Frases de El ángel que nos mira - 2

27. La mayoría de las veces que creemos estar enfermos, solo lo estamos en nuestra mente.


28. Los montes eran sus amos. Eran el marco de la vida. Eran la copa de la realidad, más allá del crecimiento, más allá de la lucha y de la muerte. Eran su unidad absoluta en medio del cambio eterno.


29. ¿Y quién dirá -sea cual fuere el desencanto subsiguiente- que podemos olvidar alguna vez la magia, o que podemos despreciar alguna vez, en esta tierra de plomo, el manzano, la canción, el oro?


30. Cada uno de nosotros es el total de sumas que no ha contado: reducidnos de nuevo a la desnudez y a la noche, y veréis cómo empezó en Creta, hace cuatro mil años, el amor que ayer terminó en Texas.


31. Su canto había sonado como drogado por el sueño y por la muerte: había sido como un cuerno lejano sonando bajo el mar, como un aviso a todos los hombres que estaban a punto de morir y una llamada a los fantasmas para que volviesen a sus casas.


32. Gracias al azar, cada uno de nosotros es un fantasma de todos los demás, y nuestra única realidad; gracias al azar, el gozne enorme del mundo, y un grano de polvo; la piedra que provoca un alud, la china cuyos círculos concéntricos se expanden a través de los mares.


33. Después los condujo sin ruido a la parte de atrás del establecimiento, a una gran habitación oscura de suelo pulido y encerado, donde, envueltos en un fuerte y lúgubre olor a madera y a terciopelo, yacían los espléndidos ataúdes sobre caballetes con ruedas, con su soberbio aspecto amenazador.

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