Frases de La esfera negra y otros cuentos extraños

La esfera negra y otros cuentos extraños

7 frases de La esfera negra y otros cuentos extraños (Des deutschen spiessers wunderhorn) de Gustav Meyrink... La maldición del sapo, La muerte morada, El seso esfumado, El cerebro, Asnogobina, El miedo, Chitrakarna y el camello distinguido son algunos de los cuentos que integran esta selección, publicados entre 1903 y 1907.

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Frases de La esfera negra y otros cuentos extraños Gustav Meyrink

01. El bushido no es para los camellos.


02. Son siempre unos pocos elegidos los que estampan el sello en su ambiente y su época. Es como si sus impulsos y sentimientos se vertiesen, cual torrentes de una misteriosa y persuasiva elocuencia, de corazón a corazón: surgen de pronto pensamientos e ideas que sólo ayer hubieran llenado de horror a los ánimos tímidos y virtuosos y que tal vez mañana mismo se conquisten el derecho de ser considerados verdades de Perogrullo.


03. Un hombre se acerca a la ventana del despacho, la única que no tiene reja. Es un hombre viejo, con barba blanca y un rostro duro y adusto. Se asoma y mira al patio. Los gritos le molestan, frunce el ceño, murmura algo y cierra la ventana de golpe. Algunas nubes cruzan el cielo y forman ganchudos jirones. Jeroglíficos desgarrados, como una vieja escritura extinguida: "No juzguéis si no queréis ser juzgados".


04. El condenado sólo puede mover la cabeza. Mira delante de sí, a la pared encalada de la prisión. Impenetrable. Mañana, a las siete, vendrán por él. Quedan todavía diez y ocho horas hasta entonces. Siete horas más y será de noche. Pronto llegará el invierno, después la primavera y el verano caluroso. Entonces se levantará temprano, ya al amanecer, y saldrá a la calle, a mirar el viejo carro lechero y al perro delante... ¡La libertad!


05. Los presos, con sus trajes grises de presidiarios, apenas hablan y sólo dan vueltas en círculo, uno tras otro. Casi todos están enfermos: escorbuto, articulaciones inflamadas. Los rostros grises como de masilla, los ojos apagados. Con los corazones sin alegría guardan el mismo paso.


06. La sala de espera del sanatorio estaba concurrida, como siempre; todo el mundo permanecía quieto, esperando a la salud. La gente no se hablaba por temor de oír la historia de la enfermedad del otro, o dudas acerca del tratamiento.


07. Ya no sé más cuánto tiempo quedé sentado todavía. Soñé con todas las tristes experiencias de mi vida; me miraban con ojos negros de dominó, como si buscaran algo indefinido, y yo quería alinearlas en un ataúd verde, pero siempre sobraban o faltaban algunas.

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