20 frases de Las películas de mi vida de Alberto Fuguet... Beltrán Soler es un sismólogo. Camino a Tokio, hace escala en Los Ángeles donde pierde el avión y las cincuenta películas más importantes de su vida lo acosan de repente, al igual que un temblor.
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Frases de Las películas de mi vida Alberto Fuguet
01. La gente termina pareciéndose a sus amigos, por lo que es clave elegirlos bien.
02. Estaba condenado con la maldición del que sabe dos idiomas y entiende, secretamente, que no domina del todo ninguno de los dos. Ahora era capaz de comparar; todo se me multiplicaba por dos. En cada sitio terminaba optando por el punto de vista ajeno. Ahora veo todo, esté donde esté, como un extranjero.
03. ¿Por qué he vuelto a pensar -a vivir, a sentir, a gozar a sufrir- con hechos y personas y películas que daba por borrados (superados, eliminados) de mi inconsciente?
04. Digamos que yo soy la botella de Coca-Cola y quien me agito fue una mujer a la que (quizás) nunca volveré a ver.
05. Fue ella la que abrió mi memoria y deja escapar la viscosa sustancia de la que están hechos los recuerdos.
06. La gente que se salva es aquella que tiene buenos recuerdos.
07. No acostumbro a hablar con desconocidos. Menos arriba de los aviones. Hay gente que espera ansiosa a ver quién se sentara a su lado. Yo no soy de esos. No le pido tanto a la vida.
08. Es poca la gente que obtiene lo que quiere: yo, desde luego, no cree ser uno de ellos y vivo más tranquilo justamente por lo mismo.
09. Los terremotos son la manera que tiene la Tierra de liberarse de sus fantasmas.
10. One World. Una vez fuimos un solo mundo. Un solo continente: Pangea. Un solo océano: Panthalassa. Reparo en el cemento de la pista trizado a causa de los cientos de movimientos telúricos que le ha tocado soportar, año tras año, década tras década. La terminal puede ser nueva. Pero la pista no. Esta nueva terminal ha sido construida sobre un pantano. En caso de un terremoto fuerte, el suelo se podría licuar y la inmensa estructura se vendría abajo en un instante. Este es uno de los defectos de ser sismólogo: siempre miro más allá, busco las grietas, intento detectar las fallas y las resistencias.
11. Las sociedades, incluso las más nuevas, comprenden la importancia de la historia. Es un lugar común sostener que, si uno no recuerda los errores del pasado, está condenado a repetirlos. Los propios historiadores reconocen que esto no es tan así. Los errores se vuelven a cometer. El propósito de la historia no es prevenir estos cataclismos políticos sino reconstruir lo que sucedió y entender por qué paso lo que paso.
12. Lo vital es estar preparados. Eso es lo difícil. Mi experiencia académica y personal me ha ensenado que, por desgracia, o quizás por fortuna, el hombre nunca está preparado para nada.
13. No creo que sea casual que en los sitios donde más tiembla surgen comunidades olvidadizas, con mala memoria. Un terremoto remece de tal manera a la gente que, en forma inconsciente, olvidan el terror que vivieron. Si no lo hicieran, no podrían continuar viviendo ahí; es un simple mecanismo de supervivencia.
14. No hay sitio más paradisíaco que el microcosmos de la ciencia, y ahora el de la informática, para aquellos que no se atreven a morir, pero tampoco son capaces de vivir como lo hacen los demás.
15. Lo que nos unía no era amor ni pasión sino algo acaso más afrodisiaco: la pena, la culpa. El consuelo, la incapacidad de estar solos.
16. No puedo evitar fijarme que anda con medias. Tampoco puedo evitar fijarme que es de esas mujeres cuya belleza floreció tarde. No sabe que es atractiva y eso, claro, la hace totalmente atractiva.
17. -Es muy científica. Data dura. Soy una fanática de las estadísticas. -Es la poesía de los científicos. Un mundo captado en una cifra.
18. Si uno llega de día se da cuenta de la verdad: la ciudad no parece tener ángeles ni sueños ni estrellas. Si uno llega de noche, la idea de dormir, por cansado que estés, se desvanece y por un instante, te sientes un privilegiado; sientes que no es casual que aquí sea donde nacen las historias.
19. Vi Dumbo en el momento más propicio: cuando uno le hace dibujos a su madre y le regala flores que saco del jardín y le jura que cuando sea grande se va a casar con ella. Algo que luego te sacan en cara.
20. (...) Había sido reclutado y enviado al frente, a Vietnam, como carne de canon. Regreso flaco, bronceado y transformado en un hombre. En el hombre que quizás nunca quiso ser. Nunca sabremos exactamente que vio, que le toco vivir, que no quiso hacer y tuvo que hacer igual...Estuvo en Vietnam y regreso, más o menos, entero y en silencio. El tipo bueno para los chistes sobre Don Otto nunca volvió a hablar más de lo estrictamente necesario y, para llenar el vacío, comenzó a ingerir comida chatarra.