24. Kaa tenía a gala no ser venenosa. Despreciaba a las que lo eran. Su fuerza estaba en su capacidad de presión. Cuando se enroscaba alrededor del cuerpo de su presa, ésta se podía dar por perdida.
25. En aquellos momentos se deslizó hacia el centro del círculo una sombra. Era Bagheera, la pantera negra, de un negro de tinta desde la cabeza a la cola. La luz hacía aguas en su brillante piel. Todo el mundo la conocía. Y era temida y respetada. Reunía en sí la astucia de Tabaqui, la insolencia de un búfalo salvaje y la fiereza de un elefante herido. Pero su voz era dulce como la miel y su piel más suave que el plumón.