Frases de La acción humana

La acción humana

28 frases de La acción humana (Human action: a treatise on economics) de Ludwig von Mises... Principios esenciales de la ciencia económica, encuadrada en una teoría general de la acción humana, una investigación racional sobre la toma de decisiones de las personas.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Ludwig von Mises son: libertarismo, ciencia económica, economía, libre mercado, toma de decisiones, teoría del valor y precios, dinero, socialismo, impuestos, partidos politicos, la función empresarial, individualismo, intervencionismo, propiedad privada.

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Frases de La acción humana Ludwig von Mises

01. La vida humana es una secuencia incesante de acciones.


02. Nuestra ciencia es algo vivo, ya que la vida presupone imperfección y cambio.


03. Las guerras religiosas son las más terribles porque la reconciliación entre los litigantes resulta impensable.


04. La economía de mercado es un sistema social de división del trabajo basado en la propiedad privada de los medios de producción.


05. Las obras públicas no se construyen con el poder milagroso de una varita mágica. Son pagados con los fondos arrebatados a los ciudadanos.


06. Las palabras libertad y sumisión cobran sentido sólo cuando se enjuicia el modo de actuar del gobernante con respecto a sus súbditos.


07. El hombre, indudablemente, no es perfecto. Y todas las instituciones -entre ellas la economía de mercado- que pueda crear participarán forzosamente de esa imperfección.


08. Todo impuesto específico, así como todo el sistema de impuestos de una nación, se invalida a sí mismo por encima de una cierta tasa de impuestos.


09. Como una categoría a priori, el principio de la acción está a la par con el principio de la causalidad (...) En el principio está el acto.


10. Todas las civilizaciones, hasta el presente, se han basado en la propiedad privada de los medios de producción. Civilización y propiedad privada fueron siempre de la mano.


11. La historia de Occidente, desde la era de las polis griegas hasta la resistencia actual al socialismo, es esencialmente la historia de la lucha por la libertad contra los privilegios de los burócratas.


12. Aquellos que luchan por la libre empresa y por la competición libre no defienden los intereses de aquellos que son ricos hoy. Ellos quieren que se deje libertad a hombres desconocidos que serán los emprendedores del mañana.


13. El método de las ciencias naturales no es aplicable a la acción humana ya que esa especie de ingeniería social que de ese modo resultaría, es adecuada para tratar acerca de los materiales inanimados, pero no de la acción del hombre.


14. Hoy en día, la actividad política pretende ante todo incrementar al máximo el bienestar material de los componentes de su grupo de presión. El político sólo puede triunfar si logra convencer a suficiente número de gente de que su programa es el más idóneo para alcanzar tal objetivo.


15. El laissez faire no significa: Dejen que operen las desalmadas fuerzas mecánicas. Significa: Dejen que cada individuo escoja cómo quiere cooperar en la división social del trabajo; dejen que los consumidores determinen cuáles empresarios deberían producir. Planificación significa: dejen que únicamente el gobierno escoja e imponga sus reglas a través del aparato de coerción y compulsión.


16. El arma principal con que actualmente cuenta el intervencionismo en su afán confiscatorio es el impuesto. No importa si el objetivo que se persigue con el impuesto sobre la renta es un pretendido motivo social de igualación de la riqueza de los ciudadanos o si, por el contrario, lo que se persigue es conseguir mayores ingresos para el erario público. Lo único que importa son las consecuencias.


17. La democracia garantiza un gobierno acorde con los deseos y planes de la mayoría; lo que, en cambio, no puede impedir es que la propia mayoría sea víctima de ideas erróneas y que, consecuentemente, adopte medidas equivocadas que no sólo sean inapropiadas para alcanzar los fines deseados, sino que además resulten desastrosas. Las mayorías pueden fácilmente equivocarse y destruir la civilización.


18. La sola existencia de gobiernos intolerantes y de partidos políticos dispuestos a exterminar al disidente es prueba manifiesta del poder de la razón. Apelar a la policía, al verdugo o a la masa violenta no basta para acreditar la veracidad de las ideas defendidas. Lo que tal procedimiento demuestra es que quien a él apela como único recurso dialéctico está en su interior plenamente convencido de que las tesis que defiende son insostenibles.


19. Las continuas alzas y bajas de la actividad económica, la inevitable secuencia de auges y depresiones, son los insoslayables efectos provocados por los reiterados intentos de rebajar el interés bruto de mercado mediante la expansión crediticia. No hay forma de evitar el colapso final de todo auge desatado a base de expansión crediticia. Tan sólo cabe optar entre provocar más pronto la crisis poniendo fin voluntariamente a la expansión crediticia o dejar que, por sí solos, el desastre y la ruina total del sistema monetario se produzcan algo más tarde.


20. La comprensión histórica tiene como misión dilucidar aquellas cuestiones que las ciencias no históricas son incapaces de resolver satisfactoriamente. La comprensión jamás puede contradecir las doctrinas formuladas por estas otras disciplinas. Ha de limitarse, por un lado, a descubrir ante determinada acción las ideas que impulsaron a los actores, los fines perseguidos y los medios aplicados a su consecución y, por otro, a calibrar la respectiva importancia de los factores que intervienen en la aparición de cierto hecho, siempre y cuando las disciplinas no históricas sean incapaces de resolver la duda.


21. Ninguna clase de experiencia nos puede nunca forzar a descartar o modificar los teoremas a priori. No se derivan de la experiencia; son lógicamente anteriores a ésta y no pueden ser probados por experiencias corroborativa, ni negados por experiencia de lo contrario. , Podemos comprender la acción solo por medio de los teoremas a priori. Nada es más claramente una inversión de la realidad, que la tesis del empirismo que sostiene que se llega a proposiciones teoréticas a través de la inducción y basándose en una observación de los hechos sin presuposición alguna.


22. El socialismo es imposible porque su realización como sistema social supera las fuerzas humanas. La disyuntiva es: o capitalismo o caos. Si nos presentan un vaso de leche y otro de cianuro potásico, la opción no estriba en escoger entre dos bebidas, sino en optar entre la vida y la muerte. Al decidirse por el socialismo o por el capitalismo, el sujeto no está prefiriendo uno entre dos posibles sistemas de organización económica, sino que opta entre la cooperación o la desintegración de la sociedad. El socialismo no es una alternativa al capitalismo; es una alternativa a todo sistema en el que los hombres puedan vivir como seres humanos.


23. La acción no consiste simplemente en preferir. El hombre puede sentir preferencias aun en situación en que las cosas y los acontecimientos resulten inevitables o, al menos, así lo crea el sujeto. Se puede preferir la bonanza a la tormenta y desear que el sol disperse las nubes. Ahora bien, quien sólo desea y espera no interviene activamente en el curso de los acontecimientos ni en la plasmación de su destino. El hombre, en cambio, al actuar, opta, determina y procura alcanzar un fin. De dos cosas que no pueda disfrutar al tiempo, elige una y rechaza la otra. La acción, por tanto, implica, siempre y a la vez, preferir y renunciar.


24. La generalmente denominada "revolución industrial" fue consecuencia de la "revolución ideológica" provocada por las doctrinas económicas. Los economistas demostraron la inconsistencia de los viejos dogmas: que no es lícito ni justo vencer al competidor produciendo géneros mejores y más baratos; que es reprochable desviarse de los métodos tradicionales de producción; que las máquinas son perniciosas porque causan paro; que el deber de gobernante consiste en impedir el enriquecimiento del empresario y conceder protección a los menos aptos frente a la competencia de los más eficientes; que restringir la libertad empresarial mediante la fuerza y la coacción del estado o de otros organismos y asociaciones promueve el bienestar social.


25. Todos los partidos políticos, sin excepción, prometen a los suyos notable incremento en sus ingresos reales. A este respecto, no existe diferencia alguna entre nacionalistas e intemacionalistas, entre los defensores de la economía de mercado y los partidarios del socialismo o del intervencionismo. Cuando el partido pide sacrificios por la causa, invariablemente destaca que esos sacrificios son un medio imprescindible, si bien puramente transitorio, para alcanzar la meta final, el incremento del bienestar material de los correligionarios. Cualquier partido considera insidiosa maquinación urdida por gentes malvadas para minar su prestigio y pervivencia el hecho de que se ponga en duda la capacidad de su programa para mejorar el nivel de vida de sus seguidores. Por eso, los políticos odian mortalmente a aquellos economistas que osan formular tales objeciones.


26. La pugna entre socialismo y economía de mercado constituye el debate de nuestros días. Se trata, por supuesto, de un problema cuya solución depende enteramente del análisis económico. Recurrir a meros slogans o al misticismo del materialismo dialéctico carecería totalmente de sentido. Que nadie pretenda eludir su responsabilidad. Quien en esta materia renuncia a analizar, a estudiar y a decidir no hace sino humillarse intelectualmente ante una supuesta élite de superhombres que pretenden erigirse en árbitros supremos. Quienes ponen su confianza ciega en autodesignados "expertos"; Quienes, sin reflexión, aceptan los mitos y prejuicios más vulgares, tratándose de cuestiones que tan vitalmente les afectan, están abjurando de su libertad y sometiéndose al dominio de otros. Para el hombre consciente, nada puede tener en la actualidad mayor importancia que el tema económico. Pues está en juego su propio destino y el de su descendencia.


27. Las críticas que moralistas y sermoneadores formulan contra los beneficios fallan el blanco. No tienen la culpa los empresarios de que a los consumidores -a las masas, a los hombres comunes- les gusten más las bebidas alcohólicas que la Biblia y prefieran las novelas policíacas a la literatura seria, ni tampoco se les puede responsabilizar de que los gobernantes antepongan los cañones a la mantequilla. El empresario no gana más vendiendo cosas "malas" que vendiendo cosas "buenas". Sus beneficios son tanto mayores cuanto mejor abastezca a los consumidores de aquellas mercancías que éstos con mayor intensidad, en cada caso, reclaman. La gente no toma bebidas tóxicas para hacer felices a los "capitalistas del alcohol"; ni van a la guerra para enriquecer a los "traficantes de la muerte". La industria de armamentos existe porque hay mucha belicosidad; no es aquélla la causa de ésta, sino su efecto.


28. Los partidos políticos que, en su afán de ver sustituido el sistema contractual por el hegemónico, denigran la decadente paz y la seguridad burguesa, exaltando el sentido heroico de la violencia y la lucha sangrienta, propugnando la guerra y la revolución como métodos eminentemente naturales de la relación humana, se contradicen a sí mismos. Sus utopías, en efecto, se nos ofrecen como emporios de paz. El Reich de los nazis y la sociedad marxista son comunidades donde reina paz inalterable. Se organizan sobre la base de "la pacificación", es decir, partiendo del sometimiento violento de cuantos no estén dispuestos a ceder sin resistencia. En un mundo contractual es posible la coexistencia de varios países. En un mundo hegemónico sólo es imaginable un Reich, un imperio, un dictador. El socialismo ha de optar entre implantar un orden hegemónico universal o renunciar a las ventajas que supone la división del trabajo en el ámbito mundial. Por eso es hoy tan "dinámico", o sea, tan agresivo, el bolchevismo ruso; como ayer lo fueron el nazismo alemán y el fascismo italiano. Bajo vínculos contractuales, los imperios se transforman en asociaciones libres de naciones autónomas. El sistema hegemónico tiende fatalmente a absorber cualquier estado que pretenda ser independiente.

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