21 frases de La vida privada de los árboles de Alejandro Zambra... Las apariencias engañosas, las contradicciones y la exageración como parte de la vida son reflexiones que se desprenden de las frases de este libro, así cómo la fragilidad del presente y la confrontación de la realidad.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Alejandro Zambra son: relaciones humanas, expectativa y realidad, intimidad, relación madre-hijo, legado familiar, crianza, búsqueda de la identidad, búsqueda de significado, incertidumbre.
Frases de Alejandro Zambra Libros de Alejandro Zambra
Frases de La vida privada de los árboles Alejandro Zambra
01. Por amor a las coincidencias.
02. Nadie puede vivir sin exagerar un poco.
03. Exagera, sin duda. Nadie puede vivir sin exagerar un poco.
04. Tal vez los enemigos que nunca ha tenido han decidido reunirse.
05. Pero quién no es, de vez en cuando, una mancha en la vida de alguien.
06. La vida es un enorme álbum donde ir construyendo un pasado instantáneo, de colores ruidosos y definitivos.
07. La memoria no es un refugio. Solo queda un balbuceo inconsistente de nombres de calles que ya no existen.
08. Sería preferible cerrar el libro, cerrar los libros, y enfrentar, sin más, no la vida, que es muy grande, sino la frágil armadura del presente.
09. Salvarse de esta equivale a que Verónica cruce, como si nada, un umbral cerrado desde hace horas. Salvarse de esta sería, acaso, despertar. Pero no puede despertar: está despierto.
10. En el pasado de Julián no había nada de que huir, pero de eso, justamente, escapaba: de la medianía, de las innumerables horas perdidas en compañía de nadie.
11. Nunca quiso ser doctor ni mucho menos profesor de gimnasia. Ni siquiera deseó, jamás, ser profesor de literarura. Quería luiere- ser escritor, Pero ser escritor no es exactalnente ser alguien.
12. Por lo pronto le parece extraño su oficio: profesor. Pero su verdadera profesión, piensa ahora, es tener caspa. Se imagina respondiendo eso: ¿Cuál es su profesión? Tener caspa.
13. Julián hubiera querido que Daniela lo recordara tras leer su libro. Pero no. La memoria no es ningún refugio. Solo queda un inconsistente balbuceo de nombres de calles que ya no existen.
14. Debería imaginar un parque cubierto de toldos derrumbados. Debería conjeturar la soledad de un hombre confinado a las cuatro paredes de un departamento húmedo, un hombre que ha renunciado a decir las líneas que le tocan.
15. Está bien, era sin compromisos, como debe ser: se ama para dejar de amar y se deja de amar para empezar a amar a otros, o para quedarse solos, por un rato o para siempre. Ese es el dogma. El único dogma.
16. Se acerca a la pared de la pieza blanca: decide, con absurda seriedad, si la pared es blanca como el invierno o blanca como la nieve. No sabe si es posible pintar una pared del color de la nieve. No conoce la nieve.
17. Sin duda serla mucho mejor echarse al suelo a reír. O construir un elocuente rictus de desprecio. Sería preferible cerrar el libro, cerrar los libros, y enfrentar, sin m:ís, no la vida, que es muy grande, sino la frágil armadura del presente.
18. Santiago está lleno de profesores de inglés que no saben inglés, y de dentistas que apenas saben extraer una muela - y de personal trainers con sobrepeso, y de profesoras de yoga que no conseguirían hacer clases sin una generosa dosis previa de ansiolíticos.
19. Había dejado de amarla un segundo antes de comenzar a amarla. Suena extraño, pero asl lo siente: en vez de amar a Karla había amado la posibilidad del amor, y luego la inminencia del amor. Había amado la idea de un bulto moviéndose dentro de unas sábanas blancas y sucias.
20. Es profesor, y escritor de domingo. Hay semanas en que trabaja la mayor cantidad de tiempo posible, a un ritmo obsesivo, como si tuviera enfrente un plazo que cumplir. Es lo que él llama la temporada alta. Lo normal, en todo caso, en temPorada baja, es que postergue sus ambiciones literarias para los domingos, asl como otros hombres destinan los domingos a la iardinerla o a la carpinterla o al dcoholismo.
21. (...) Lee mucho, pero más bien libros de historia o de memorias o de ensayos. La verdad es que no soporta la ficción, se impacienta con la comedia absurda de los novelistas: vamos a hacer como que habla un mundo que era más o menos asl, vamos a hacer que yo no soy yo, sino una voz confiable, un rostro blanco por donde pasan rostros menos blancos, semioscuros, oscuros.