
22 frases de El solitario (Le Solitaire) de Eugene Ionesco... Sátira que muestra cómo la sociedad moderna puede llevar a la soledad, la alienación y la incomunicación, a través de una atmósfera surrealista y opresiva.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Eugene Ionesco son: filosofía del absurdo, teatro del absurdo, sátira, surrealismo, opresión, miedo a la soledad, alienación, incomunicación, inverosimil, tristeza.
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Frases de El solitario Eugene Ionesco
01. ¡Tanta gente, tantos rostros diferentes y tantos pensamientos probablemente idénticos!
02. Era ignorante, pero no lo bastante para no darme cuenta de que era ignorante.
03. Un muerto que no estuviese muerto, un viviente que ya no fuese viviente. Solo en un desierto ilimitado.
04. Pero no sabemos nada. No tenemos el derecho ni la posibilidad de juzgar; debemos tener confianza. ¿En quién?
05. Me aburría bastante. Todo el mundo sabe que no hay nada más triste que una tarde de domingo.
06. Todo mi pasado desfilaba ante mí: un paisaje de desolación, un desierto sin oasis. Más bien un desierto gélido.
07. Los sabios, ¿Saben algo? ¿Les basta lo que saben? ¿Hay algo más? Tal vez los árboles saben más que los hombres.
08. ¿Pero cómo amar a esas criaturas que se mueven, que hablan, que se agitan, que meten ruido, que exigen, que desean, que se mueren?
09. ¿Qué me hacía falta? ¿Qué me ha faltado? Hubiera querido saberlo todo. He aquí lo que me faltaba. No haber sabido. No haberlo sabido todo.
10. Tal vez en otro tiempo hubo un templo, columnas luminosas, un altar encendido. No es más que una suposición. En realidad, quizá no hubo nada más que el caos.
11. El frío más glacial no puede resistir al calor del corazón. A condición de saber cuál es el botón que hay que apretar para que se encienda.
12. La inexistencia es sangrienta. No vivimos. Es extraño. La gente mata y se mata para probarse que la vida existe. ¡Pero no hay nada, digo yo, no hay nada, no hay nada!
13. La guerra, la revolución, la paz, el hastío, el placer, la enfermedad, la salud, el amor, las buenas mujeres, los niños que balbucean. Y ese largo camino. Ese largo camino...
14. Soñaba un viaje en un hermoso navío, el mar, el cielo. O el desierto. O tal vez descubrir las ciudades abandonadas. Sin duda había en nuestro mundo lugares sin hombres.
15. Después de mi séptimo aperitivo pensaba que no hay nada real ni irreal, ni verdad, ni mentira. Todas las filosofías y todas las teologías son buenas o malas, según se quiera o no se quiera.
16. La palabra amor que acababa de venirme a las mientes me produjo de repente una añoranza sin nombre. Comprendí que el amor habría podido ayudarme, sustituir la explicación. Estar loco de amor. En efecto, todo era tan inverosímil, que tal idea podía parecerme seductora.
17. A menudo pienso que soy desgraciado por culpa de los periódicos. En todo el planeta no hay sino matanzas en masa, rebeliones, crímenes pasionales, terremotos, incendios, anarquías y tiranías. No es de extrañar que esté siempre taciturno. Tal vez leo demasiado la prensa. Dejaré de leerla.
18. (...) El amor mueve montañas, el amor doblega el hierro, salta las barreras, nada se le resiste, es bien sabido. Es nuestra mediocridad lo que nos lleva al renunciamiento. El Gran Amor no renuncia jamás, jamás se resigna, la resignación es para los mediocres, así como el fracaso.
19. ¡Sí, sí! El mundo lleno de sol lo llevamos dentro, la alegría podría estallar en cualquier Ínstate si supiéramos la verdad, si la supiéramos a tiempo. ¡Cuán bella es la fealdad, cuán alegre la tristeza! El tedio es debido no más que a nuestra ignorancia.
20. No obstante, yo soy como todo el mundo en nuestra época, escéptico, desengañado, perezoso y cansado, con una vida sin objeto; un hombre que trabajaba lo menos posible - porque no hay otro remedio-, algo goloso: alcohol y un buen plato para escapar de vez en cuando a la amargura y el aburrimiento universales.
21. La imagen del mar sin límites, de un desierto en calma, suscitó en mí una especie de alegría, una especie de esperanza. Amar el desierto, amar el azul de los océanos, amar la blancura de las naves, todo esto me parecía posible. Amar a la gente me parecía más arduo.
22. Tenía un método para salir de la tristeza o del miedo, pero su éxito era inseguro. El método consistía en mirar con la máxima atención posible objetos o personas situadas a mi alrededor. Mirarlos intensa y fijamente. Hasta que, de golpe, era como si viera todas esas personas, esos objetos, el mundo, por primera vez. Y entonces todo se hacía incomprensible e insólito.