
26 frases de El tiempo entre costuras de María Dueñas... Una joven modista abandona Madrid arrastrada por un amor y se instala en Marruecos. Traicionada y abandonada por su amor, debe volverse fuerte y progresar.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de María Dueñas son: ficción histórica, poder del amor, enamorarse, conspiración, traición, espionaje, desarrollo personal, mujer independiente, guerra civil española, abandono.
Frases de María Dueñas Libros de María Dueñas
Frases de El tiempo entre costuras María Dueñas
01. La fortuna es de los valientes.
02. Atracción, duda y angustia primero. Abismo y pasión después.
03. Y entonces me besaba y yo creía bailar al filo del desmayo.
04. Nadie es quien solía ser después de una guerra como la nuestra.
05. La vida nos tumba muchas veces pero hay segundas oportunidades y lo mejor está por llegar.
06. Calcule usted mismo si reunir a una madre sin recursos con su única hija es o no es una razón humanitaria; yo no lo sé.
07. Cada vez había menos susurros, menos alusiones a todo lo que hasta entonces le había encantado de mí.
08. Nunca habría podido imaginar que la sensación de volver a tener una aguja entre los dedos llegara a resultar tan gratificante.
09. Un Madrid hirviente y bullicioso, por el que Ramiro y yo transitábamos como si no hubiera un ayer ni un mañana. Como si tuviéramos que consumir el mundo entero a cada instante por si acaso el futuro nunca quisiera llegar.
10. Hablaba con complicidad, con cercanía, como si me conociera: como si su alma y la mía llevaran esperándose desde el principio de los tiempos.
11. Las mujeres distinguimos perfectamente cuándo un hombre nos mira con interés y cuándo, sin embargo, lo hace como el que ve un mueble.
12. Me abrí paso ente el trasiego recibiendo constantes miradas masculinas. No recordaba haber sido objeto ni de una cuarta parte de ellas en los meses anteriores, cuando mi imagen era la de una joven insegura de pelo recogido en un moño sin gracia, que caminaba con flojera arrastrando la ropa y las heridas de un pasado que intentaba olvidar.
13. La rectitud y la honradez eran conceptos hermosos, pero no daban de comer, ni pagaban las deudas, ni quitaban el frío en las noches de invierno.
14. Tenemos que ayudar. Tú, yo, todos, cada uno en la medida de sus posibilidades. Tenemos que aportar nuestro grano de arena para que esta locura no siga avanzando.
15. Me deseaba, me veneraba tal cual era y se aferraba a mí como si mi cuerpo fuera el único amarre en el vaivén tumultuoso de su existir.
16. La normalidad no estaba en los días que quedaron atrás: tan sólo se encontraba en aquellos que la suerte nos ponía delante cada mañana.
17. Transitábamos como si no hubiera un ayer ni un mañana. Como si tuviéramos que consumir el mundo entero a cada instante por si acaso el futuro nunca quisiera llegar.
18. Y descubrí también, con la más inmensa desazón, que en cualquier momento y sin causa aparente, todo aquello que creemos estable puede desajustarse, desviarse, torcer su rumbo y empezar a cambiar.
19. El mar me trajo aquella mañana sensaciones olvidadas entre los pliegues de la memoria: la caricia de una mano querida, la firmeza de un brazo amigo, la alegría de lo compartido y el anhelo de lo deseado.
20. Resultaba difícil creer que de aquel ambiente hubiera surgido apenas unas semanas atrás lo que se intuía como una guerra civil.
21. Los escasos diez o quince minutos que duró el trayecto me fueron suficientes para absorber las formas, descubrir los olores y aprender los nombres de algunas de las presencias con las que a diario habría de convivir en aquella nueva etapa de mi vida.
22. Con un cóctel en una mano y un cigarrillo en la otra, cómodos, relajados, hospitalarios y cariñosos. Como si nada pasara; como si en España no siguieran matándose entre hermanos y Europa no anduviera ya calentando motores para la peor de sus pesadillas.
23. Cada una a su manera y en su mundo, las dos pertenecían a una estirpe de mujeres valientes y luchadoras, capaces de abrirse paso en la vida con lo poco que la suerte les pusiera por delante. Por mí y por ellas, por todas nosotras, tenía que pelear para que aquel negocio saliera a flote.
24. No tenía adónde ir, así que cualquier sitio era tan malo como cualquier otro. O peor.
25. Tú no sabes lo que es vivir en guerra, Sira. Tú no te has despertado un día y otro con el ruido de las ametralladoras y el estallido de los morteros. Tú no has comido lentejas con gusanos mes tras mes, no has vivido en invierno sin pan, ni carbón, ni cristales en las ventanas. No has convivido con familias rotas y niños hambrientos. No has visto ojos llenos de odio, de miedo, o de las dos cosas a la vez. España entera está arrasada, nadie tiene fuerzas para soportar de nuevo la misma pesadilla. Lo único que este país puede hacer ahora es llorar a sus muertos y tirar hacia delante con lo poco que le queda.
26. Pero aquí hace falta mucho más que eso: con levantar el puño, odiar al que tienen por encima y cantar La Internacional van a arreglar poco; a ritmo de himnos no se cambia un país. Razones para rebelarse, desde luego, tienen de sobra, que aquí hay hambre de siglos y mucha injusticia también, pero eso no se arregla mordiendo la mano de quien te da de comer. Para eso, para modernizar este país, necesitaríamos emprendedores valientes y trabajadores cualificados, una educación en condiciones, y gobiernos serios que duraran en su puesto los suficiente. Pero aquí todo es un desastre, cada uno va a lo suyo y nadie se ocupa de trabajar en serio para acabar con tanta sinrazón.