31. Las habladurías son como los virus. Se propagan y se multiplican en un abrir y cerrar de ojos y, cuando te das cuenta, todo el mundo está infectado.
32. Si nuestro mundo fuera una bola de cristal con nieve, habría sido el día en que un dios distraído pasó por allí, la agitó con fuerza y la dejó donde estaba.
33. Cuando tomas una decisión, lo haces por la razón que en ese momento te parece correcta. Incluso si más tarde resulta ser una decisión errónea, puedes superarlo y seguir adelante.
34. Así se comportan los críos. Se encaprichan con una idea durante unas semanas o meses, luego la exprimen hasta la saciedad, hasta que pierde todo su encanto y ya no sirve para jugar con ella.
35. Hay cosas en la vida que podemos alterar, pero hay otras que nos resulta imposible modificar, por más que lo deseemos, intentemos o nos empeñemos en ello. Esas son las cosas que nos definen. No las que somos capaces de cambiar, sino las otras.
36. Ser buena persona no consiste en entonar cánticos o rezarle a un dios mítico. Tampoco en llevar una cruz o ir a la iglesia todos los domingos. Ser buena persona depende de cómo tratas a los demás. Las buenas personas no necesitan una religión, porque saben en su fuero interno que hacen lo correcto.