para gustarse.


13. Aquel odio añadía vinagre a las lágrimas...


14. Los remordimientos no atormentan a quien se sale con la suya.


15. Era tan hermosa de cerca, con los labios ligeramente abiertos. Me conmueven los de una mujer, desnudos cuando se aproximan para besar, se desvisten de todo, de las palabras hacia abajo.


16. El descubrimiento de la inferioridad sirve para decidir sobre uno mismo.


17. Desde allí arriba, desde la cima de los besos, puede uno descender después a los gestos convulsos del amor.


18. El idioma es la última propiedad de quien se marcha para siempre y ella nunca regresó a su tierra.


19. Ahora y aquí cuadra bien la palabra fin, pariente de infinito y hermana menor de confín cerrado.


20. Ninguna habilidad en nada ha podido corregir la noción de escasez que tengo de mí mismo.


21. Había llegado a los diez años, una maraña de infancia enmudecida.


22. Las vidas de los míos, de los dos, están en la prisión de los ausentes y no pasa día sin que espere fuera.


23. Yo creo en lo que veo escrito. Hablando se dicen un montón de mentiras. Pero cuando uno las escribe, entonces es verdad.


24. La primera pareja humana, creada en un jardín el sexto día, tuvo por encima de ella la primera noche inconmensurable. Sin saberlo ellos, despuntó en sus cuerpos el apetito, la sed, el entusiasmo y el sueño. La primera noche, desconocida, les pareció a ellos el resto del día primero, desmigajado en puntitos de luz. No sabían si regresaría el sol, de modo que se abrazaron. Las bocas se vieron juntas e inventaron el beso, el primer fruto del conocimiento. Era mercurio, aquel conocimiento, un líquido sensible a la temperatura de los cuerpos. Sé de esa primera vez porque tuve yo también aquella hora en la boca, en un instante idéntico al de ellos, sobre una arena de playa, con el cielo descubierto sobre la cabeza.


25. La riqueza engalana espacios que luego deja vacíos.


26. Era un niño malcriado por el aislamiento.

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