
13 frases de La fórmula preferida del profesor (Hakase no aishi ta sushiki) de Yoko Ogawa... Historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Yoko Ogawa son: amnesia, ambientada en tokio (japón), profesor de matemáticas, amistad, historia de amor, accidente automovilístico, vejez, ficción con personas con discapacidad, aprendizaje, madre soltera, personas hurañas, pasión por el béisbol, experiencias enriquecedoras, nunca es tarde.
Frases de La fórmula preferida del profesor Yoko Ogawa
01. Los números ya existían antes de que aparecieran los hombres: ¡No! , incluso antes de que naciera este mundo. Si hubieran sido descubiertos por nosotros, nadie tendría tantas dificultades, y los matemáticos no harían falta si quiera.
02. Entonces, ¿Tú crees que ya existía el 0 cuando apareció la especie humana, como las flores o estrellas? ¿Crees que pudo conseguirse tal belleza sin hacer ningún esfuerzo? ¡Qué clase de idea es ésa! Deberías estar todavía más agradecida a la grandeza del progreso humano.
03. La habitación estaba muy desordenada y llena de cosas desperdigadas, pero, a pesar de todo, resultaba confortable. (...) Quizá era porque allí dominaba una calma que yo jamás había experimentado. No es que simplemente no hubiera ruido, sino que unas capas de silencio llenaban el corazón del profesor cuando vagaba por el bosque de los números, indiferente a los cabellos caídos y al moho que todo lo invadía. Era un silencio transparente, como un lago escondido en el fondo de un bosque.
04. En una demostración verdaderamente bella, la flexibilidad y una solidez impecable están en perfecta armonía, sin contradecirse. Hay muchas demostraciones que aunque no sean falsas resultan aburridas, burdas e irritantes. ¿Comprendes? Es igual de difícil expresar la belleza de las matemáticas que explicar por qué las estrellas son hermosas.
05. El encanto de los números primos consistía quizás en la imposibilidad de explicar en qué orden aparecen. Cada uno se dispersa a su antojo, cumpliendo la condición de no tener más divisores que 1 y sí mismo. Aunque no cabe duda de que cuanto más grandes son, más difícil resulta encontrarlos, y es imposible predecir su aparición siguiendo ninguna regla; y esta fantasía voluptuosa mantenía prisionero al profesor, que perseguía la belleza perfecta.
06. Resolver un problema del que tenemos garantía de que existe solución, es como ir de excursión por el monte, con un guía, hacia una cumbre que ya avistamos. La verdad última de las matemáticas está escondida al final del camino, entre los arbustos, sin que nadie sepa dónde. Además, ese lugar no tiene por qué ser la cima. Puede estar entre las rocas de un despeñadero o en el fondo de un valle.
07. Mira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores del 220 es igual a 284. Y la de los divisores del 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes sólo lograron descubrir un par cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso!
08. Otra cosa extraña de las lecciones del profesor era que él utilizaba sin ningún problema la frase "no se sabe". No era una vergüenza el no saber, sino sólo una señal que podía llevar hacia una nueva verdad. Para él, enseñar el hecho de que existe una posible verdad, que estuviera más allá, una verdad intacta, era tan importante como enseñar un teorema ya demostrado.
09. Todos los matemáticos de la Grecia antigua pensaban que era innecesario calcular la nada. Como no existe la nada, tampoco es posible expresarla con números. Pero hubo personas que dieron la vuelta a esa lógica tan razonable. (...) Él fue capaz de expresar la nada con un número. Hizo existir la no existencia. ¿No te parece maravilloso?
10. El profesor no sólo esperaba de nosotros una respuesta correcta. Se alegraba cuando, por no saber contestar, acabábamos soltando como último recurso un disparate, en lugar de permanecer obstinadamente callados. Y aun se congratulaba más si la respuesta suscitaba nuevas preguntas que fueran más allá del problema inicial. Tenía una concepción original sobre el "error correcto", de manera que era capaz de darnos de nuevo confianza precisamente cuando más apurados nos veíamos, sin poder encontrar la solución correcta.
11. De todas maneras, lo más maravilloso del 0 no es sólo que sea un signo o un criterio, sino que es un número en sí mismo. El único número natural que sólo es menos que 1 es el 0. Pese a la existencia del 0, la unidad de las reglas del cálculo no se ve afectada. Más bien, el 0 refuerza aún más su coherencia, hace más sólido su orden. Venga, imagínatelo: un pajarillo está parado en la copa de un árbol. Es un pájaro que canta con voz clara. Tiene el pico precioso y unas alas con dibujos hermosos. Antes de que se nos escape un suspiro de fascinación, el pajarillo sale volando. En la copa, ya no queda ni su sombra. Únicamente las hojas secas estremecidas.
12. Es una línea recta. Entiendes correctamente la definición de línea recta. Pero piensa un poco. La línea que has trazado tiene un comienzo y un final, ¿Verdad? En tal caso, pues, es un segmento lineal, el camino más corto entre dos puntos. En la definición de línea recta, originariamente, ésta no tiene ningún extremo. Debe extenderse infinitamente. Sin embargo, tanto la hoja como tu fuerza física tienen un límite, por lo que nos conformaremos con considerar el segmento lineal como si fuera verdaderamente una línea recta. Además, la punta del lápiz, por mucho que la afilemos con un cuchillo punzante, tiene un grosor determinado. Por lo tanto, esta línea recta tiene una anchura. Tiene superficie. Es decir, es imposible trazar la verdadera línea recta en un papel real.
13. (...) Pero el consuelo fue que los recuerdos dolorosos también se olvidaron enseguida.